XXIV

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N/A: Canción de Abba por tener tanta energía /-\ me imagino a Elena y Artemisa corriendo por todos lados xD

Aviso que no está editado el capítulo, mañana me encargo de darle una checadita ;)


—¡¡Tía Elena!! —gritaba Artemisa con el brazo en alto enseñando el papel que halló en el tocador, entre el maquillaje regado—. ¿Qué dice? ¡¿Qué dice?! ¿Es una carta de Santa?

Artemisa se dejó atrapar por los brazos de Elena y se encogió de hombros cuando le depositó un beso en la frente.

—Las cartas de Santa llegan en Navidad —agarró la pequeña hoja rosada.

—¡A mí no me ha llegado una nunca! —estiró el cuello para mirar lo que decía la nota, aunque no sabía el significado del pequeño texto—. ¿Qué dice?

—Ya te llegará.

—¿En serio?

—Te lo prometo.

—¡No se te vaya a olvidar, tía Elena!

Elena le sonrió.

—Claro que no, Artemis.

—¿Qué dice? ¿De quién es?

La última pregunta se respondía sin necesidad de ver la firma o analizar la letra. Era de Romeo, no cabía duda de eso. Mi novio. Se le aceleró el pulso, pensó en lo natural y extraño que sonaba. Acarició la nota, pasó su dedo sobre las palabras que formaban "Querida chica, mi lucero del alba". ¡Qué cursi eres! Se encontró a Artemisa tapándose la boca para que no oyera su risita. En ese momento se dio cuenta del calor fluyendo en sus mejillas y el suspiro que se le escapó. Elena se atragantó con sus palabras.

—¡No sé leer! —exclamó la niña apoyando sus manos en los muslos de su tía—. ¿Quééé diceee?

Leyó la nota en voz alta, le importó poco que hablara sobre flores y su similitud a ellas. Faltaban años para que Artemisa entendiera las metáforas, incluso a Elena le costaba entender las más rebuscadas. Que nadie se lo dijera a Romeo, pero al principio de su noviazgo, las notas que llegaban a las manos de Elena terminaban siendo estudiadas entre el maestro de literatura y el pequeño grupito de amigas de Elena.

—¡¿Vamos a pasear?! —los ojos de Artemisa se iluminaron, una prueba más de su alma libre.

—Aquí dice que una sorpresa nos espera en el castillo —miró su reloj. Habían pasado quince minutos desde que Romeo le dijo que saldría a buscar unas cosas con la vecina—. Esperemos un ratito, falta Romeo.

—¿No se había llevado las llaves del coche? —preguntó Artemisa ladeando la cabeza, inocente.

—¿Qué?

—¡Sí! Yo lo vi.

—Este Romeo...

Elena se levantó de la comodidad del sillón y se dirigió al cuarto para arreglarse, solo faltaba ella, a Artemisa la había cambiado de ropa y peinado poco después de desayunar, alrededor de las nueve de la mañana. Inconscientemente se vistió similar a la niña, una blusa blanca y jeans, mientras que Artemisa vestía unos shorts. Repasó la nota en su mente, tenía el leve presentimiento de que la búsqueda no terminaría en el castillo... aún tenía que descubrir a qué castillo se refería.

¡Aquí no hay construcciones así!

Se llenó de orgullo cuando se dio cuenta que recordaba las rutas de los camiones que pasaban frente al departamento. Siguió su instinto y subieron el que tenía un letrero donde se leía "Santa Isabel". Artemisa preguntaba sin cesar dónde estaba el castillo, Elena no podía hacer nada más que encoger sus hombros, mientras ponía a su mente a recordar cada diálogo que había cruzado con Romeo en todos esos años.

El juego de Artemisa | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora