Capítulo 9

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Shoto no podría decir que está inconforme con su vida. Siendo el menor de cuatro hermanos, sería fácil deducir que le tocaría muy poco por heredar. Sin embargo, su padre había decidido escribir la historia a su manera. Si bien no siempre fue así, la reputación dudosa que el mayor de sus hijos había cosechado alrededor suyo, seguido de por su hermano, había hecho de esta una decisión fácil. Enji Tododroki había sopesado su elección dejándolo finalmente en manos de la capacidad y comportamiento que de sus dos hijos restantes. Situación que no le fue compleja ganar a Shoto, pues su hermana había desistido rotundamente a relacionarse en los negocios de la familia.

Quedando al final él como heredero global.

Y aunque debería ser sinónimo de dicha, Shoto sabe que también es una gran presión la que han puesto sobre sus hombros. No se trataba únicamente de administrar sus terrenos de manera óptima, sino ver también los negocios que esta generaba al ser vendida. Adicionalmente, había cierto circulo social al que debía mantener satisfecho con sus acciones y decisiones. El comportamiento que mantenía era también una rama importante entre los alfas de clase alta que le rodeaban. Un compromiso provechoso con una omega era lo que se esperaba tras su definición como alfa a los catorce años y futuro matrimonio a los dieciséis.

Un matrimonio joven es provechoso en la búsqueda de hijos alfas. Pues son los betas quienes proliferan en mayor número y de quienes suelen deshacerse a la mínima sospecha.

Aunque ahora son cuatro hermanos, Shoto podría contar al menos unos cinco más con los que ha tenido contacto antes de su deceso temprano o alejamiento forzoso.

En todo caso, él —al igual que sus hermanos en su momento— no estaba dispuesto a un matrimonio joven con alguien que no conocía, condenando su juventud y toda la libertad que eso implicaba, solo porque sus negocios podrían ampliarse. Sin embargo, declinar tampoco era favorable para su posición. Fue ahí cuando la idea de un omega de crianza apareció como la mejor excusa que podía tener.

Entre muchachitos quisquilloso, llorones y ruidosos, había tardado varios años en llegar a Inasa. Alguien que, si bien no lo veía como potencial pareja, al menos era tranquilo y respetuoso de las reglas entre alfas y omegas.

El despertador suena y su rutina da inicio.

Se asea, viste ropa fresca que no incomode al dar su habitual cabalgata por las hectáreas y baja a desayunar. Parte de pertenecer a una gran familia es obedecer ciertos mandatos, como esa unión familiar matutina de todos en la mesa. Inasa se encuentra ahí antes que él. Le hace una reverencia sin alzar el rostro.

Respeto.

Aunque en esta ocasión es evidente que camufla algo más. Con seis años teniéndolo en casa, ha aprendido a leer ciertos comportamientos suyos. Le coge de la barbilla, alza su rostro.

—¿Qué sucedió? —recorre con el pulgar la herida sobre su labio.

—Lo de siempre —responde Touya, sentado frente a él en la mesa—. Que no sabe obedecer. Te falta mano dura.

—O deberíamos disciplinarlo nosotros —complementa Natsuo, riendo en conjunto con su hermano.

El aroma que trae Inasa encima delata en parte lo sucedido.

Huele a alfa.

A Touya.

Le suela y arrima la silla, otorgándole espacio a sentarse.

Viendo a su madre, es fácil deducir que ese no es el mejor lugar para un omega. Mas allá de la crianza estricta que demanda su padre y ejerce Momo, está la amenaza constante de sus hermanos. Siendo que Inasa no le pertenece como pareja, no es alguien a quien pueda defender sin una repercusión legal. Siendo un omega que aún no se define, tampoco es alguien a quien ampare la ley en defensa contra algún alfa.

The ChainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora