22. Perdiendo la razón

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Las lágrimas de Jazmine empapaban su rostro pálido, que ahora estaba lleno de tierra por la clase de herbolaría.

La profesora Sprout no la estaba dejando entregar la tarea del día anterior por su insistencia, aunque la hubiera hecho, por lo que, la tristeza se volvió irá y antes de que la clase terminara tiró una maceta al piso con toda la fuerza posible.

—¡No es justo, Profesor Mcgonagall! Nunca en mi vida escolar he faltado a clases, ni he dejado mis tareas a la deriva, ni mucho menos le he faltado al respeto a ningún profesor —bramo, sentadose en la silla frente al escritorio de la profesora recién mencionada que tenía una mirada seria.

—Lo ha hecho ahora, señorita Potter.

—Da igual, era mi tarea —rodo los ojos, mientras se cruzaba de brazos—. He sido buena todo el tiempo ¿Por qué eso no sirve ahora?

—¡Porque no necesita actuar como buena para que todos la perdonen! —regañó aquella mujer, que ahora parecía un poco más tranquila después de haberle gritado—. Señorita Potter, usted tiene uno de los mejores promedios de su generación, pero no por eso, la tratarán diferentes.

—¿Me está diciendo que no importa como me he sacrificado todos estos años, por una simple falta? —habló entre dientes, acercándose furiosa al escritorio viendo como la profesora y jefa de casa, la miraba preocupada.

El rostro de la chica paso de ser furioso a mostrar una sonrisa falsa, haciendo que la profesora frunciera el ceño, sin saber exactamente que decir cuando la alumna se puso de pie.

»Ok, pero no espere que siga siendo buena entonces.

—Bien, pero recuerda que el mal no se lo hace a los demás, se lo hace a usted —la tranquilidad con la que había dicho aquello, no hicieron efecto en Jazmine que tomó sus cosas y empezó a caminar rumbo a la salida—. Tienes una semana de castigo con la Profesora Sprout, Potter.

—Como sea.

Caminando con impaciencia sobre todo el castillo, se encontró con que ya estaba sobre las orillas del bosque prohibido.

Los nervios la estaban consumiendo a gran medida, por lo que caminaba de un lado a otro sobre un claro. Lloraba esta vez desconsoladamente porque nada le estaba saliendo como esperaba.

Remus se había tomado el papel muy en serio y aunque lo adoraba por como era, estaba empezando a sofocarla. James cada momento que podía le recordaba que debía seguir las reglas. Regulus ni siquiera la volteaba a ver y Lily mantenía cortas pláticas con ella. Sirius y Peter eran los únicos que realmente no habían cambiado con ella.

Y con el sueño de dos días atrás, que más bien era producto de un hechizo, estaba perdiendo la poca cordura que le quedaba.

Se sentía angustiada, con miedo, con ira.

Todo en un mismo momento que la dejaba sin estabilidad, mientras se mantenía pensando como ordenar su vida.

—Pareces preocupada —una voz detrás de ella la asustó, haciendo que la pequeña chica saltara en su lugar para mirar luego al causante de aquella voz—, puedo irme si lo necesitas.

—Sí, quiero que te vayas Rosier —bramó, con recelo mientras se sentaba sobre un tronco.

—No lo haré, se que te irrito y es mi venganza por haber vomitado mi pantalón —se burlo, sentandose a su lado pegando su costado a propósito con ella quien al instante lo empujó haciéndolo reír—, ya ¿Qué te tiene así? Media escuela esta preocupada por tu apariencia y quien debería de estarlo, parece estar feliz de ello.

—Regulus no debería de estarlo. Y no me pasa nada, solo son los TIMOS —mintió, poniéndose de pie y ajustando su maleta en su hombro.

—No hablo de Black, más bien de tu patético hermano —el rubio se burló detrás suyo, viendo como ella se tensaba y volteaba a verlo muy curiosa—, puede que no lo veas, pero esta apartandote de todos, solo para tenerte para si mismo. No me sorprendería que él mandara a Remus para decirte aquella tonta idea.

—¿Cómo sabes lo de Remus y yo? —su cara curiosa se encendió por la humillación que estaba sintiendo—, nadie lo sabe.

—Bueno, la Legeremancia es algo que se domina en mi familia desde pequeños, tu padre lo sabe por el mío —se mofó, haciendo que ella rodara los ojos—. Vaya, parece que tu teatro se cayó. Me preguntó ¿Qué pasaría si toda la escuela lo supiera?

—Los dramas escolares no me interesan en lo absoluto —le dió una sonrisa falsa, para demostrar que ella no se sentía amenazada por él—, en cambio, me pregunto qué haría el señor oscuro si supiera que uno de sus pequeños mor-lo-que-sea a estado jactándose de serlo, sabiendo que pueden atraparlo y soltar toda la sopa.

—Tu no sabes eso —bramo, con cierto temor, acercándose a ella para atemorizarla ante su muy alta estatura.

—No hace falta que yo lo diga, creo que cualquiera podría hacerlo. Bien, si no tienes nada más que decir, me voy porque solo estás diciendo puras tonterías baratas —agitó su mano con sarcasmo, pero tan pronto ella se dió la vuelta aquel chico apretó su muñeca haciendo que ella se retuerza por la fuerza—, me estás lastimando, Rosier.

—El pronto va a encontrarte y cuando lo haga, voy a disfrutar tu dolor. Este solo el principio —amenazó, sonriendo con satisfacción al ver como ella aprieta los dientes aguantando su agarra.

—¡Qué me sueltes ahora! —chilló, sintiéndose débil ante las lágrimas que estaba empezando a acumularse en sus ojos.

Cuando la soltó la empujó hacía atrás, haciendo que se trastabille, por lo que cuando recupera el equilibrio lo mira de mala gana.

—Cuídate, Potter. Porque todos los mor-lo-que-sea están casándote y yo estoy tan cerca de lograrlo —su pequeña risa la hizo sentir escalofríos en la columna vertebral y tan pronto él quiso acercarse a ella, Jazmine salió corriendo.

Un problema más grande a su lista.

Ya dentro del castillo, con los nervios alterados miraba a todos lados, con la paranoia de que todos estaban mirándola. Necesitaba urgentemente dormir, por lo que se adentró a su sala común directamente a las habitaciones.

Ni siquiera le importó que su compañera de cuarto tuviera un chico sin camisa en su cama.

Se tapo de pies a cabeza y antes de que pudiera pensar algo, se quedó dormida.

Pero su paz no empezó ahí, pronto su habitación se llenó de ruido, haciendo que ella quitara sus sábanas de encima de mala gana, viendo como su puerta era abierta.

James, Sirius, Peter entraban por la puerta, junto con más personas. Por un momento se asustó, pensando en que aquellos chicos iban a atormentarla con algo pero no fue así, más bien la estaban viendo con terror.

Remus entró hasta lo último, un tanto asustado pero se acercó para tomarla de la mano y sin explicación alguna empezó a guiarla por todo el lugar.

Remus entró hasta lo último, un tanto asustado pero se acercó para tomarla de la mano y sin explicación alguna empezó a guiarla por todo el lugar

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The way i loved you - Regulus Black Donde viven las historias. Descúbrelo ahora