III. Capítulo 1

482 68 29
                                    


Inicio tercera parte

...

Cuando miro al mundo soy pesimista, pero cuando miro a la gente soy optimista

—Carl Rogers —

...


Capítulo 1


...



Estira los brazos, tronando sus hombros y parte de la espalda. Siente el cuerpo molido, no solo por el esfuerzo físico que implica complacer a un alfa en celo, sino por lo doloroso que termina siendo tolerar mordidas y un nudo para las que el cuerpo beta no está preparado.

Aun con ello, Mina no se queja.

Menos cuando ese alfa es Touya y, lejos de verlo en la faceta presuntuosa que toma por las noches en el salón del burdel, ahora ve su cara más apacible durmiendo entre sus sabanas. Mina sonríe, sintiéndose un poco superior. Porque la relación que guardan ellos no es la de cliente-prostituta, tampoco la de amantes. Podría definirlo como socios para un plan superior, lo cual le encanta; ya que, dentro de ese plan, ambos son visto como iguales.

Alfa y beta.

Beta y alfa.

Ve a Touya resoplar por la nariz, fruncir el ceño y, lento, ir abriendo los ojos. Las pestañas blancas como las nubes se agitan despacio hasta dar paso a sus orbes de azul intenso. Como el cielo en los días más soleados. El alfa es, tal vez, el más guapo con el que ha intimado. Alguien con quien no es problema abrirse de piernas. Frunce los labios. No hay momento en su vida en que se vaya a acostumbrar a que usen esa frase con ella, incluso si quien lo hace es Touya. Porque, a pesar de que dentro del mundo subterráneo —donde se maneja la revolución— son iguales; ahí afuera, en la superficie, ella continúa siendo una prostituta.

Y él no la trata distinto al resto de mujeres en esa casa.

Sea por guardar apariencias o no, el trato es detestable.

—Debo ir a la ciudad a entregar un mensaje —comenta ella al verle completamente despierto—, se supone que me vendrías a llevarme, no que terminaríamos follaríamos.

—Ya deberías saber cuándo caen mis celos y dejar de sorprenderte —el alfa se estira con suprema pereza sobre la cama dura.

Mina no dice más. No hace falta recordar una fecha en la cual, al final, siempre ira a buscarla.

Recoge la ropa del alfa del suelo y la arroja sobre él. Aprovecha el intervalo para vestirse. Una blusa bastante y faldón largo bastante recatados, característicos de las betas de ciudad. Así como una pañoleta que oculte la mayor parte de su cabello amarrado, la cual acomoda viéndose en el espejo oxidado de su tocador. Se aplica perfume, aunque sabe que eso no eliminara el aroma a alfa que lleva encima; algo que hará que todo omega que transite cerca le mire con asco. Sin embargo, difícilmente un oficial le pedirá identificación cuando su aroma delate que le pertenece a alguien.

—Vístete de una vez —ordena viéndole atreves del espejo.

El alfa continúa acostado, apenas cubierto por la sabana.

—Tomura me contó sobre el cachorro de alfa —entona burlón, ignorando la orden que le ha dado—. Ni siquiera ha tenido su celo, ¿Qué clase de artimaña has usado?

The ChainWhere stories live. Discover now