27

3.3K 495 29
                                    

—Yoongi... Oye, pss... —El rubio frunció su ceño, comenzó a sentir dolor en todo su cuerpo y la cabeza le dio mareos. Abrió sus ojos. Ardían como si le hubiesen echado alcohol.

— ¿Gia? —Cuando aclaró su visión borrosa, vio los delgados brazos de la castaña intentar llegar a los tubos de la celda donde se encontraba cautivo. Tosió y con lentitud se acercó más a las barras.

—Estás vivo... ¿cómo te encuentras? —La voz de la chica parecía débil y el solo asintió.

—Terrible, pero no pienso morir, ¿cómo has llegado aquí? —Le preguntó mientras intentaba agarrar la pequeña mano de la chica y soplaba las pequeñas heridas en ella.

—Cuando desperté ya estaba aquí, no creí que te capturarían tan rápido... Lo siento tanto Yoongi. Es mi culpa, yo...

—No es tu culpa Gia, Jimin y yo pudimos entender algo de lo ocurrido y fue tarde... Solo que ahora, no sé qué harán con él. -Suspiró y noto que Gia iba a decir algo pero la interrumpió-. Te reprocharé cuando acabemos con esto. Mientras, debemos buscar la forma de salir de aquí. —Le avisó, soltando su mano e intentando incorporarse.

Además de los músculos, sus huesos dolían por el frío del suelo. Se sostuvo de la pared de mármol con moho y estornudó. No veía mucho, estaban casi a total oscuras y las medievales antorchas fuera de sus celdas eran la única iluminación, ya que no había ni siquiera un pequeño hueco por donde entrara algún rayo de luz, no sabía si era de noche o de día...

—Yoongi, ya he buscado, algún objeto o pensar en una salida pero no hay nada... No te exigas. Siéntate, podemos pensar en otra cosa. Tenemos tiempo.

—Joder... —El rubio tiró de una de sus orejitas frustrado. Volvió a acercarse a las barras, cerrando sus palmas con enojo a ellas.

—Sé que saldremos de aquí, de hecho, presiento que querrán usarnos para amenazar a Jimin... Ese era el plan inicial.

—Lo pagarán, muy... muy caro. —Susurró el rubio.

—Está bien, es cierto... Igual, debería ser yo quién se enfrente a cualquiera que venga porque soy responsable, en parte, de esto. Hubiese hecho algo mejor, estaba convencida en mi inexistente fuerza.

—Lo has intentado y es lo importante. Ya está hecho Gia. Solo debemos escapar... Nunca imaginé estar en un lugar así, ni en mis peores pesadillas.

—Esta no es mi primera vez, vaya...

— ¿Qué? ¿Has estado aquí antes? —La castaña sonrió triste, la poca luz del fuego formaban sombras en su rostro, oscureciéndole la mirada a una perdida en los más profundos recuerdos de su memoria.

—Será larga la espera, así que, no le creo mal momento para contártelo... Verás Yoongi... —La chica suspiró y se abrazó los hombros descubiertos.

Ahora que el chico conejo la observaba bien, esta tenía un vestido, que antes fue blanco marfil y ahora estaba manchado por la tierra, algo de sangre y demás, el mismo con el que llegó portando y luego se desplomó en el momento en que se encontraba besando a Jimin.

Suspiró triste al recuerdo y algo dolió en su corazón, no comprendía qué pero el pensar que no tenía idea del paradero o el estado del hechicero le angustiaba. Le atormentaba no estar con él, para él, para protegerlo. Imaginar a un pequeño Jimin asustado, indefenso, temblando ya fuera del propio miedo o frío, lastimado, con las lágrimas picando sus preciosos ojos sin su característico brillo y en su más débil estado terminaba por destruirlo.

Devolvió su perdida mirada a la de Gia para escucharla.

—Sé que... sea lo que sea un tema entre Jimin y yo a ti no te interesa... pero, no me importa, te lo contaré igual, lo debes saber. Tarde o temprano, alguno de los dos te lo terminaría diciendo.

— ¿Qué es?

—Como sabes, estábamos distanciados... Cuando logré explicarle sobre el problema el cual nos mantenía en ese estado, pudo perdonarme, no sé si del todo pero al menos regresamos a ser mejores amigos. Lo que ocurrió fue respecto a su madre, Soo-Yun. —El rubio rápidamente fue transportado a ese día donde era un conejito aburrido y curioso, el cual revisó una fotografía la cual tenía ese nombre escrito en ella, la cual era una imagen preciada por Jimin. Asintió rápidamente para que Gia continuase—. Y como sabrás también ella murió... pero no cómo, ¿verdad? Bien, lo haremos sencillo. Mi padre, asesinó a su madre. Yo estaba siendo retenida por mi propio padre cuando ocurrió, Jimin lo vio todo y creyó que yo fui parte de ello. —La castaña empezó a reír con una angustiada nostalgia—. Yo estaba en shock y no pude detenerlo del miedo. Yo no había hecho nada, exactamente nada ni ayudar en la muerte de su madre ni en su salvación... Jimin quedó horrorizado y la ira creció en él, me dijo que era la peor, que lo había traicionado, me culpó de ello y me preguntó cómo había arruinado nuestra amistad de esa forma... Yoongi, teníamos doce y quince años, no me dejó explicarle nada... Desde entonces, su padre lo alejó de mi y se fueron lejos. Nunca pude decirle, que en realidad, yo también era rehén de quien había llamado padre por toda mi corta vida, y que solo quería estar con mi mamá lejos de él porque sabíamos que sería capaz de perseguirnos si alguien no lo detenía. Te preguntarás que pasó ese mismo día, bien, en resumen... El padre de Jimin llegó, tarde, pero nos había obligado a permanecer juntos encerrados en una habitación, aunque Jimin lo intentó no pudo salir, estaba bloqueada. Mi padre había escapado, jurando que volvería por mi, pero el señor Park pudo enfrentarse a él en una larga batalla que casi le costó la vida, pero logró asesinar a mi padre de una forma rápida; contraria a la de como mató a su esposa. Lo sé, porque inevitablemente lo vi casi todo mediante un hechizo que aprendí de él... Nunca vi una forma de matar a alguien tan cuidadosa. Nunca estuve tan agradecida tampoco.

El mundano pasó saliva por su garganta. Se remojó los resecos labios y se quedó en silencio procesando la abrupta historia de Gia.

¿Eso era lo que le había prohibido a Jimin contarle la primera vez?

Qué estúpido, se dijo. Lo peor era que no entendía porqué había actuado de una forma tan a la defensiva cuando el pelirrojo se había ofrecido a contarle sobre algo traumático que marcó parte de su vida en su tan temprana edad.

—Te debo una disculpa Gia. Pensé mal de ti y... Jimin... Me odio por haberle dicho que no me interesaba lo que habían hablado cuando el intentó explicarme como hizo las pases contigo. —Dijo con sinceridad mientras se restrengaba el flequillo más largo que le picaba los ojos.

—Quieres decir... ¿que estabas celoso Yoongi? —La castaña entrecerró sus ojos de forma acusatoria mientras le señalaba con un dedo.

— ¿Celoso? —El mundano frunció su ceño confundido. Gia sonrió con más viveza en su rostro esta vez.

—Eres un tonto, aigoo. —Se burló con una inevitable ternura, recuperando ese humor que creyó se le fue arrebatado.

Esos dos, para la pequeña bruja, eran unos inútiles para el tema del amor, pero era bueno tenerla con ellos.
Se encargaría de hacerles comprender a ambos sus sentimientos; tal vez por el hecho de que ahora confiaba en Yoongi o porque apreciaba a Jimin... o tal vez porque ya no se sentía triste al verlos juntos ni al encontrarlos besándose de una forma tan inocentemente pura, inocente y adorablemente torpe esa vez.

Suspiró.

Ya no se sentía la niña encaprichada con el pelirrojo, se sentía más segura de ya no sentir ese amor que le fue siempre demostrado y rechazado. Pero ya no dolía, no dolía más.
No dolía ahora que sentía la necesidad de salir de aquellas, para ver la verdadera felicidad en el hechicero al volver a estar en brazos de su chico conejo.


Potion ×Yoonmin×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora