Capítulo 67: La verdad

123 24 6
                                    

Volvía con las manos vacías. 

En mis mejores fantasías, esa noche salía de allí como una heroína, liberando a dos mujeres atrapadas y consiguiendo esa misma madrugada ir a denunciar todos los crímenes de los Lane. Y en su lugar me volvía sola y con la terrible certeza de que todos mis planes iban a fracasar.

Tras unos agónicos minutos, Margarita había podido recuperar la normalidad y me había contado entre sollozos cómo intentó suicidarse cuando trataron de forzarla a cumplir el contrato. Pero ellos no le habían permitido huir de este mundo y salirse con la suya. Le salvaron la vida solo para mantenerla en ese horrible coma donde no diera más problemas.

Como abogada había oído muchas historias horribles. Historias duras y desoladoras como la de Marla. Pero escuchar a Margarita me había mostrado un nivel de crueldad que creía que no podía existir en un mundo civilizado.

No tardé en comprender que, si Margarita había sido maldecida para que no pudiera actuar contra los Lane, era de esperar que siguieran el mismo método conmigo antes incluso de permitirme poner un pie en la mansión de nuevo. Fuera o no un método habitual de actuar sobre aquellos que no pertenecían a la familia, estaba claro que había hecho suficientes méritos como para ser vista como problemática a sus ojos y digna de varias medidas de precaución. Casarme no serviría de nada.

—Estoy un poco decepcionado —señaló Walt cuando ya estábamos de vuelta en el coche y podíamos permitirnos hacer ruido de nuevo.

—Dímelo a mí —musité quitándome las gafas de visión nocturna y arrojándolas sin cuidado al asiento trasero.

—A ver, es que me había imaginado yendo a una operación digna de las Fuerzas Especiales y al final ha sido más fácil que colarse en un almacén abandonado. ¡La verja ni siquiera estaba electrificada! Admito que esperaba verte hacer magia a lo bestia para colarte en una fortaleza y... en fin, te he visto hacer algo parecido al parkour.

—¿Ahora es cuando me disculpo porque mi incursión haya sido aburrida? —pregunté sarcástica—. Más bien deberíamos dar gracias de que...

La verja no estaba electrificada.

Ese pensamiento me hizo perder el hilo. ¿Por qué esa verja no estaba electrificada? De noche no había riesgo de que ningún interno la tocara por accidente, pero sí de que alguien como nosotros se colara dentro. Esa verja debería tener alguna función aparte de rodear los terrenos. Como mínimo debería activar alguna alarma, algún sistema de vigilancia, algo. ¿Por qué nos habíamos encontrado solo con un trozo de metal?

La respuesta me dejó pálida.

—¿Spencer?

—¿Tienes sueño?

—¿Qué? —preguntó desconcertado.

—Me vendría bien que me dejaras en un sitio.

* * * *

El alba estaba despuntando cuando el coche de Walt se detuvo frente a la mansión Lane. Sabiendo que el tiempo jugaba en mi contra, me di prisa por bajarme. Eso evitaría también que las emociones pudieran traicionarme.

—¿Estás segura de que no quieres que te espere?

—Si no te vas ya, no llegarás al trabajo. De hecho, creo que vas a llegar tarde por mi culpa.

—¿Y vas a entrar así vestida?

Hice una mueca.

—Es lo que hay —repliqué esquiva—. Siento que vayas a ir a trabajar sin dormir. Te debo una enorme.

Palabra de Bruja IndomableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora