Capítulo especial: Eric (XI)

123 27 8
                                    

Spencer no estaba en casa. No sabía ni cómo asimilar eso.

Me senté en los escalones del porche y pude notar cómo Dylan se retorcía ante la duda de si dejarme estar allí o si el porche ya no contaba como estar «en casa» en el sentido más estricto de la palabra. Supongo que gran parte del dilema venía porque yo le caía bien y no le resultaba tan fácil despacharme como a Nicole, o eso quería pensar. La verdad era que me dolería pensar que la razón por la que no me echaba fuese porque me tuviera miedo al ser consciente de que, si quisiera, podría usar mi poder sobre él.

Aunque nunca hubiese abusado de mi poder con él, era algo que los fantasmas sentían; notaban el aura de poder que emanábamos y que nos daba autoridad sobre ellos. ¿Quizás no me había perdonado que usara mi poder para detenerle cuando intentó atacar a Nicole?

Sacudí la cabeza y traté de concentrarme en el problema más acuciante: Spencer y los Lane. Había sido un error irme y darle el espacio que me pedía, pero había sido demasiado cobarde para explicarle por qué sabía que los Lane eran una amenaza para ella. Llevaba tanto tiempo escondiéndome que ya no sabía cómo abrirme a los demás sin sentirme vulnerable.

Porque, seamos sinceros, no temía que Spencer usara esa información para hacerme daño ni en el peor de los casos, por muy enfadada que pudiera estar conmigo. La conocía demasiado bien, sabía que como mucho me convencería de que en lugar de esconderme debería plantarles cara. Y supongo que no estaba listo para dejar de huir.

No seré tan cobarde de culparla a ella. Por más que odiara a los aquelarres, sabía que no me daría la espalda al saber que provenía de uno. Puede que fuera muy terca, incluso prejuiciosa a veces, pero tenía buen corazón.

Era yo el que le había dado la espalda a ella.

Me había ido a un bar y había pedido una pinta de cerveza, pero apenas la tuve delante recordé a Nicole y su determinación a no beber para huir de los problemas. ¿Y qué estaba haciendo yo? Al fondo de una botella no estaban las palabras para convencer a Spencer, ni tampoco el valor para sincerarme, solo excusas para seguir oculto.

Pero esta vez no era yo el que sufriría por mi pasado, sino Spencer. Y eso no podía permitirlo.

Necesitaba explicarle lo que ocurriría si se acercaba a los Lane, lo que le hicieron a mi madre. Ella lo había visto, aunque me negara a contestar a sus preguntas, estuvo allí conmigo. Y, aunque solo fuera para aliviar mi propia culpa, necesitaba explicarle que todos esos años que la había abandonado a su suerte fue porque creí que la habían convertido en una de sus monstruosidades, en un domúnculo. La había dado por perdida para siempre. Y evité acercarme a lo que quedara de ella para evitar ser capturado, sabiendo que no tendrían ningún pudor en usarla como cebo para atraparme.

Si no fuera por la obsesión de Spencer en ir de cabeza contra los aquelarres, mi madre seguiría en ese horrible coma que le habían provocado a base de desconectar el alma de su cuerpo, dejándola atrapada dentro sin poder avanzar al Otro Lado ni contactar con el exterior. Dormida en la prisión de su propia piel.

Dejé la cerveza sin tocar junto a un billete de diez libras y volví corriendo a la casa.

Ver todas las luces apagadas me pareció una mala señal. Sin darme tiempo para meditarlo ni tomar precauciones para no ser visto, salté al plano espiritual. Desde ahí me bastó un vistazo hacia la Casa Kenner para comprobar que, efectivamente, allí no había nadie más que Dylan.

Spencer nunca salía de noche. ¡Si apenas salía a secas! ¿A dónde podía haber ido? Apenas había pasado una hora y había visto la bolsa con la cena para llevar que traía, así que no tenía sentido que no estuviera en casa.

Palabra de Bruja IndomableTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon