II. Capítulo 1

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En la vida, lo más triste no es ser desgraciado del todo, sino que nos falte muy poco para ser felices y no podamos conseguirlo.

—Jacinto benavente—

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Capitulo 1


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Hay una sensación extraña molestándole.

No es la primera vez que Katsuki la siente. Ha comenzado a aparecer repentinamente unos pocos meses atrás. Una vez cada quince días, luego a la semana, hasta llegar a unos lapsos menos distanciados. Katsuki aun no encuentra como definirlo. Es un palpitar repentino de pecho, incomodidad del cuerpo, por momentos bochornos. A veces aparecen todos a la vez, otras se intercalan o simplemente se integran nuevos padecimientos.

Como sea que suceda, resulta desgastante al punto en que su mente tarda en concentrarse sobre asuntos importantes como sus estudios, comer, molestar a Tenya o dormir.

—¿Kacchan? —los ojos idos se despegan de su tazón de avena para voltearse contra Izuku, sentado en frente suyo— Se va a enfriar el desayuno ¿Te sientes mal?

—¿Otra vez es...

—No —calla a Tenya antes que se atreva a poner en palabras algo que no quiere escuchar. Se pone de pie–. Es tarde.

Sale del comedor sin más.

Oye a su tutor refunfuñar algo sobre su mala educación, mas lo ignora y sigue de largo. Con trece años ha comprendido que la labor de ese alfa es joderle la vida. El prefiere obviar su presencia cada que puede, sobre todo, en situaciones como esa en las que ya existe algo superior inquietándole.

Toma la mochila a su paso por la sala y sale de casa.

La brisa fresca del aire libre le insta a permanecer un instante de pie en el pórtico de ingreso. Respira hondo, con calma, detectando cada minúscula partícula que se cruza. El olfato se le inunda de aroma a trigo maduro, césped verde, tierra. Visualizar los campos abiertos, listos para la cosecha le llenan de paz.

Lejos de casa y olores impertinentes, la molestia interna mengua lentamente.

Su cuerpo retoma la normalidad.

Emprende el camino hacia la vía principal, fuera de sus tierras. El sol se alza en medio del cielo despejado. Con la primavera en su apogeo, el clima empieza a calentar haciendo meya en la temperatura corporal del omega. Katsuki odia que su uniforme no sea lo suficientemente fresco para esa temporada que cada vez asemeja más al infierno.

O es así como lo percibe.

De un tiempo a este duda de si las cosas son solo percepción suya.

El camino fuera de su terreno tampoco ayuda, siendo un tramo extenso y sin árboles, el sol le calcina y el sudor empieza a emerger sobre su frente. Aun con todo ello, está bien con que Tenya no lleve más. Es tan gratificante que Izuku le diera autorización de ir a la escuela desde el otoño pasado. Un gran paso si tiene en cuenta que incluso Yuga —el mejor acomodado de sus compañeros— lo hace desde que lo conoció.

The ChainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora