Final (Pt.2)

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Nunca supe como acabé aquí, en el mundo mágico, rodeado de hechiceros, que para mi mala suerte eran esos que buscaban el triunfo del mal. Desde el instante en que supe que los ojos de aquella chica, que me tomó de la mano y me guió a un extraño sitio, se notaban más vacíos que la misma nada, entonces me di cuenta demasiado tarde en que no todo iba bien como lo pensé en un primer instante. Los pocos recuerdos que quedan en mi memoria, se basan en fuerzas inhumanas que me atrapaban y asfixiaban por completo, luces titilando, una habitación pequeña y oscura, sombras extrañas y un silencio alarmador. Falta de oxígeno en el lugar, poco aire para respirar, escalofríos, sudor excesivo, movimientos de extremidades inusuales y muy tétricas. Era todo eso mínimo en realidad para describir como era sentirse poseído.

Mareos, incapacidad de controlar los propios pensamientos y tu propio cuerpo. Un dolor abrasador en la cabeza y constantes puntadas por todo el cuerpo, como víctima de un vudismo. No me sorprendería que tuvieran una de esas muñecas con mi nombre.

Me lamenté y pregunté, ¿qué hice de malo en la vida, para merecerlo? Yo no me consideraba una mala persona, pero solían decirme que las mejores son las que lo pagan. Sentía que nadie me salvaría, ya me rendía a la idea de hacerlo por mi cuenta, me era incapaz e inútil, solo era un mundano en otro mundo donde la fuerza física era nula contra la magia.

Ya mi adolescencia estaba derrochada, pero odiaba el hecho de que estuviese siendo en otro lugar, fuera de la comodidad de mi hogar. Extraña a mis amigos, extrañaba a mi familia, extrañaba mi propio cuerpo.

Hasta que vi a Gia. Yo, sabía quién era. Lo sabía muy bien porque, la memoria y capacidad visual para recordar momentos desde muy pequeño, siempre fue mi fuerte.

­―Lo siento mucho, Gia. ―Me disculpé con el arrepentimiento en carne viva. Intenté detener a quien me poseía, en verdad lo intenté. No quería que me obligara a usar mis propias manos para lastimarla.

―Está bien, fue duro para ti, Dominik. ―La castaña cerró sus ojos con cansancio.

―Te extrañé. ―Susurré cuando noté que se quedó dormida―. Cuando éramos niños, me pregunté a donde te fuiste, ¿por qué desapareciste así?, como si nunca hubieses existido. Te busqué, pero todos me decían que aceptara ese hecho. Qué suerte que no lo hice, y confié en mis recuerdos. Pero parece que tú sí me olvidaste, aunque... no es tu culpa...

~

Calidez.

Algo, cálido goteó en mi mejilla. Abrí mis ojos con pesar. Yoongi tapaba sus párpados con una mano, con la otra tenía entrelazado sus dedos con los míos. Quería ver aquellas pestañas y el resplandor de sus ojos, lo anhelaba. Con esa intención, antes de hacerme muchas preguntas, estiré mi brazo izquierdo y con suavidad posé mi palma en su mandíbula.

El rubio pareció asustarse y se destapó su rostro, dejando notar sus ojos brillantes y rojos por llorar. Desvió su vista un momento y se secó rápidamente sus lágrimas, no quería que el pelirrojo lo volviera a ver en ese estado de vulnerabilidad.
Cuando buscó los ojos de Jimin, este lo  acercó con el jalón de sus brazos.

Sus labios, había extrañado sus labios demasiado. No quería que aquel beso supiera salado, pero imaginó que era dulce como la emoción que se le subía al cuerpo. Jimin no sabía qué había pasado, ni como acabó, ni porqué Yoongi lloraba.

Pero, quería sentirlo ahora que lo tenía frente a sus ojos.

Besó cada milímetro de su blanquecina piel, quería marcar a Yoongi con su amor, no quería que llorara; le mataba no saber la razón. Pero su sonrisa hacía competencia, dijo una vez que haría todo por hacerlo sonreír, así que le devolvió el gesto.

Potion ×Yoonmin×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora