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Era sábado por la tarde y el joven Jimin empezó a buscar las hierbas como elementos necesarios para poner en práctica lo que su padre, el señor Park o mejor dicho el hechicero Park le había estado enseñando.

Tomó apunte de cada palabra de su superior para no fallar por décima vez consecutiva en la semana. La nueva receta era para crear una pócima que pudiese convertir a un simple humano en una liebre.

Jimin buscaba una hierba esencial que podía visualizar sobre su cabeza guardada en un tarro de plástico con la etiqueta de "Kizou"; él era bastante bajo y no podía alcanzarlo por lo que se paró de puntillas y su error fue haber intentado tomar el tarro al mover bruscamente su pequeña mano, provocando que este se tambalease y terminase cayéndole en la cara.
Se retorcía de dolor en el piso sobándose la sien y luego de un rato estornudó, la Kizou se había esparcido por sus cabellos y su rostro, se podía decir que la hierba era bastante fuerte y provocaba alergias.

Suspiró una vez que logró quitárselo y se incorporó, percatándose de que sólo le quedaba un poco de la especia, no le importó y lo agarró para llevarlo a la mesa junto a esa especie de caldero, regalo de su padre.
Volvió a fijarse en que todo estuviese listo y comenzó a incorporar cada ingrediente en el caldero junto a otros líquidos, sonrió cuando vio que la mezcla se volvió como el agua y aplaudió contento... Había logrado no echar -ni romper- nada y había puesto todo en orden tal y como su padre le mostró. Con un vaso que tenía cerca lo sumergió en la mezcla, agarrando un poco de ella.

Con apuro llegó a la taberna de su padre, al parecer, aún no llegaban clientes. Se colocó detrás de la barra y dejó el vaso con su pócima allí, se inclinó hacia la pequeña ventana donde visualizó a su padre cocinar y le empezó a contar sobre su exitoso logro.

— ¿Lo has probado al menos? —Le preguntó de pronto el señor Park.

Este había dejado notable su desconfianza en las mala suerte de su hijo con la hechicería. Tomó el mango de la sartén con una mezcla de vegetales salteados para hacerlos girar con rapidez en el aire.
No podía creerle a su hijo, se trataba de Jimin... Torpe y despistado. Debía verlo con sus propios ojos para al fin admitir que el pelirrojo ya podía crear pociones sin equivocarse.

—Aún no. Pero, pronto lo haré. —Le afirmó con su típico tono de voz optimista.

Y su padre lo supuso, encogiéndose de hombros y continuando con la comida.

En ese instante una persona ingresó, haciendo soñar la campanilla de la puerta. Se apoyó en la barra y vio a alguien dándole la espalda, con un notorio cansancio le preguntó:

—Oye... ¿Puedo tomar esto? —Un rubio había agarrado el vaso de Jimin.

Jimin iba a contestar que no pero al voltearse, vio al mundano tragar rápidamente su pócima. Jimin abrió los ojos como platos y cuando reaccionó y le quitó el vaso, todo el contenido ya había sido ingerido por el chico pálido.
Jimin se aterró esperando algún tipo de efecto pero no notó ningún cambio en la actitud del chico.

— ¿Qué diablos te ocurre? —Le preguntó el rubio con confusión luego de que aquel pelirrojo le quitase el vaso bruscamente.

— ¡No debiste haberlo tomado! —El terror de Jimin lo hizo levantar la voz.

Su padre estiró el cuello para ver más allá de su hijo pero este sólo se puso frente a su vista.

— ¿Sucede algo Jimin? —Preguntó con clara curiosidad por los altos alaridos del mismo .

— ¡Nada! —Dijo más calmado y apresuradamente se dio la vuelta hasta posarse al lado del rubio cuando su padre estaba centrado en revisar el horno—. Sólo es un amigo, debemos irnos, adiós. —Le dijo rápidamente empujando al chico que se había quedado callado con el ceño fruncido y mueca de desagrado.

— ¿No quieres llevar algo para comer...? —Preguntó el señor Park, pero no recibió ninguna respuesta así que volvió a fijarse por su hijo, pero no había rastro de él ni de su amigo. Suspiró... Niños.

~

Jimin se detuvo cuando arrastró al rubio frente a su propia especie de estudio donde preparaba sus pociones y demás aunque sólo se trataba de su habitación. Abrió la puerta e ingresó.

—Ven, pasa. —Dijo Jimin con nerviosismo, invitándolo a ingresar. Ni siquiera lo conocía pero ahora le preocupaba más que ocurriría con él.

— ¿Por qué debería? —El rubio retrocedió unos pasos con desagrado. Se podía notar en grande su rotundo NO.

No lo conocía y no sabía porque había actuado así tan de pronto. Odiaba que no le diesen explicaciones y le hablasen con tanta confianza la primera vez que lo veían.

Jimin resignado, suspiró y tiró de los brazos del rubio obligándolo a entrar sin poder resistirse. Este no tenía fuerza y Jimin sí, por lo que fue fácil. Cerró la puerta y se volteó para ver al rubio.

—Es que, no debiste tomarte eso porque era una pó... —Se interrumpió cuando vio al rubio desplomarse frente a sus ojos como bolsa de papas—. cima... —Acabó y empezó a gritar—. Oye, espera, humano, no te duermas. —Le dijo, arrodillándose a su lado.

Potion ×Yoonmin×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora