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—Dámela.

—Jimin, para, se caerá. —Yoongi forcejeó con el hechicero. La piedra que estaba comprobada, que era falsa, estaba siendo pasada entre cuatro manos.

A la mañana siguiente, habían decidido ir a un taller de artesanía vacío al que Jimin tenía acceso. Debían asegurar sus dudas y por ello era mejor ir a un lugar alejado donde comprobarlo, con las herramientas necesarias. Entonces cuando acabaron con la detenida inspección necesaria, el hechicero quería regresar a donde los Superiores y exigirles pagar por ello.

—Ya no importa Yoongi, debo reclamarles por esto. —Insistió.

—No, no puedes ni podemos ir de nuevo allí por esto, es estúpido, ya déjalo. —Las palabras del rubio, eran fácilmente ignoradas.

— ¡Hyung! ¿Quieres o no regresar a la normalidad? —Jimin le preguntó levantando la voz. Yoongi retuvo el aire unos segundos. Exhaló y lo miró fijamente.

—Jimin, no me estás escuchando.

—Te escucho perfectamente. —Dijo, sin importarle que se expusiera su creciente enojo en toda su expresión facial.

—No, me estás ignorando completamente. —Le afirmó con dureza. El pelirrojo frunció su ceño, sus ojos se volvieron algo rojos y paró el forcejeo cuando escuchó al rubio—. Ya encontraremos la solución. —Afirmó, suavizando su voz. Agarró la muñeca del hechicero para deshacer una de las manos del agarre de la piedra. Una lágrima de frustración, seguida por otra, bajaron por el rostro de Jimin.

—Debes odiarme tanto, nunca estoy solucionando nada, no estoy mejorándolo, estoy empeorando todo. —Dijo con un nudo en la garganta, agachó la cabeza y cerró los ojos—. Desearía tanto que tuviéramos esa joya, desearía tanto hacer algo bien por una vez en mi vida. —Yoongi se estremeció con la sinceridad del menor, y con desesperación no supo que hacer.

El chico conejo agitó su cabeza y la capucha que ocultaba sus orejitas se bajó, con inseguridad se acercó a los pocos centímetros que estaba del hechicero y lo abrazo, aun sintiendo como este no le correspondía.

— ¿No deberías desear cosas mejores? Cualquiera puede decir que yo me merezco cosas peores a la de ser mitad híbrido. —Afirmó el mundano.

— ¿No deberías dejar de suponer que te mereces cosas peores a estas? ¿No deberías pensar que la vida está en deuda contigo, que nada material puede pagarlo? ¿No? ¿No deberías creerlo? Pues deberías Hyung. Porque tú mereces tanto que nunca se te fue dado. —La voz ronca chocó en su cuello.

Yoongi se sintió sin aire. Su mente estaba en blanco, ¿qué era ese sentimiento que, desesperado, quería ser liberado? Sentía impulsos, impulsos de hacer algo por esas palabras del menor que eran las que provocaban a su ser ir en contra a las negaciones de su mente.

Él podía notarlo. Park Jimin no era torpe, sus acciones podrían serlo, sus decisiones podían serlo, pero él no lo era. Park Jimin, sus pensamientos, sus palabras, su modo de hablar, sus expresiones, sus ideas, sus planteos... eso era algo más allá que simples divagues, mucho más. Cuando lo escuchaba hablar así, con tanta seguridad y decisión, podía confirmarse que no habría otra persona en el mundo que superase su capacidad... esa de hacer que su corazón latiera alocadamente, lo dejara sin habla, sin aire y sin palabras. Esa capacidad, de ser una venda sanadora que se acentuara en la herida, que cuando mejoraba volvía ser abierta, para ser un nuevo repuesto. La voz de Jimin era una suave y melódica calidez que susurraba a su oído las mejores verdades o mentiras, sinceras o inocentes, sobre él, de quién era, de cómo lo veía, de cómo lo consideraba como persona.

Era ese sentimiento, de sentirse importante a alguien, el que sentía en esos instantes. No quería hacerse ideas, pero tenía ese presentimiento.

—Entonces, tú te mereces algo que sea más grande que el universo y las estrellas. Deja de menospreciarte, o seré yo quien personalmente te abofetee. Sabes que, tu torpeza no supera tu grandeza Jimin.

Potion ×Yoonmin×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora