III. Capítulo 3

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Katsuki sale corriendo de casa, embargado por la emoción, situación poco usual en él. Nunca se ha calificado como alguien que demuestre efusivamente algo más allá del enojo y, cree, que es por ello mismo que Tenya no critica la velocidad que usa para bajar escaleras o la fuerza con la que cierra la puerta del auto al subirse.

Admite que detesta el hecho de que un omega deba pertenecerle a un alfa y  solo bajo la venia de este se le permitan ciertas cosas. Un viaje, por ejemplo. Katsuki puede ingresar a la ciudad a diario únicamente gracias a un permiso que Tenya le había otorgado. Imagina que este año será Izuku quien se lo entregue; pues, tras el compromiso, es él a quien pertenece a ahora. Lo cual es algo con lo que discrepa mucho a excepción de hoy, que ha sido provechoso.

Van a hacer un viaje fuera de la ciudad por primera vez.

Razón por la que la emoción no le cabe en el cuerpo.

Es un camino corto. A penas tres horas hacia el mar, pero es todo lo que más desea desde que la noche anterior Izuku le pregunto si gustaría hacer ese viaje. Ni siquiera ha podido dormir pensando en ese momento.

—¿Listo? —pregunta el alfa subiendo al lado del piloto.

Katsuki sonríe, sabiendo que la pregunta está de más.

—Tú solo arranca el auto.

Tira el asiento lo más que puede hacia atrás y sube las piernas sobre el tablero.

Un omega viajero.

Kirishima va a morir de la envidia cuando sepa que el primero en ir más allá del límite de la prefectura fue él.

...

La música suena en la radio mientras avanzan por la carretera. Por el espejo retrovisor logra ver la ciudad alejándose; frente a ellos, solo lucen grandes casas rodeadas de campos de cultivos enmarcados por bosques. Tal cual lo hace en el límite de su propiedad, el que ha visto durante toda su vida.

Resulta interesante que eso fuera a cambiar en unas horas. Sus ojos verían la inmensidad del mar en directo, fuera de dibujos y fotografías. No es que lo considere algo muy especial, un sueño cumplido, pero si es emocionante cambiar de ambiente y recorrer senderos que la mayoría de omegas que conoce no transitarían por prohibiciones de su propia familia. Sin ir muy lejos, Inasa nunca ha ido más allá de la ciudad. Incluso Yuga, proviniendo de una familia acomodada, jamás ha hecho un viaje fuera de Musutafu.

Katsuki, en cambio, sería un omega que pisaría el mar.  

No más que eso.

Dentro de las reglas que mantiene por su propio género, existe la de no mostrar su cuerpo a nadie más que no sea su alfa. Las piscinas públicas y el mar, son exclusivas de alfas y algunos betas que trabajan en altamar.  Incluso Izuku, siendo un alfa permisivo, no daría su venia a ello. 

La emoción mengua unos milímetros.

¿Podré meter al menos los pies al mar?

La pregunta muere sin escapar de sus labios, porque suena a ha pedido permiso y, es cierto que a sus casi quince años ha comprendido que existen demasiadas cosas para las que tiene que pedirlo, no por eso, se siente a gusto haciéndolo. Es absurdo que un acto tan sencillo como meter los pies al mar, salir de casa o incluso cortarse el cabello, sean situaciones para las que necesita autorización de un alfa tutor. Como si no pudiese valerse por sí mismo o las decisiones que fuera a tomar sean irrelevantes tan solo por nacer omega.

Apoya la sien en el vidrio del auto y exhala hondo, liberando aquellos pensamientos que le irritan. Se supone que ese será un viaje de vacaciones, más allá de la labor que Izuku tiene que cumplir en esa ciudad. 

The ChainWhere stories live. Discover now