Capítulo 39: La apuesta

142 40 4
                                    

Abrí los ojos de par en par, y mi mandíbula se desplomó por la ofensa. Fui a replicarle, pero Eric se me adelantó en cuanto me oyó coger aire con la brusquedad que anunciaba una respuesta tajante.

—No le tomes el pelo de esa forma, Everleigh. No va a entender tu sentido del humor.

Su voz fue cortés, aunque sentía un filo cortante, como una cuchilla escondida entre los pétalos de una rosa. Me obligué a recordar su petición y a cerrar la boca, a cada instante más irritada. ¿Esto tenía que soportarlo Nicole?

—Qué interesante... —murmuró la bruja alternando sus ojos de serpiente de uno a otro—. A lo mejor no quiero que sea una broma.

Noté la tensión recorrer la espalda de Eric y el esfuerzo que hizo para no cerrar las manos en puños, encontrando cada vez más difícil conservar la calma.

—Mi empresa no está a favor de la prostitución ni mucho menos de la trata de personas. Así que me temo que tendremos que dejarlo como una broma por el bien de nuestra relación comercial.

Deberíamos irnos. ¿Por qué seguíamos ahí? Mandarla a la mierda y decirle al comprador que aquella grosera había decidido a última hora que cambiaba la venta por una partida de póker o de lo que mierda fuera. Tampoco podría ser tan grave que por una vez se fuera con las manos vacías, ¿no?

—¿De dónde eres, bonita? —me preguntó de repente.

—Prefiero no contestar a esa pregunta —respondí con una fría calma que rezumaba desprecio.

Pero aquello solo la hizo sonreír más ampliamente.

—Qué dulce acento inglés —contestó antes de girarse de nuevo hacia Eric—. No es de los vuestros. No le debéis lealtad.

—Eso no cambia nuestra filosofía de negocio.

¿De qué narices estaban hablando? ¿Acaso una empresa podía sí estar a favor de la esclavitud en este siglo? Aquello ni siquiera debería estar a debate.

—¿Sabes? En realidad solo quería tomarle un poco el pelo —confesó con fingida culpa—. Parece una niña tan seria... Y viendo tu reacción, no he podido resistir la tentación de incluirte. Pero ahora estoy sinceramente intrigada. ¿Este apego tuyo no incumple algún tipo de regla?

Sus ojos se afilaron y su sonrisa se hizo más maliciosa mientras buscaba algún tipo de reacción en Eric. El mago alzó una ceja y aparentó encontrar divertido todo aquello, pero a mí no podía engañarme. Debajo de toda aquella fachada había una creciente ansiedad.

—Vamos, Everleigh. Creía que me conocías un poquito más. Mi jefe está al tanto de que recurro a jovencitas guapas para abrirme ciertas puertas y no riñe con el modelo de negocio que nos divirtamos un poco fuera del horario laboral.

Yo ya no sabía de qué estaban hablando. ¿Por qué iba a importarle al jefe de Eric que se acostara conmigo? ¿Y qué más daba que yo fuera inglesa si estábamos en pleno Londres? Era evidente que me estaba perdiendo algo y sospechaba que tenía que ver con que aquella mujer estaba al tanto de los secretos que Eric me ocultaba.

—Entiendo... Me pregunto qué pensará tu jefe si descubre que has preferido no arriesgar a una inglesa cualquiera cuando el premio era llevarte el cuadro valorado en millones de libras totalmente gratis y a saber cuántas riquezas más. Aunque, quién sabe... Quizás quien se lleve el cuadro esta noche te permita comprarlo. Pero despreciar la opción de lograrlo gratis siempre es algo llamativo, ¿no crees? Me pregunto qué tendrá ella de especial. Es mona, pero no se trata de ninguna belleza ni tampoco se muestra muy amigable. No le encuentro parecido con el tipo de chicas con las que sueles trabajar.

Palabra de Bruja IndomableΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα