—¿Qué?, ¿murió?, ¿qué pasó? —me pregunta, sinceramente afectada. Ella sabe lo importante que era Francescca para mí.

—Poco después de que me fuera a Inglaterra le diagnosticaron cáncer de hígado, la terminó matando tres años después. —no es agradable recordar la muerte de alguien tan querido. En lo particular prefiero mantener siempre en mi cabeza solo los momentos gratos en los que compartimos vivencias maravillosas.  

—Lo lamento mucho, Gastón.

—Gracias... 

Me sonríe. 

—Me decías de tu cita...

—Sí, no es una cita de esas, solamente es de trabajo. —le aclaro.

—¡Ah…!

Miro a mi alrededor y le digo:

—¡Qué raro que no vea cajas…! —cambio de tema y me arrepiento, pues recuerdo que mis intenciones no son incomodarla.

—Perdona, ¿qué?

—Digo, anoche me comentaste que te estabas por mudar.

Un rubor notorio empieza a subir por sus mejillas, instalándose allí. La sonrisa quiere formarse en mi rostro, pero me contengo, no quiero incomodar todavía más a Brisa. 

Me estoy preocupando más por sus nervios que por los míos. 

Reparo en su vestimenta, algo que no había hecho. Lleva un pantalón pijama blanco con rayas rosadas, una remera blanca y unas pantuflas con orejas de oso en la parte de arriba. Su rostro está sin una gota de maquillaje y sus orejas llevan unos pequeños aritos de perlas de fantasía blancas. Es un look muy interesante para esta hora de la tarde, pero he de admitir que la hace ver tierna. Aunque esté desarreglada en cuanto a vestimenta no puedo evitar admitir para mis adentros que se ve bonita. 

—No tienes por qué sentir vergüenza, entiendo que lo de vernos fue una gran sorpresa para ti porque para mí también lo fue.

Me mira en silencio, sumida en sus pensamientos. Quizá está pensando qué decirme. 

—No te mudas, ¿verdad?

Vuelve a suspirar. 

—No... 

La miro divertido. 

—O sea, que me mentiste... ¿por nerviosismo?, ¿no querías que viniera a tu casa? —sé que voy pésimo en hacer que se relaje, pero para ser honesto, me da curiosidad saber la respuesta. 
Se vuelve a quedar callada y la admiro en silencio. ¡Joder!... ¡Cómo ha cambiado esta mujer! Está muy hermosa, bueno, siempre lo fue, pero innegablemente, ahora está más guapa aún. Su cuerpo se ha desarrollado por completo. No creo que ahora tenga problemas de autoestima con respecto a su figura, claramente está hecha toda una mujer. 

—¿Cómo conseguiste este departamento? —pregunto. Está muy nerviosa y ya no es divertido verla así... Vine a conversar, a intentar tener una charla con quien fue mi mejor amiga una vez, no a ponerla incómoda. La próxima ni siquiera me va a querer abrir la puerta. 

—Lo alquilé con mi novio hace unos años. 

—¿Tienes novio? 

Destinados #D1 (Completa)Where stories live. Discover now