Capítulo 5

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Katsuki sabe que va a odiar la escuela en el momento que Ochako lo despierta más temprano de lo usual. Gruñe y patalea, berrinchudo como solo ha sido al inicio de su estancia ahí. El resultado termina siendo el mismo que han tenido todas las peleas a lo largo de su vida. Ochako, sin necesidad de ser un alfa, basta con que alce un poco la voz para que termine por obedecer.

Toma una ducha apresurada y es obligado a dejar sus ropas holgadas por un uniforme azul de tela dura y picosa. El desayuno debe comerlo sin apetito, con Tenya apresurándolo en cada cucharada. Imagina que en verdad deben estarlo si el alfa resta importancia a todos los gruñidos que suelta con tal que se termine la avena rápido.

En el auto, el sermón no termina. Continúa mencionando lo tarde que van y que el día siguiente lo despertara más temprano.

Katsuki inicia una nueva rabieta.

—¿Puedes dejar de alterarlo? —pide Ochako, abrazando al omega.

—Le estoy advirtiendo desde ahora lo que vendrá mañana. —dice con calma, observándolos por el espejo retrovisor.

La beta bufa y susurra muy bajo que no haga caso. Con eso le basta a Katsuki para ir en paz el resto del camino.

La ruta es la misma. Unos cuantos metros para salir de la casa hacia la vía principal, de ahí otro tano más hasta el control de seguridad de la ciudad central. Una vez dentro de la ciudad, son un par de calles pequeñas hasta que logra ver el edificio a lo lejos. De pronto, Katsuki se libera de Ochako, acercándose a la ventana; mas no atraido por la escuela, sino por la cantidad de niños que ve caminando hacia ella. Diría que son incluso más de los que vio cuando vivía en el campo o en el mismo orfanato.

Muchísimos más.

El auto se detiene y abre la puerta, presuroso.

—Ahora sí estas emocionado por tu primer día, ¿eh? —Ochako baja tras de él.

Katsuki no responde, continúa observando el flujo de niños ingresar a la escuela. No da crédito que una simple conversación con Deku haya desembocado en todo ello.

Y sí, esta emocionado.

—Kacchan —la beta le coge el rostro con ambas manos—, diviértete mucho— besa su frente.

...

La emoción se acaba los primeros minutos ahí dentro.

Está lejos de ser el lugar tan divertido que le hizo imaginar Ochako. Incluso está lejos de ser lo aburrida que se le hacían las clases con Tenya. Es, por lo menos, el doble de aburrido. En casa al menos podía distraerse yendo al baño cada que quería, a la cocina, tontear en su propia mesa y que Tenya le repitiera incontables veces la lección.

En cambio, ahí todo era disciplina. Si quería hablar, debía alzar la mano. Si quería ir al baño, necesitaba un pase. No había una cocina donde robar dulces, ni una Ochako que lo defendiera. La maestra era una alfa anciana el triple de histérica de lo que era Tenya y que solo en el primer bloque ya se sabía su nombre de memoria.

Lo que relucía en él una incomodidad nueva.

No por el hecho de que le hubieran llamado la atención más veces de las que quisiera, sino por la manera de llamarlo. En casa siempre fue Katsuki o Kacchan. Ha oído a algún beta visitante en la cocina decirle omega directamente. En la escuela, en cambio, todos los maestros usan el apellido para ellos. Durante todos esos años nunca ha habido oportunidad de mencionarlo, pero a él no se le borra de la mente el suyo.

Bakugou.

Sin embargo, no era ese el que usaban ahora con él. De hecho, el primer llamado de atención viene luego de corregírselo a la maestra y que ella lo callara, haciendo énfasis en el nombre de familia de su alfa.

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