Capítulo 1

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The chain

Listen to the wind blow,

watch the sun rise

(Escucha el viento soplar,

Mira el sol salir)

- Fleetwood mac -

...

Capitulo 1

...

Katsuki mira sus uñitas teñirse de morado, su mano pálida forma puño calentándose. Hecha un último vistazo por la ventana mientras termina de orinar, los copos de nieve caen una tras otro, cubriendo con un manto blanco lo que meses atrás fuera verde. Un escalofrió le recorre, tirita y vuelve a pasos rápidos a la esquina de la habitación, ahí donde el resto de niños se ha amontonado buscando calor. Katsuki se acurruca en medio de ellos, entre temblores y vahos tibios.

Esconde las manitos bajo sus axilas, su lengua juega con ese diente que hace unos días ha empezado a moverse. Oye unos quejidos, algunos empujan leve sintiéndose aplastados, a él, ciertamente, no le molesta. Aquello le recuerda las noches cuando sus padres lo abrazaban de cada lado en la cama, debajo de cinco cobijas y mucha ropa. Ahora incluso eso escasea, las prendas que usan son aquellas que los niños más grandes van dejando o algún donativo que hace un alfa luego de llevarse a uno de ellos. Nada es nuevo, todo es de segunda, tercera o cuarta; hay prendas que ya ni parecen ropa, solo un pedazo de tela translucida.

La brisa gélida golpea el cristal, los puñitos se cierran del susto, un llanto bajito suena de algún lado. Katsuki vuelve la vista hacia la ventana, que se encuentra sobre la cubeta en donde hacen sus necesidades por las noches. La nieve continúa cayendo, es el segundo invierno que pasa en ese lugar, el primero fue cuando llegó.

Cuando perdió a sus padres.

El sueño arriba a consecuencia del frio, es ligero, a penas pestañea y ya tiene el sol brillando por la ventana. Todos estiran las extremidades entumecidas ya sea por el frio o lo apretujados que durmieron. El sonido de los carritos que llevan la comida retumba en la habitación, los niños empiezan a ponerse de pie. Los más sumisos, dejan sus hombros expuestos antes de que los betas ingresen.

Solo hay comida para quien se deja aplicar las inyecciones.

Katsuki siempre es el último, siempre pone resistencia y no importa que durante todo un año siempre hayan logrado someterlo, él continúa oponiéndose. Gruñe, muerde, patalea y al final, el pinchazo llega y la comida se le entrega. La devora con ansias, porque mal que bien, la comida ahí es mejor que en casa de sus padres; pero mantiene el ceño fruncido, porque una vez más no logró ganarles.

Cuando los niños más grandes recogen los platos vacíos, llega el guardia, así le llaman los más antiguos. Un alfa de labios resecos y cabello claro como la nieve, su única función es oler sus cuellos todos los días y con ello, decidir quién necesita más inyecciones o quien se va de la habitación.

Los que se van no siempre vuelven.

Los que no vuelven, no siempre se van con un alfa.

O eso cuentan los niños más grandes, quienes temen perder un día su aroma y con ello, aquel lugar que se ha vuelto su hogar.

Para Katsuki, no es un hogar ni es nada, pero el miedo es contagioso ahí dentro.

Su turno de ser olfateado llega casi al final y el alfa decide que será uno de los niños que se va. Lo lleva fuera de la habitación, hacia las duchas que visitan rara vez. Dos mujeres betas le bañan y, contrario a su bravura, a ellas no les ataca. Su padre solía decirle que debía ser cordial con las mujeres, específicamente, con su madre, a quien siempre hacia rabiar. Katsuki ha empezado a obedecer esas palabras luego de que llegara a ese lugar.

The ChainWhere stories live. Discover now