Epílogo.

3.3K 504 93
                                    

—Oye Jimin. —El pelirrojo sintió la mirada del pelinegro y detuvo su tarea de lamer el cuchillo cubierto con mermelada de frambuesas—. No hagas eso. —Le recriminó. Jimin frunció el ceño y comprendió cuando Yoongi, negando con su cabeza lentamente, le alejó la mano con la que sostenía al cubierto—. Podrías cortarte la lengua.

—Ya lo sé. —Dijo rodando los ojos y el pelinegro sonrió.

—Luego no te quejes si acabas con la lengua cortada, tonto. —Bromeó. Jimin negó y cerró sus ojos.

—Gracias, Yoongi. —Le susurró suavemente. Cerró el frasco de mermelada y colocó el cuchillo encima del mismo.

— ¿Por qué? —El pelinegro confundido se impulsó, subiendo a la mesada de la cocina sin alejar la mirada de los ojos del pelirrojo.

—Mi mamá me decía esto mismo. Cuando me dices que no haga tales cosas para no lastimarme, me recuerdas a ella. —Le confesó con nostalgia.

—Oh, bueno... —Yoongi suspiró, juntando sus manos sobre sus piernas.

—Pero mi mamá, era mi mamá. Y tú Hyung, eres mi Hyung. Así que, solo estoy feliz de que seas así conmigo. —Le admitió acercándose a él.

—Es porque eres un niño. —Con ternura, el pelinegro se burló y su corazón dio un vuelco cuando Jimin hizo un puchero.

—No soy un niño. —Le dijo y cuando se situó en frente del mayor, agarró sus manos unidas levantádolas, para acercarse más al rubio y dejar que lo abrazara.

Cerró sus brazos a la pequeña cintura de su novio y apoyó su mentón en el hombro del pelinegro, aspirando su aroma, eso desestabilizó a Yoongi.

—Es verdad, eres mi niño. —Se corrigió el mayor, mientras cerraba sus piernas a las caderas del menor junto a sus brazos sosteniendo su espalda.

No quería soltarlo jamás de los jamases. Ese pequeño pelirrojo era su joya más valiosa, su mundo entero. Era lo más caro que podía tener en su tan patética vida. Jimin era esa salvación para todas sus pesadillas y estaba bien, se sentía bien, así que podía aceptarlo.

Con Jimin quería creer que merecía ser feliz nuevamente.

Quería arriesgarse a sentir.

Jimin sonrió ampliamente. Pensando en su madre dijo mentalmente "gracias mamá, por cruzarme con Yoongi". Podría jurar que fue una de las mejores bendiciones que los dioses le hubieran podido dar y estaba claro que lo apreciaría, porque Yoongi era su guía, su protección y su hogar. Gracias a Yoongi él pudo aprender nuevas cosas, mejorar en lo que le salía mal y sobretodo descubrirse a sí mismo, dejar de culparse y agradecer las cosas buenas; su Hyung era una de ellas, y no podía estar más que encantado. Siempre de lo malo, destacaba un último rayito de luz la cual se llamaba esperanza y, Yoongi... Yoongi era esa pequeña luz solar, que de improvisto había aparecido en su vida para cambiarla y volverle a recobrar los colores desgastados que pintaban su entorno. Había venido para no irse y quedarse de ahora en más a su lado.

Porque, todos merecemos saborear la máxima felicidad alguna vez en la vida, y eso era exactamente lo que Jimin estaba probando; un nuevo sabor, distinto a los demás, uno cargado de emociones, sensaciones y experiencias... un nuevo sabor que lo deleitaba a probar más y más.

Potion ×Yoonmin×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora