III. Capítulo 9

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Cada mañana, cuando Shoto abre los ojos, lo primero que ve es a Inasa. 

Suele despertarse antes que él y, en silencio, se limita a oler su cercanía, observando la manera en que respira despreocupado mientras duerme. Se deja inundar por la tranquilidad que transmite y no puede dejar de pensar que, sin duda, ese omega ha sido su mejor elección.

Pasa el dorso de la mano por el brazo desnudo que reposa sobre la sábana. La suavidad de su piel es algo que lo fascina sin cesar. Sentirla bajo sus manos, bajo su cuerpo, poder marcarla y ver los rastros de él sobre ella después. 

Es algo más que hermoso.

Y es suyo.

Aproxima el rostro, rozándole el hombro con la nariz y olfatea llenando sus pulmones de Inasa.

Existe algo verdaderamente mágico en las reacciones que un omega puede despertar en un alfa. Ha pasado incontables noches con betas, pero ninguna ha avivado en él el hambre y la necesidad que Inasa despierta. Es un deseo que va más allá de lo sexual, es la urgencia de tenerlo, de marcarlo, de pertenecerle.

Shoto relame sus labios solo al imaginar un celo juntos. 

No solo los celos de Inasa, sino los suyos también.

Es cierto que es común que los alfas pasen los suyos en compañía de betas, pero está seguro de que una vez que tome a Inasa durante esta temporada, ninguna beta será capaz de saciarlo. Incluso ahora, sin celos de por medio, la sensación con ellas es equiparable con el simple hecho de oler a Inasa.

Acerca sus labios, deslizándolos sobre su piel. 

Delicioso.

Muerde suavemente su hombro, sintiendo cómo la energía comienza a tomar impulso en él. Sin embargo, Inasa se remueve en su sitio, suelta un quejido y su aroma cambia. Alerta. Shoto exhala contra él, calmando sus ansias.

Detiene su avance y rueda de regreso hacia su lado de la cama, alejándose del omega. 

Hace tiempo descubrió que hay acercamientos que a Inasa no le gustan. Aunque nunca se ha negado, su aroma no termina de ser tan delicioso como podría llegar a ser, y él prefiere no imponer su voluntad. 

Al final, es mejor cuando Inasa toma la iniciativa por sí mismo.

...

Frente al espejo de la habitación, Shoto pasa los dedos por sus hebras lacias, peinándolas hacia atrás, aunque rápidamente retoman la misma caída de siempre.

Suspira.

Da la vuelta, camina hacia la cómoda frente a la cama y toma su reloj. No puede evitar curvar los labios en una sonrisa bastante escueta. Ese objeto fue un regalo que Inasa le dio por Navidad. A lo largo de los años, los obsequios del omega han evolucionado, desde simples dibujos, manualidades o dulces hechos por él, hasta ese reloj de considerable valor que Inasa ha seleccionado cuidadosamente y mantenido en secreto hasta la fecha. 

Resopla, sonriendo apenas, y se lo coloca. Una vez termina, sus ojos se posan a unos centímetros del reloj, cayendo en la botella de whisky.

Queda muy poco, debe pedir reponerla.

La puerta del baño se abre, y sale Inasa ya vestido.

Es hermoso.

Shoto se acerca, tomándolo de la cintura, oliendo su cuello. Siente las rodillas de Inasa rozar las suyas. Le gusta que siempre haga ese intento por reducir su tamaño cada vez que lo abraza.

The ChainWhere stories live. Discover now