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Empezó a pegarle en las mejillas y en un intento desesperado lo hizo muy bruscamente por lo que una de ellas quedó rosada y gritó de horror.

— ¡Lo siento! —Intentó disculparse con el chico que se encontraba más pálido de lo normal.

Sin saber que hacer buscó con su mirada algún sitio donde recostarlo y divisó su cama.

Levantó al rubio fácilmente y lo llevó allí, sin querer la mano de este chocó con un estante e hizo que unos libros cayesen en el piso junto al posterior sonido del vidrio quebrándose, lo ignoró y recostó con el mayor cuidado posible al chico, intentando no volver a lastimarlo.
Entonces el cuerpo del humano empezó a moverse y él se asustó, apreció como empezaba a cambiar de forma y se asustó por lo que se encogió hecho bolita al lado de la cama, protegiéndose de cualquier peligro que podría sufrir. Luego de un rato no escuchó nada, por lo que, estando a salvo sin heridas alejó sus manos de sus ojos y se acercó a la cama para revisar por el rubio. Gritó asustado cuando en vez de ver al rubio vio a un adorable conejo.

— ¡Humano! —Gritó.

El rubio por otro lado se sintió mejor al despertar pero notó rarezas en su cuerpo, vió al tonto de antes mirarlo y gritar... ¿Qué le ocurría? Se examinó, su ropa no la llevaba puesta, estaba sobre ella...

— ¿¡Qué diablos me hiciste idiota!? —Preguntó con desespero, moviéndose de un lado a otro.

— ¡Era la pócima! ¡Tú te la tomaste! Nunca te di el permiso. —Jimin se alteró y empezó a dar pequeños saltitos de enfado en su lugar.

— ¿Cómo iba a saber eso? Parecía agua. —Se defendió el ahora adorable conejo.

—Lo siento. —Dijo lloriqueando—. Además se suponía que debías convertirte en liebre no en un conejo adorable ¿Qué hice mal esta vez? —Se lamentó, tocando el pelaje del rubio mundano transformado. Este se deslizó fuera de su tacto.

—No poses tus manos en mí. No-me-toques. —Le dijo con disgusto pero una dulce voz.

—Lo siento. —Jimin repitió sin evitar hacer un puchero.

Se alejó de la cama, gateando por la alfombra y la voz del conejo le hizo detenerse.

— ¡Espera! —El conejo se acercó a él—. Te cortarás. —Le avisó.

Jimin aclaró la vista cegada por las lágrimas juntadas en sus ojos y vio el vidrio quebrado en miles de piezas. Sus ojos comenzaron a aguarse más cuando notó que esos aún brillantes pedazos eran de una antes, bella joya esférica hecha de Expeiker, recuerdo de su madre que le había dejado como regalo la primera vez que aprendía sobre los hechizos. Alejó sus manos del vidrio antes de ser apoyadas en este y las descansó abiertas en sus muslos. Permaneció sentado sobre sus rodillas, dejando caer vagas lágrimas hasta sus dedos.

—Lo siento mucho. Soy tan torpe e inútil. Siempre lo arruino y lo destruyo todo. Yo no debí dejar mis cosas en un lugar así primeramente. —Le dijo, asumiendo su culpa al conejo que seguía en silencio a su lado.

El rubio pensó el porqué de ser tan duro consigo mismo y porqué asumir la culpa siendo que fue de ambas...
Jimin suspiró y se secó las lágrimas velozmente.

—Bien, debo regresarte a la normalidad sin que mi padre sepa, o estaré muerto.

—Pues deja que le diré al señor Park que hiciste conmigo. —Dijo el conejo sin querer sincerarse con el hechicero por lo ocurrido.

Para perdonarlo, con suerte si regresaba a la normalidad... Debería rogarle, su orgullo no le haría ser así de fácil, mucho menos tratándose de alguien como él. Y más aún cuando estaba siendo usado como la rata de un experimento.

—No por favor, te lo compensaré. —Le rogó Jimin y el otro suspiró con fastidio.

—Pues apúrate. —Le exigió, cediendo... Sólo un poco. Allí no acabaría eso.

—Sí, claro. Enseguida. —Dijo Jimin con una tonta sonrisa apresurado e incorporándose del frío piso.

Jimin iba a pisar los vidrios nuevamente, por lo que la voz del animalito lo advirtió.

—Gracias... Um... —Jimin se había dado cuenta de que no conocía el nombre de aquel mundano-. ¿Cómo te llamas? —Preguntó mirando los ojos celeste cielo provocados por la pócima.

—Min Yoongi. —Le contestó el conejo.

—Min Yoongi... —Jimin repitió con su característica dulce voz. Sonrió—. Gracias, Min Yoongi y lo siento. Prometo regresarte a la normalidad. —Dijo nuevamente con ánimos y casi olvidando por completo el anterior suceso del cristal roto ocurrido hace tan poco.

—Si no lo logras, serás hombre muerto. —Advirtió el conejo. Su voz se oía tan tierna que Jimin no pudo evitar sonreír con encanto.

Porque antes de parecerle peligroso le provocó ternura por lo que cargó al pequeño y peludito animalito, apretándolo a su pecho suavemente.

— ¡Suéltame! —Le exigía el conejo.

—No, estás suavecito y hueles bien. —Dijo Jimin riendo y sobando su rostro en el pelaje del animalito.

¿Por qué de tantas personas Yoongi era el elegido para sufrir tal tortura? Pidió explicaciones que nunca fueron escuchadas porque el estúpido del hechicero Jimin no hacía más que tratarlo como si realmente fuera sólo un conejo y claro estaba que él seguía siendo un simple humano en el interior.

Potion ×Yoonmin×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora