II. Capítulo 3

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Despertar en los brazos de quien es su alfa no debería denotar algo sorprendente y, sin embargo, lo es. El primer segundo de consciencia de Inasa siempre es una especie de shock, como si los años despertando en esa cama no existieran. Como si su mente y cuerpo aun no fueran del todo conscientes de lo que significa ser el omega de un alfa.

Mueve un poco su cuerpo, despacio, intenta tomar un poco de distancia del calor que acecha cerca de su espalda. Un plan que no tiene el resultado deseado, pues apenas se desliza unos centímetros, las manos grandes de hombre maduro lo aprisiona.

—Shoto —suspira.

Hastío.

Le siente inhalar hondo sobre su nuca. Algo que tampoco es una novedad, pero de igual manera le crispa los pequeños vellos de su espalda. Las manos se balancean sobre su abdomen, inconstantes sobre donde tocar, hacia donde avanzar. Las piernas desnudas tocándole, enredándose entre las suyas.

Inasa respira hondo, exhala pausado. Amortiguando con migas de paz interna las sensaciones que tiene encima. Quiere llevar ese día de la mejor manera.

Al fin y al cabo, es su compromiso.

Antes de que el celo llegue y el matrimonio se selle con una marca, existe ese paso previo en el que un alfa y omega se prometen. Habiendo aparecido su aroma unos días atrás, definiéndolo como omega, es lógico que el compromiso se diera.

Es lógico que Shoto quiera ejercer su derecho sobre él.

Y es lógico que Inasa se fuerce a ceder.

Sin embargo, si puede detener el avance del alfa, prefiere recurrir a ese auxilio. Al menos por hoy.

—B-bajemos a desayunar —le sujeta las manos, deteniendo el avance—. Deben estar esperándonos.

Shoto exhala. Inasa siente su vaho tibio golpeándole por detrás. Hay un beso sobre donde —en unos años— ira su marca.

Luego, finalmente, se distancias.

Se ha salvado.

...

Revuelve su plato de avena, sin muchos ánimos puesto en que ese tazón minúsculo y una taza de té sea su ración de esa mañana. Hubiera esperado algo más sustancioso siendo un día importante en su vida. Los ojos se le van al resto de la mesa, en donde puede ver manjares más apetitosos como quesos, fiambres, panes.

Traga duro la saliva, hambriento.

Inhala deleitándose al menos con el olor y da un bocado a su avena engañándose.

Siempre supo que su complexión como omega era un poco distinta a la esperara. En su infancia siempre fue más grande que Katsuki, fuerte y ágil, incluso si no asistía a una escuela ni tenía muchas actividades físicas por hacer. La entrada a la adolescencia le estaba dotado de una altura bastante sobresaliente y un cuerpo robusto.

Algo que sin duda no se espera en su género.

Los omegas son, por definición, personas pequeñas, delgadas, menuditas. Alguien que pueda hacer florecer el instinto de protección de un alfa y no que pueda defender a ese alfa. Por ello el médico de la familia le había restringido ciertos juegos con Katsuki algunos años atrás, pero en los últimos meses estas restricciones habían pasado a sus alimentos.

La avena se acaba tan rápido que siente apenas la ha saboreado.

Vuelve a oler los alimentos preparados, porque tampoco puede retirarse si aún no ha terminado su alfa.

The ChainWhere stories live. Discover now