Capítulo treinta y cuatro

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Escuché que me pidió que no lo dejara. Tenía la voz quebrada, parecía que iba a llorar, y yo siempre detesté que hiciera eso porque me gusta verlo feliz. Así que junté todas mis fuerzas y le respondí que jamás lo haría. Me urgía asegurarle que la distancia a nosotros no volvería a afectarnos, que, en realidad, nada lo haría. Ni siquiera el coma en el que caí. Y esta era la prueba.

—Gracias por estar conmigo, significa mucho que me apoyes.

Escaneo su rostro, tiene ojeras notorias, aunque menos que en días anteriores. Está descansando mejor y se nota. Tomo el crédito por eso, pues le he aclarado que quiero que duerma bien antes de venir a verme. También le dije que se alimente correctamente porque sé que no ha estado comiendo como debería. Además, Isaac me lo ha confirmado.

Miro sus ojos. Esos ojos avellana son lo primero con lo que me encontré al despertar. No pude sentirme más en paz cuando lo vi a mi lado. Oír su voz fue algo relajante, un sosiego ante mis temores, pero ver sus iris era lo que más necesitaba.

Él es el consuelo al que me dirigía antes de chocar. Y a pesar de que pasaran días, el sentimiento de traición no abandona mi cuerpo, ni siquiera un poco. Estar dormida me alejó de ese dolor, pero al despertar todo vino de golpe. Me alegra tenerlo a mi lado. Se está portando como un gran amigo. Gastón es el hombro en donde puedo apoyarme, ahora que siento que estoy cayendo por un precipicio.

—No tienes nada que agradecer y te lo he dicho miles de veces —me acaricia la mejilla y me pierdo en aquel roce. Cómo me encanta que haga eso. Es un gesto dulce y que me genera confianza.

—Eres un buen amigo.

—Tú también lo eres —sonríe—. ¿Cómo estás? Sentimentalmente —aclara. Su forma de hablarme es tan relajada que me genera lo mismo. Siempre que se va detesto que su calidez se vaya con él. Gastón es quien me ha estado apoyando más en el tema de Liam junto con Stef, pero él realmente se lleva el premio porque me entiende al cien por cien. Pasó por lo mismo, y entonces sabe de primera mano lo que se siente.

—Más o menos —respondo, apartando la mirada.

—Lo sé —asiente—, pero te pregunto porque tengo la esperanza de que cada día se te haga más fácil estar sin él.

Suspiro.

—No es así, costará un tiempo.

—Lo sé... pero aspiro que te cueste menos que a mí soportar ese dolor.

—Tú eres más fuerte que yo.

Suelta una pequeña risita y me da ternura. Me roba una sonrisa y eso parece gustarle.

—No creo serlo... para mí tú lo eres. Y, ¿ves? Ya estás sonriendo —me dice y aprieta mi mejilla para después apartar su mano y tomar la mía.

—Es porque tú te reíste —explico.

—Me alegra saber que estoy sirviendo para algo.

—Sirves de todas las maneras —le hago saber.

Después de hablar de temas sin sentido, como una táctica suya para distraerme, Gastón me dice que ha descargado una película de amor en su teléfono para que la veamos juntos. Le agradezco de todo corazón porque se ha tomado el tiempo de descargarla sólo para mí. Me viene bien ver algo que ocupe mi mente. Estoy muy aburrida y cansada de estar en esta cama.

Algo raro que pienso cuando la película ha terminado es que no pensé en Liam ni un momento, cuando los protagonistas empezaban a pelearse de una forma muy similar a la discusión que dio por finalizada mi relación. Pero ahora que lo recuerdo todas las ganas de llorar me invaden.

Quiero olvidarme de él porque ha sido un auténtico estúpido que no me cuidó como debía hacerlo, pero no puedo... . No puedo. Me duele pensar que hace una semana atrás todo estaba perfectamente bien y hoy, sigo asimilando que mi compañero de siete años me puso los cuernos y luego me pidió que nos casáramos.

Me trago el nudo en la garganta e intento retener las lágrimas para que Gastón no me vea llorar, pero oye cuando esnifo y me da una mirada. Entreabre los labios para decir algo, pero con mis ojos cubiertos de lágrimas le suplico que no diga nada. Se sienta en mi cama y se inclina a abrazarme con cuidado de no lastimarme. Besa mi cabeza con ternura y me siento estúpida por llorar por ese maldito descarado. Él no merece que yo esté así.

El día que desperté no tardé mucho en preguntar por Liam, y Gastón respondió que mis padres no quieren que él se acerque a mí, después de lo que pasó. Según mi amiga, Gastón le pegó a mi ex, cuando le pregunté para ver si era verdad lo que Stef me dijo, él asintió y no parecía haber ni un solo rastro de culpa por ello. Parte de mí le agradecía, pero la otra parte que no odia a mi ex, esa que lo sigue queriendo y que intenta protegerlo, se sintió mal por saber que lo lastimaron. Soy patética.

—No me gusta verte llorar.

Suelto un sollozo y me aferro a su cuerpo con fuerza.

De esa manera permanecemos. Juntos. Sin separarnos ni un segundo. Sin decir ni una palabra.

Gastón

Permanezco en silencio mientras la observo dormir plácidamente, después de llorar. Desde que despertó del coma me siento mejor, más relajado, más calmado, sobre todo luego de que las pruebas que le han hecho revelaran que Brisa va mejorando con los días, a pesar de tener una herida grande en la pierna, en su estómago y un golpe en la cabeza. A veces se queja del dolor, pero los medicamentos y la anestesia la ayudan a descansar.

—Hola, Gastón —susurra Stef, cuando entra en la habitación con Matt. Me levanto para darle un abrazo y saludar a Matt—. ¿Cómo está? —observa a Bri con pena.

—Ha estado llorando un poco por lo de Liam, pero se quedó dormida hace un rato.

Asiente, comprendiendo la situación.

—Me llamas cualquier cosa, ¿sí? —le pido.

—No te preocupes por nada, cualquier cosa que pase te decimos.

Le agradezco y me acerco a Brisa para darle un beso en la frente. Temo por un momento a que se despierte, pero cuando me alejo veo sus ojos cerrados y sonrío débilmente. ¡Mierda!, de verdad no me gusta verla así.

Cuando salgo del hospital el aire fresco atraviesa mi cuerpo. La luz de la luna llama mi atención. Le doy unos billetes a un niño pequeño que se acercó a pedirme limosna. Le doy lo suficiente como para que pueda comprar algo para comer y beber durante la semana, y me voy al auto con una sensación de pena por el pequeño.

Al llegar a la casa voy al refrigerador y saco el pastel que la empleada dijo que me prepararía. Dejo un poco para mañana, pero solo un poco. No he comido nada en casi todo el día y he estado hambriento hasta hace un momento.

Me meto en la ducha y me voy a la cama a descansar. Mañana volveré al hospital después de una cita de trabajo con mi representante. He estado dejando de lado mis ocupaciones por estar con ella, pero el tiempo a su lado ha valido totalmente la pena. Ella ahora es mi prioridad. Me cubro con las mantas, y mis ojos permanecen abiertos en medio de la oscuridad. Pienso en ella. Me gusta. Hoy me doy cuenta de que realmente quiero algo con Brisa.

Cierro mis ojos y dejo escapar el aire acumulado en mis pulmones. Hoy es otra noche más desde que ha despertado, en la que puedo descansar mejor. Sé que saldrá adelante, y es la mejor sensación que en este momento puedo tener.

 Sé que saldrá adelante, y es la mejor sensación que en este momento puedo tener

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Destinados #D1 (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora