Capítulo treinta y dos

Start from the beginning
                                    

—¿Puedes explicarme cómo es que tiene tu teléfono, Liam?

Entreabre la boca y mira hacia todos lados, como si estuviera pensando qué decirme, qué inventarse. Un pinchazo en el pecho me provoca que lo mire indignada. Conozco esa mirada en Liam, esa que oculta cosas, esa que miente.

—¡Explícame! —exijo, levantando la voz.

—No sé cómo lo consiguió, no tengo ni la menor idea. Lo juro.

—¿No sabes? No me convence lo que estás diciendo.

—¡Brisa, ella está loca!

Alzo las cejas.

—¿Ella está loca?, ¿de verdad? Porque parecía muy sorprendida por que la atendiera yo. Me parece que me estás viendo la cara de estúpida, Liam. ¿Qué diablos hacía llamándote? Quiero que me digas. Porque la cabeza está dándome vueltas... y tú con tanto viaje que haces últimamente... no sé qué creer. ¡Mierda!

Me toma de las manos, pero yo me zafo. Tengo ganas de llorar, y voy a hacerlo en cualquier momento. Sin embargo, lucho por seguir conteniéndome. Mi orgullo no quiere que él me vea con lágrimas rodando por mis mejillas.

—No sé por qué me ha llamado.

—¡Ay, por favor! ¡No te creo, Liam! No estás siendo convincente. ¡Tu voz está temblorosa y yo sé cuándo me mientes!

—Amor, no sé qué es lo que creas que está pasando, pero te asegu...

—¡No! —lo interrumpo—. ¡Mírame a la cara, Liam! Mírame y dime que tú... no has estado engañándome. Y no me mientas. ¡A mí no me mientas!

Sus ojos no se despegan de los míos y me concentro en la profundidad de ellos, intento buscar la verdad en el color verde de su mirada y por lo que veo... más ganas me dan de echarme a llorar. Su silencio me lo explica, pero sus ojos me lo confirman. La forma en que me observa es de culpabilidad. Cuando menos me doy cuenta, una lágrima empapa mi cara. Ya tengo la respuesta, pero necesito oírla. Me va a doler horriblemente, pero necesito saberlo. Y no es masoquismo.

—¡Ay, nena! —susurra y me limpia la mejilla. Lo dejo y cierro los ojos un segundo mientras hace contacto con mi cara. Suspira—. ¡No sé cómo decirte esto...! Porque me duele verte mal. ¡Me duele verte llorar!

Aprieto los dientes con fuerza y lo empujo, quitándolo de mi lado. ¿Le duele verme llorar?, ¿le duele verme mal?

—¡¿Me engañaste o no?!

Se agarra de la cabeza.

—¡Perdón...!, ¡perdóname, amor, perdóname!

Cierro los ojos con fuerza. Ahora los sollozos también se hacen presentes. Me tapo la cara para que no me vea, pero me siento más estúpida. Me siento realmente una idiota. ¿Cómo pude estar casi siete años con una persona y no darme cuenta de que me iba a dañar?, ¿eso se sabe... se presiente? No sé. Pero yo no intuí cosas graves en nuestra relación. Pensé que él era mío y yo era suya y nada más.

—¡Mierda, Liam!, ¡¿qué diablos te pasa?!, ¿cómo puedes...?

¿Cómo pudo haberme pedido matrimonio después de engañarme?

—¿Cuándo pasó esto?, ¡¿desde cuándo me ves la cara de estúpida?! —le pregunto.

Se frota el rostro con frustración.

—¡Jamás te he visto la cara de estúpida, Brisa! No pienses eso porque jamás...

—¡Ah!, ¿no?, ¿engañarme no es verme la cara de estúpida? —sollozo. Quiero golpearlo, darle una bofetada, lo que sea. Porque tengo una gran ira corriendo por mis venas. Mi cerebro está teniendo un gran problema para asimilar lo que está pasando. Me imagino parada en medio de un mal sueño, pero sé que no es así y tengo que enfrentarme a un problema al que nunca pensé que tendría que ponerle la cara.

Destinados #D1 (Completa)Where stories live. Discover now