II. Capítulo 8

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Kirishima ríe.

Katsuki le gruñe.

—En serio, bro, nunca pensé verte con esa cosa en el cuello —resopla burlón.

—¡Ah! ¡Ya cállate! —se le termina la paciencia.

Deku había cumplido con la condición de permitirle asistir a la escuela a cambio del uso del estúpido collar de omega. Un objeto que no solo pesaba por la lámina de acero de la que estaba hecha, sino que el recubrimiento en cuero hacia sudar demasiado. Sumado al verano pegajoso que estaban viviendo ese año, era demasiado sofocante para que encima de todo, tolerara las burlas de un alfa idiota.

—Entonces, ¿están comprometidos?

—No.

—¿Y cuándo será?

—No lo se.

—¿Ya hablaron de cuantos hijos tendrán?

—¡NO! —chasquea— Camina más rápido y deja de preguntar estupideces.

Kirishima vuelve a reír.

El deporte favorito de ambos es buscar temas irritantes para el otro y punzar hasta hacerse explotar. Claramente, esto solo sucedía con él.

—¿Temes que te castiguen?

Acelera el paso, ignorando cualquier comentario molesto que quiera soltar el alfa.

Más allá de las solas ansias de alejarse de sus cuestionamientos idiotas, estaba el apuro con el que tenía que hacer esa visita a Kyoka. Era la segunda vez que se escapaba a la salida de la escuela. La primera fue para despedirse de Sero y, aunque no tenía autorización para hacerlo, tampoco le regañaron en casa pues era evidente que iría.

Ahora era distinto, la excusa no era del todo valida y podría ganarse un castigo de Tenya. Castigo del que tampoco podría quejarse con Izuku, pues los términos con él seguían en ese limbo donde no tenía certeza si las cosas iban bien o mal.

O pésimo.

Luego de su última conversación sería lo más lógico.

Pero eso es algo en lo que prefiere no pensar. Izuku ocupa tanto espacio en su mente que a veces es mejor cerrar la cortina y dejarlo atrás. Mientras no lo vea, todo va bien.

—Aquí es —Kirishima se detiene frente a una casa angosta de tres pisos y un semisótano—. Te dije que era cerca —señala la ventana baja, casi al ras del suelo—. Ahí tienen instrumentos musicales, es donde jugábamos con Sero antes.

El alfa se acerca a la casa y, poniéndose en puntillas, toca la ventana del primer nivel.

Ahora que Kyoka se ha definido como omega, no tiene permitido acercarse a otro alfa que no sea su padre, a menos que sea este quien lo autorice. Lo cual se dará cuando permita a alguien cortejarla. Kirishima no es el caso, por lo que toda interacción que han tenido durante las vacaciones —según sabe—, es a través de la ventana mientras el padre de la omega trabaja fuera de casa y únicamente se encuentra con su madre. Una omega más blanda que permite a su hija mantener ese mínimo de interacción con la que fuera, su vida antes del examen de género.

La cortina se mueve, Kyoka muestra su rostro. Sonríe suave y se apresura a abrir la ventana con su hermano menor en brazos. Tan solo un bebé.

—Hola.

—Traemos buenas noticias —empieza Kirishima, procediendo a relatar todo lo que él ya le ha contado en la escuela. El rostro de Kyoka pasa de esa sonrisa escueta inicial a una grandísima, con los ojos brillando en lágrimas y abrazando a su hermanito de la emoción—. Katsubro lo puede todo, te lo dije —Kirishima lo abraza del cuello, despeinándolo con la otra mano.

The ChainWhere stories live. Discover now