Capítulo veintinueve

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Su celular suena y el tono me parece de lo más molesto.

—Atiendo y vuelvo —vocifera y frunzo las cejas.

—Estoy aquí cerca, no me levantes la voz. ¿Por qué no atiendes en la habitación?

No me responde y se va. ¿Por qué no contesta aquí? No soy ninguna chismosa como para que tenga que irse del cuarto. Me quedo mirando el techo, esperando a que Stef aparezca. Podría ir a donde ella, pero no quiero incomodarla. Seguro Matt la llamó y querían hablar de algo. Bueno, no sé. Soy su mejor amiga, pero sé respetar su espacio. Si se ha ido es por algo.

Apago la música y cierro las cortinas de la ventana después de trabarla.

—Volví. —Me volteo a verla. Me sonríe—. ¿Estás lista? —dice con entusiasmo.

—Sí, aunque, en serio, amiga, deberíamos reconsiderar el tema de la ropa porque no me convence. —le insisto.

Rezonga.

—No empieces, estamos bien —toma mi mano—. ¡Nos vamos!

—¿Estás bien? —le consulto mientras me arrastra por el pasillo hasta la puerta del departamento—. Estás rara.

—¡Bufff!, ¿qué dices? Estoy perfectamente, Brisa. No empieces con tus preguntas, ¿quieres? Los chicos nos están esperando en el restaurante.

—¿Quién te llamó? —cierro la puerta con llave y me cuelgo la cartera que casi no llego a tomar por culpa de Stef.

Se adelanta unos pasos y presiona el botón del ascensor. La miro con asombro cuando veo que se mete dentro.

—¡¿Qué haces metiéndote ahí?! ¡Te dan miedo los ascensores! — le recuerdo.

—¡Vamos tarde! —exclama.

—Tú estás más emocionada que yo. ¿Seguro que quieres bajar por ahí?

Asiente y su mirada me convence enseguida. Quizá esto la ayude a darse cuenta que no tienen nada de malo los ascensores.

Entro y presiono el botón de la planta baja. En todo el transcurso en el que estamos metidas allí me quedo observando a Stef, está apoyada contra el muro y callada, muy callada. Me parece que su miedo no se pasará.

Salimos al exterior, y parece más relajada cuando llegamos a su auto. A veces es tan exagerada... pero bueno, supongo que es normal estar traumada con los ascensores, si de niña te quedaste encerrada en uno, durante tres horas, como le pasó a ella.

—¿Tienes la dirección?

—Sí. No te preocupes.

El viaje al restaurante es un poco largo. Yo no sé dónde queda, pero parece que no es tan cerca como pensaba. Ni siquiera sé el nombre del restaurante, no me molesté en preguntar porque no me interesa, solo quiero cenar, reírme, oír a los chicos y a Stef hablar y olvidarme del mundo por un momento. Quiero disfrutar mi cumpleaños y no pensar que mis padres y mi abuela no están conmigo para darme un abrazo.

El viento fresco de la noche entra en el auto y cierro los ojos un rato, disfrutando de la vibra que golpea mi cuerpo con suavidad. Miro las estrellas cuando decido abrir mis párpados y sonrío cuando en la radio pasan la canción de 5 Seconds Of Summer que oí con Stef en la mañana. Tarareo un poco y me decepciono cuando termina.

—¿Puedo saber qué deseaste hoy en la mañana cuando soplaste la vela?

—Eso no se dice.

—Anda, dime.

—Eso no se dice —vuelvo a responder.

Gastón aparece en mis pensamientos. Hoy tenía una cita con la chica del club... ¿Cómo le habrá ido? Espero que bien, y a la vez que no. A veces soy tan egoísta y mala amiga, en este caso. Gastón se merece tener un poco de amor en su vida, alguien que lo ayude a despejarse, alguien que lo haga feliz como Liam me hace a mí. Porque Liam me hizo y sigue haciéndome feliz... ¿o no? Sí, claro que sí.

Destinados #D1 (Completa)Where stories live. Discover now