59. Francia

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Harry, Ron y Hermione miran a la tía Mia con sospecha desde que llega a casa muy temprano, con regalos para todos.

—Tengo la sensación de que tu tía tuvo una buena noche —murmuró con doble sentido Harry, que hicieron reír por lo bajo a su amiga—, ¿Donde creen que fue?

—Con Remus de seguro ¿No es su novio? —respondió Ron, totalmente indiferente a la situación pues estaba abriendo su regalo.

—¡Un brindis de navidad! —habló el señor Weasley al centro de la mesa que tenía un pavo enorme en medio y copas con vino frente a cada uno—, por el señor Potter, sin el cual yo no estaría aquí.

—Harry —dijeron todos los pelirrojos alzando sus copas.

Harry solo pudo aparentar una sonrisa, pero sonrió con fuerza cuando escucho a su padrino brindar por él.

Harry no dijo mucho durante la comida, estaba totalmente consumido en sus pensamientos. Estaba empezando a desesperarse, pues a medida que pasaban los días más estaba convencido que algo estaba mal con él.

—Harry James, ¿puedo hablar contigo un momento? —Jazmine apareció de la nada, llevando consigo una pequeña caja por lo que todos lo miraron confundidos.

Harry asintió igual de confundido, mirando a todos que estaban sorprendidos. Pero aquella mujer solo lo miraba a él.

Juntos, en las escaleras de la casa como aquella noche de verano, donde le dió la pulsera, se sentaron.

—Encontré esto, se qué puede ser algo raro que tenga algunas cosas de tu padre, pero éramos amigos en algún punto de nuestras vidas, Lily... ella fue de las chicas más dulces y amables que conocí alguna vez —de la pequeña caja, Jazmine sacó una fotografía—, ese día tu madre me dijo que fuéramos juntas a Hogsmade para su primera cita con James, las chicas de mi habitación tomaron la foto.

En aquella foto, los tres sonreían con fuerza mientras que Lily abrazaba por los hombros a Jazmine pero por encima de la mesa se veía la mano entrelazada de la joven pareja, totalmente tímidos.

»Odiaba el contacto físico y ese día, abrazar a Lily fue un paso para abrirme al mundo. Tu madre era un sol.

—Gracias, tía Mia —sonrió de lado, observando la foto con detenimiento. No tenía tantas fotos de sus padres y aunque él sabía de ellos por los amigos de su padre, tener esa foto era un poco más personal, única—, ¿Tienes una foto de... ella?

Ella negó con pena.

Ambos se quedaron callados, Jazmine dándole su espacio mientras que el observaba la fotografía con detenimiento. La sonrisa de los tres eran grandes que le costaba aceptar que alguien se las hubieran arrebatado.

»Ya sé que quiero de regalo —murmuró Harry, totalmente apenado—, vamos a tu casa en Francia.

—¿Valdrá la pena? Apostaré contra George —él asintió con una sonrisa, haciendo que ella riera—, avísale a todos entonces.

La noche cayó y con ella, los siete niños estaban jugando quidditch en el campo. Harry se veía extrañamente feliz, aunque tuviera su mirada competitiva. Sabia que Harry lo necesitaba, Umbridge no lo había dejado jugar ese año.

—¡Vamos Ron, tu puedes! —gritó Hermione que estaba igual de entretenida en el juego pues Fred y George se la hacían difíciles.

—Ow, que tierno, la noviecita apoyando al jugar —la burlo por lo bajo—, sino fuera porque Ron es un tonto.

—No es de sorprenderme —le contestó con una sonrisa tímida—, no te he visto con Remus últimamente.

Remus, maldita sea. Ni siquiera le había enviado una carta de feliz navidad. La noche anterior había sido una de las mejores noches de su vida después de su boda.

The way i loved you - Regulus Black Where stories live. Discover now