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AVISO: He publicado un nuevo proyecto, si les gusta EJDA es precisamente para ustedes: se trata de una novela que he querido hacer desde terminar esta. ¿Qué sucedería con El juego de Artemisa + magic, intrigas y brujas/magos? Well, lo podemos descubrir en "Grandes", ya disponible en mi perfil.


Romeo

Globos. Pastel de chocolate. Un brincolín en forma de castillo. Brownies. Animadores. Dulces. Piñata. Paletas heladas. Piscina. Demasiado para la fiesta de una niña que en un mes estaría cumpliendo dos años. Recuerdo las alocadas semanas anteriores, Elena corría y bajaba ayudando a Atenea en todo lo que estuviera en sus manos.

Uno hubiera esperado que disfrutara el resultado final, que su brillante sonrisa estuviera presente. En cambio, jugaba ajedrez con su abuelo rodeada de una burbuja que nadie se atrevió a romper, excepto Atenea.

Se acercó a rogarle a su hermana menor que se quedara un rato más. Elena se negó, ella nunca decía "no" a Atenea. Aún a la distancia podía ver cómo escondía las lágrimas de la pelea espontanea que tuvimos la noche anterior, como todas las demás en los últimos meses.

Accedió a una foto individual con Artemisa y una familiar. Exactamente quince centímetros nos separaron, se sintieron como una galaxia de distancia, fría y aislada. Lo nuestro ya estaba roto, solo estábamos aparentando. Pero ella no pudo más, en cuanto me volteé, segundos después de la última foto, Elena había desaparecido entre los arbustos. Y no fui tras ella. ¿Cómo sabría yo que sería la última vez que la vería en años, que su partida me dejaría con un corte profundo?

 ¿Cómo sabría yo que sería la última vez que la vería en años, que su partida me dejaría con un corte profundo?

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2 de junio de 2015

Romeo salió de los probadores, dándole a Elena una mirada que decía "me la vas a pagar". Colgó casi todas las prendas en el tubo más cercano. Odiaba ir de compras, especialmente con Elena. Su gusto era exquisito, no podía mentir, pero en su diccionario faltaba la palabra "no", las frases "suficiente ropa" y "suficiente por hoy". Elena llenó sus brazos —con un poco de esfuerzo— de ganchos y sus manos de más prendas, que por centímetros no cubrió su rostro por completo. Romeo parecía un pantone que excluía todas las variantes de amarillo, estaba prohibido. El control lo tenía Elena.

—Tardaste. —Reprochó la joven, se impulsó para levantarse de la silla.

—Me tiraste todo un guardarropa para probarme.

—¿Ya podemos ir por un helado? —preguntó Artemisa dejando de jugar con sus dos nuevas Barbies—. ¿Síííí?

—Pagamos y vamos —Elena acarició su cabeza rizada, después se giró a Romeo y se cruzó de brazos—. ¿Listo? ¿Has elegido?

—Eso lo hice cuando vi la ropa colgada, esto es una pérdida de tiempo.

—No es para tanto. —Rodó los ojos.

El juego de Artemisa | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora