10. Callejón Diagon

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Jazmine corría detrás de James por toda la casa, el riendo con demasiada fuerza inundo el salón de ella mientras la pequeña chica, se subía en un sillón para saltar a la espalda de su hermano y atraparlo.

—Te tengo —festejó la chica, mientras James trataba de soltarse, dando vueltas con fuerza que solo la hicieron reír— ¡Espera voy a vomitar!

—¿Sobre los sillones viejos de papá? ¡Hazlo! ¡Hazlo! —volvió a girar tres veces pero al lado contrario, por lo que la chica no aguantó más y se dejó caer— ¡Ja! ¡Te gane! Ahora yo decidiré la cena.

James alzó la campana, que estaba en la mesa, con orgullo, festejando su victoria mientras Jazmine lo miraba con desagrado, levantandose del asiento pero cuando paso a su lado, golpeo su estómago haciendo que él parara de alzar sus brazos y se retorciera.

—Buen derechazo.

—¡Sirius! —ambos Potter sonrieron cuando vieron al pelinegro en el umbral del salón, alzando su mano en saludo. James fue el primero en acercarse para darle un abrazo a su mejor amigo como saludo.

—¿Listos para nuestras compras de navidad? —Sirius se sentó en el sillón donde el señor Potter descansaba los domingos en las tardes, un regalo de parte sus hijos en su cumpleaños.

—1, quítate de ahí —Jazmine lo miro con una ceja alzada cuando el pelinegro no hizo ni el intento de hacerlo por lo que rodo los ojos—, 2, ¡Sí! solo voy por mis cosas.

La chica Potter bajó tiempo después con un abrigo rojo y un gorro de lana amarillo al igual que su bufanda. Un día antes de navidad hacía demasiado frío y la nieve acaparaba las calles, por eso también llevaba unas botas.

—Apenas y se te ven los ojos, niña —se burlo Black cuando la vio salir haciendo que ella rodara los ojos.

—No pienso pasar otra navidad con malestar por el frío —murmuró, tiritando un poco por la brisa que acababa de pasar.

—Uy sí, al menos no pasaste tu cumpleaños en cama por culpa de un estallido —bramo James mientras empezaban a caminar por el lugar.

—Eso te paso por imbecil.

—Con cuerdo con la ropa andante —Sirius miro a su amigo quien hizo una mueca de enojo—, no te enojes James, es que tu hermana tiene razón. ¿Quien en su sano jucio decide ponerle sésamo a la poción más delicada del mundo?

—¿Cuál era? —pregunto la castaña que frunció el ceño.

—No lo recuerdo, pero así dijo el profesor.

—Vaya estudiante que eres —James se rió del sarcasmo utilizado por su hermana—, ya pero al menos te creció de nuevo la ceja.

—Y no gracias a ti, casi me dejas calvo —el pelicastaño utilizo el mismo tono que su hermana que la hizo encojerse mientras sonreía en disculpa.

—Estoy seguro que se vengo de ti por decirle a todos que tuvo piojos y por eso no debían acercarse a ella —dijo el pelinegro sin darse cuenta que James lo miraba con miedo, pues sus ojos estaban lo suficiente abiertos para no ser discretos.

—¡Fuiste tú, James! —grito la chica pequeña, haciendo que los amigos saltaran alejándose de ella— Despreciable rata de alcantarilla, vas a pagarlo muy caro.

—Hermanita, ¿Te he dicho lo muy guapas que te ves hoy?

—Corre antes de que te tire un rictusempra, hasta que te orínes en tus propios pantalones.

—¡Corre, corre! —Sirius tomo a James de los hombros y lo hizo correr lejos de la chica que ya estaba sacando su varita.

No lo haría, de hecho, ya ni siquiera le daba enojo aquello porque siempre lo supo. James había difundido ese rumor porque un chico de Hufflepuff le confesó a la chica que le gustaba y de repente un Gryffindor un año menor también lo hizo, dos semanas después, un Revenclaw le pidió permiso a James si podía noviarse con su hermana y el Potter mayor no aguantó tanta presión.

The way i loved you - Regulus Black Where stories live. Discover now