Capítulo 6

949 128 30
                                    


Desayuno.

Clases privadas.

Almuerzo.

Clases privadas.

Cena.

Dormir.

Los días de Inasa suelen mostrarse con una rutina perfectamente estructurada. Horarios fijos que pocas veces logran tener ligeros imprevistos, pero que al final, termina mantenido el mismo ritmo.

A excepción de ese día, que goza de ciertos permisos a causa del imprevisto más bonito del año.

El cumpleaños de Katsuki.

Son cinco años desde que se han conocido y no ha habido uno solo de ellos en que no hayan celebrado esa fecha juntos. Tanto el suyo, como el de él. Antes de que llegara a su vida, no había más compañeros de su edad. A penas tiene a Momo que, si bien no siempre es lo estricta que parece, no resulta alguien con quien pudiera compartir cosas propias de su edad.

Dudas.

Secretos.

Travesuras.

Inasa agradece mucho el hecho de que Katsuki entrara a su vida. Le hace feliz. Le gusta. Un amigo o un hermano, espera tenerlo mucho más a su lado. Que sus hijos crezcan juntos y ellos puedan mantener la relación que hasta ahora han ido forjando.

Emocionado, sale de su habitación. Camina dando pequeños saltitos de alegría.

El desayuno en familia es lo primero en sus mañanas. Luego tendrá solo la mitad de horas de clase, ya que Momo le prometió tiempo libre para que puedan asistir donde Katsuki temprano. Ese cumpleaños será un tanto distinto. Al haber ingresado a la escuela, Katsuki tiene ahora más amigos y según mencionó, están invitados.

Algo que le intimida y emociona en partes iguales.

No es solo por el hecho innegable que conocerá personas nuevas, sino el temor que lleva guardando desde hace algunos días por que ellos resulten más interesantes a su amigo de lo que es él. Antes de que ingresara a la escuela, ambos se desenvolvían bajo la misma rutina. Ahora en cambio, Katsuki siempre tiene algo nuevo que contar y eso suele involucrar a los niños de su escuela.

Detiene su avance, pegándole a sus muslos en reproche.

No va a permitir que ninguna inquietud malogre su día.

Retoma el paso, bajando la escalera de prisa. De tanto pensar, va tarde y si algo odia Enji-sama es que la comida se retrase por un omega. Agarra la baranda, dando un último impulso que le facilite girar al final de la escalera, sin calcular certeramente su velocidad. Golpea una mesa redonda que cumple como única función sostener un florero.

Cae junto a la mesa. Las flores quedan regadas, el agua sobre la alfombra y los pedazos de porcelana desperdigados por todos lados.

Es inmediato el sonido de las pisadas acercándose. Atemorizado, comienza a recoger las piezas del florero sin medir el daño que pueda hacérsele.

—Bajaste jugando —le acusa el patriarca de los Todoroki.

—No lo hice.

Esta demás alzar la cabeza para ver el gesto de molestia que debe traer el alfa. Un omega jamás replica y él no ha pensado antes de hablar.

—¿Me estás respondiendo?

El tirón de su brazo le obliga a ponerse de pie. Las piezas que ha recogido caen de su mano. El alfa le coge fuerte, obligándole a empinarse. Inasa no levántala mirada, esperando que eso apacigüe en algo la molestia que ha originado. Pero incluso observando únicamente el suelo, sabe que cuando Enji-sama alza la mano, es para golpearle.

The ChainWhere stories live. Discover now