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Yoongi miró al pelirrojo rápidamente cuando se acercó sobre su cuerpo y le señaló su garganta y luego miró al frente, estirando su brazo para agarrar el bloc de notas y la pluma. Jimin sacudió su cabeza y recordó que aún faltaba un rato para que el otro pudiera hablar normalmente.

—Pensé que harías otra cosa... —Susurró.

Yoongi no entendió y lo ignoró. Se sentó a su lado y anotó rápidamente:

"Préstame ropa, luego te la devolveré. No tengo la mía"

Yoongi miró a Jimin esperando respuesta, este se fijó en como otra gota de agua de una de las orejitas del rubio caía sobre una de las palabras y la tinta se tornaba borrosa. Levantó su cabeza y reaccionó.

—Si, si, claro. Te podrías enfermar. Ya regreso. —Dijo, levantándose torpemente para correr hacia su armario en una pequeña habitación.

Jimin empezó a buscar ropa al azar para el rubio. Agarró una remera de mangas largas negro y blanco. Unos jeans y unas zapatillas Converse.
Se volteó con la ropa en sus brazos y con un movimiento brusco quiso apagar la luz pero se tropezó y se pegó el dedito del pie que a pesar de estar con medias no pudo amortiguar el impacto. Se lamentó cuando se tiró al piso ruidosamente.

— ¿Qué ha ocurrido? —Yoongi había escuchado el golpe en el armario y se asustó, apareciendo en el marco de la puerta apoyando las manos en este.

—Me lastimé el dedito. —Dijo con una mueca de dolor desde el piso.

Jodidamente adorable, la subconsciencia de Yoongi pensaba demasiado. Se calló mentalmente.

— ¿Eres idiota...? Espera, no debes responderme lo obvio.

—Lo siento... —Dijo haciendo otro puchero.

Yoongi se acercó a su altura para agarrarle las manos y levantarlo de allí. El cabello rubio le rozó la frente al hechicero y este pudo sentir el aroma al shampoo de naranja y coco.

— ¿Has usado los shampoos y las sales? —Preguntó.

—Tú dijiste que podía usar lo que quisiera. —Se defendió.

El pelirrojo sonrió y asintió.

—Ya regresó tu voz.

—Oh, sí, tienes razón. Tal vez has sido tú. —Dijo con una mueca carraspeando.

—Respecto a la ropa interior... tengo un cajón con nueva que no he usado... puedes escoger la que quieras. —Susurró avergonzado.

—Está bien, gracias. —El chico conejo escogió al azar y cuando estuvo toda la ropa en sus manos se fue nuevamente al baño para vestirse rápidamente.

Una vez vestido, visualizó a Jimin abriendo cajones y cerrándolos velozmente.

—¿Qué buscas? —Yoongi se acercó, quedando a su lado.

—Oh, un secador, tienes el pelo húmedo no puedes enfermar. —Dijo con advertencia en su voz.

Jimin encontró el aparato y corrió a su cama, enchufándolo en su pared.

—Ven. —Le indicó el hechicero. Yoongi frunció su ceño.

—Yo puedo hacerlo. —El rubio se excusó.

—Sólo ven Yoongi Hyung. —Le insistió.

Esperen, ¿qué?, ¿Hyung?, ¿Yoongi Hyung? El estirón del pelirrojo al rubio le quito el pequeño transe y lo obligó a sentarse bien.

—Dame la toalla. —Le pidió Jimin. Yoongi se la pasó.

El pelirrojo comenzó a secar el pelo del rubio con cuidado extrañamente no le estaba arrancando los pelos. Un milagro siendo que en la torpeza de Jimin no sé podía confiar.
Cuando acabó con el cabello se dirigió a las suaves y esponjosas orejitas del chico, pasó suavemente la tela sin prisa y sin notarlo Yoongi había cerrado los ojos por la caricia, le daba sueño y le relajaba bastante. Jimin se detuvo y le avisó al chico.

—Voy a secar tu pelo ahora, ¿está bien Hyung?

— ¿Cómo sabes que soy tu Hyung? No sabes mi edad. —Yoongi había volteado un poco su cabeza hacia el otro que estiraba el cable del aparato.

—Porque presiento que eres más grande que yo. —Le dijo, girando la cabeza del rubio hacia el frente para comenzar a secar su cabello sin llegar a sus orejitas.

Una vez que acabó Yoongi se dejó caer hacia adelante, en la cama.

—Muero de hambre. -Comentó y Jimin coincidió.

—Iré por comida. Quédate aquí.

El rubio asintió y se encogió en la cama del hechicero. Envolvió su pequeño cuerpo con una colcha suavecita y la abrazó inhalando el agradable aroma. Eso... Olía como el hechicero. Se alejó rápidamente y se dispuso a ordenar sus pensamientos.
¿Qué estaría haciendo su familia? ¿Estarían buscándolo? No, imposible, ellos no lo querían y lo único que le recordaban siempre era que tan desagradable les era su propia existencia. Definitivamente no podía alterarse por eso. Mientras no muriera en el lugar en el que se encontraba, todo estaría bien.

~

— ¿Papá has preparado algo? —Le preguntó su hijo, con unos notables nervios.

—Sí hace un rato. Hoy comemos lasaña. —Le avisó.

—Oh, genial. Me serviré entonces. —Le dijo y con paso apresurado se acercó a la cocina. Cuando encontró la comida, se sirvió una notable gran cantidad.

— ¿Para qué tanto hijo? —Le interrogó su padre, con sus obvias sospechas.

—Eh, eh. Hoy tengo mucha hambre. Estoy estudiando un nuevo hechizo y me canso rápido y necesito energías por lo cual... —Le sonrió nervioso y su padre sólo asintió—. Así que... ¡Comeré hoy en mi cuarto. Buenas noches papá! —Gritó y salió corriendo para su habitación.

El señor Park sólo rió ¿Hasta donde llegaría ese niño? Era tan despistado que ni siquiera notaba que él ya estaba al. Tanto de la situación.

~

—Lo siento por hacerte esperar. Tuve que mentirle a mi padre. —Dijo Jimin, dejando la bandeja con lasaña en la mesa. Notó que Yoongi no le contestó y se encontró con que este estaba con las piernas cruzadas, sentado en la cama y mirando a la nada—. Oye, Hyung. —Le llamó moviendo una mano por enfrente de sus ojos. El rubio reaccionó y lo miró—. ¿Ocurre algo malo?

Si esto no es malo, no sé qué es, quiso decir pero no tenía ganas de regañarlo. Sólo negó.

—No es nada.

Jimin no le creyó.

—Si tienes alguna incomodidad puedes decirme. Sólo si tu quieres claro... Yo no sé lo diría a nadie. —Le aseguró. El rubio sólo asintió—. Traje la cena. —Le avisó y se acomodaron en la mesa.

Comenzaron a comer y lo único que se oía era el chocar de los cubiertos unos con otros.

—Entonces... Hyung ¿cuántos años tienes? —Le preguntó el hechicero con una mirada curiosa—. Menos de 30 es posible. —Opinó masticando un pedazo de masa.

El chico movió las orejas y con rareza le miró.

—Tengo veintidós. —Le dijo. La cara victoriosa de Jimin le sonrió.

—¡Lo sabía!

—Nunca dijiste que sabías que tengo veintidós. —Le desafió.

—Pero sí que eras mayor. —Le sacó la lengua en burla y el otro rodó sus ojos.

— ¿Y tú chico hechicero? —Terminó de comer y alejó el plato, estirando los brazos sobre su cabeza.

—Tengo veinte. —Le afirmó.

Yoongi empezó a reír.

—Por como eres te calculaba un puberto de quince.

—¡Oye! Ya soy un adulto. —Dijo ofendido, cruzándose de brazos.

—Si... Lo que digas Park Jimin. —Yoongi siguió riendo mientras cerraba los ojos con una pequeña sonrisa.

¿Hace cuánto no tenía una cena donde habían risas antes que peleas? Cuando menos lo pensó esa simple charla lo distrajo de los pensamientos más turbios que le estaban acechando.

Potion ×Yoonmin×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora