En ningún momento había pensado que ella podía estar de novia. Supongo que me había quedado con la imagen de la Brisa soltera que dejé en Nueva York hace unos años atrás para irme a Inglaterra. Ahora soy más consciente de cuántas cosas cambiaron. Y sí... ¡pasaron nueve malditos años! 

Una sensación rara me recorre. Es como si sintiese celos, pero sé que no puede ser eso. A mi mejor amiga, es decir, a mi ex mejor amiga siempre la vi como todo menos como una chica que me pudiese llegar a gustar. No voy a negar que la hermosura que ha seguido acumulando durante los años me ha dejado un poco descolocado y con unas cosquillas extrañas en el estómago... pero celos... celos no pueden ser. No. 

Asiente.

—¿Desde hace cuánto?

— Casi, siete años.

—¿Qué? —es lo primero y lo único que sale de mi boca. ¿Siete años?, ¿en serio?

Eso es todo un logro, es algo a lo que siempre quise llegar, con Sofía, mi exmujer. A eso y a muchos años más. Bueno, al menos yo quería llegar a ello porque sí, la quería un montón. Ella decía que también, pero se ve que no lo suficiente como para estar solo conmigo y no con otros cientos. Siempre fui mente abierta, las mujeres pueden hacer lo que quieran con su cuerpo siempre y cuando haya un límite, por supuesto. Pero jamás estuve a favor del engaño. Si Sofía estaba conmigo solo tenía que ser conmigo. No había espacio para un revolcón con ningún otro hombre. Es cuestión de respeto hacia la pareja y hacia la misma persona. 

—Te ves sorprendido —dice. 

—Pues, sí, lo estoy, demasiado. Son muchos años. ¿Estás de novia o comprometida? —miro su mano, pero no encuentro ningún anillo. 

—No, estoy de novia. 

—Como saliste de fiesta anoche no pensé que estabas de novia, siempre fuiste de decir que no te agradaba que las personas salieran solas estando en pareja. 

—Sí, bueno... sigo pensando eso. Liam y yo pactamos ir el día de la inauguración, desde que nos enteramos que iban a abrir el club. Me hacía mucha ilusión ir, pero hace unos días él tuvo que viajar a Nueva York por unos trámites de la empresa de su familia e insistió en que fuera con mi amiga Stef a divertirnos para no quedarnos encerradas los últimos días de vacaciones.

—Liam, así se llama. —digo sin darme cuenta.

—Sí —sonríe. 

—¿Cómo pasó todo?, ¿cómo se conocieron? —le pregunto intentando indagar sobre este romance tan inesperado para mí y tan estable para ella. 

—Bueno... una vez mamá me dijo que iban a intentar negociar con Levone, la empresa del padre de Liam y me pidió que estuviera presente para que fuera dándome una idea de cómo es el tema de los negocios con otras asociaciones... Liam y su padre entraron a la sala de reuniones y cuando lo vi, me quedé medio embobada y me dije a mí misma: «¡No puede ser tan lindo!» Cuando nos sentamos todos, notaba que su mirada estaba sobre mí, a veces disimuladamente y a veces no. Por suerte tuvimos que planear otras reuniones más, así que en el segundo encuentro hablamos un poco, y en el tercer un poco más, y en el cuarto mucho más y fue cuando me pidió mi número de teléfono. 

—Imagino que se lo diste —le digo, sintiendo esa pequeña presión en el pecho. Si no nos hubiésemos distanciado yo ya sabría de esto desde el momento en que empezó. 

Destinados #D1 (Completa)Where stories live. Discover now