15. Promesas

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Jazmine tiró su libro sobre la mesa con fuerza, llamando la atención de Regulus.

Por un momento, el corazón de Jazmine se apreto al verlo totalmente diferente pues sus ojeras se notaban más y el gris de sus ojos parecía más oscuro de lo normal.

—Todo esto es tu culpa.

—¿Mía? Si no mal recuerdo fuiste tú quien se portó como toda una sumisa delante de él —su palabras desinteresadas del azabache la hiceron fruncir el ceño y se enojó a sobre manera cuando este le dió una pequeña sonrisa aburrida antes de girarse de nuevo al frente.

—Si tan solo hubieras cuidado de mi ¿No se supone que es tu amo? ¿También comparten sus romances entre su grupo macabro? —bramó, sentandose a su lado.

—¿Quien esta hablando de romance? —él fruncio el ceño, fingiendo demencia—, ¿El tuyo y el de él? Vamos, te hice un favor, ahora tu apellido seguirá en la línea de los leales y estarán a salvo.

—¿Cuál es el propósito de llamar "aventarme con los lobos" con un favor? ¿Acaso eres imbecil?

Regulus esta vez dió una risa nasal, empezando a escribir en su libreta.

»Esto es serio, Regulus. Yo jamás podría ser alguien tan podrida por dentro como lo son todos ellos y que ahora el este casandome para reclutarme me da miedo y tu lo ves como si fuera nada ¿Es que acaso no te importo?

Aquella pregunta hizo que Regulus cambira su semblante serio a uno muy enojado, pues hasta se puso de pie, acercándose peligrosamente a la chica que era mucho más pequeña que él.

—Sé lo muy serio que es esto y aunque pienses que no me importas, no sabes el martirio que pase los últimos días tratando de convencer a mi señor, que no te haga daño —verbalizó con enojo, haciéndola retroceder un par de pasos, un tanto asustada pero jamás bajo la cabeza, haciendo que sus ojos conectaran.

—Di-dijiste ¿Mi señor?

Fue ahí cuando Regulus cambio su rostro de enojo por miedo cuando Jazmine pronunció aquellas palabras con miedo y antes de que pudiera tomarla del brazo, ella se separó, sentandose en la mesa consiguiente.

Durante la clase, Regulus no dejo de mirar el rostro desconcertado de su amiga, quien por segundos parecía volver a la normalidad y luego, regresaba a su expresión.

Cuando terminó, ella tomó sus libros con rapidez y salió del salón tan rápido como pudo, casi corriendo por los pasillos para llegar a su próxima clase que comenzaba en dos horas, pero ante sus pensamientos automáticos, fue el único lugar que se le ocurrió.

—Colloportus —hechizó la puerta, sabiendo que podrían entrar y lo que necesitaba era estar sola.

El salón de clases de Runas Antiguas estaba completamente a solas, a oscuras y con las sillas desprolijas, probablemente por la clase anterior, pero para Jazmine fue perfecto, por que junto dos sillas y se acostó boca arriba.

No podía concentrarse en eso ahora, debía aprenderse hechizos y estaba muy segura que nadie se compadecería de ella en los TIMOS.

—Aquí estás.

—¿No puedes dejarme un momento sola? Quiero estudiar —murmuró la chica, sin mover un solo centímetro de su cuerpo pues ahora se sentía más asustada que nunca.

—Jazmine... no es lo que piensas —su voz suave, la hicieron mirar hacía arriba bajando el libro de Cuidado de Criaturas Mágicas, mirándolo directamente—, es solo que...

—Tu familia, lo sé.

—Exacto. Escucha —esta vez, el rodeó el asiento hasta tomar la cabeza de la chica para alzarla y así sentarse para que ella descansara su cabeza en sus piernas—, no puedo decirte que no pienso en que en algún momento lo dejaré, porque crecí con estos pensamientos y aunque trate de luchar para dejarlos atrás, el miedo es más grande y-y si estoy de su lado, se que nada va a pasarte.

—Reg...

Regulus cerró los ojos, mandándola a callar—. Mine, eres demasiado importante para mi y estoy dando lo mejor de mi para hacerte sentir que estoy mejorando, porque tu me cambias y aunque es un proceso muy lento, quiero que me tengas paciencia.

—Solo no dejes que me haga daño.

—He hablado con él, me ha prometido que no te hará daño, pero si te mantienes firme en tu posición. No te dejes ver como pro-muggle, hay que evitarlo lo más que pueda —esta vez, el azabache empezó a jugar con los mechones de cabezo de la chica, peinándolos con suavidad haciéndola tranquilizarse.

—Pero...

—Hazlo por tu hermano.

—¡Bien! —gruñó, removiendose molesta como una pequeña niña—, estudiemos.

Tan pronto empezaron a estudiar, las horas se pasaron rápido y de repente Jazmine ya estaba en su habitación.

La oscuridad era su mejor compañía ante los sentimientos de desesperación que tenía. Si bien había aceptado lo de Regulus, ella se sentía demasiado asustada.

Temía por la vida de su familia, por su seguridad y claro, por la de Regulus, que ahora se sentía en deuda con él.

Pero aún así, sentía que estaba traicionando sus creencias.

Que se traicionaba así misma.

Odiaba esa sensación que le causaba estar bajo el poder de alguien más. Siempre fue libre y cuando se sentía presa de alguien, luchaba pero ahora se sentía bajo una presión enorme que combinaba todo aquello de lo que huía: Derrota.

Mirando el cielo nocturno por su ventana, sus lágrimas de frustración cayeron sobre el cojín rojo de tela satinada.

Por la mañana siguiente, en el desayuno la respuesta de la carta que le había mandado el día anterior a su abuelo había llegado en una lechuza grande y fuerte, con plumaje café.

"Hola florecita, gracias por tus felicitaciones. Me han gustado los fuegos artificiales, aunque me asusté un poco.

¿Haz visto cómo está Wayne? A pesar de ser viejo como yo, sigue fuerte, aunque se esta volviendo igual de cascarrabias que yo -muerde, así que ahuyéntalo-.

Me ha dicho James que se quedaran el verano conmigo, estoy seguro que tus padres están felices de deshacer de ustedes un tiempo aunque yo estoy más que encantado de poder jugar con ustedes un rato. He comprado un ajedrez mágico.

Sin más, espero que ya llegué el verano y puedan estar junto a mi.

Hasta entonces, se despide tu querido abuelo Harry."

Su corazón se apretujó cuando pensó en su rostro y recordó todo lo que él había hecho en su vida. No le importó ser pro-muggle, no le importó lo que dijeran los demás y tampoco, le importó que corría riesgo de ello.

No era una cobarde como ella.

Con las mejillas rojas ante la presión de no llorar de nuevo, se puso de pie en el momento en que Lily se acercó a ella y sintiéndose demasiado avergonzada porque no podría protegerla si algo pasaba, corrió lejos de ella.

Lily solo apretó los puños avergonzada, antes de sentarse en el primer lugar en la mesa disponible.

Jazmine Potter se estaba volviendo débil y todo era por culpa de Regulus Black.

Jazmine Potter se estaba volviendo débil y todo era por culpa de Regulus Black

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The way i loved you - Regulus Black Where stories live. Discover now