capitulo 74

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A la mañana siguiente, mamá me llama para avisarme que mi hermano ha recibido el alta médica, lo que me hace muy feliz.

  Media hora después y en medio del acoso de la prensa agolpada en la calle frente a la entrada de la casa de mis padres, logramos entrar.

  —Joder—, murmuro, —¿cómo se enteraron?—  agrego enojado.

  — Cálmate, solo están haciendo su trabajo, aunque a veces se pasan de la raya — me responde Ana.

  — Christian, Ana, qué bien que estén aquí... ¿Pudieron entrar sin dificultad?  La prensa nos siguió desde que salimos del hospital —nos dice mi padre mientras nos saludamos.

— Esos idiotas no respetan a nadie,—, agrego molesto.

  — Quieren saber de primera mano qué ha pasado.  — Añade mi padre.

— Son aves carroñeros— le contesto.

  — ¡Ey!  Estoy aquí,— es Elliot hablándonos desde la sala.

  —Christian, Ana—

  Son mamá, Mía ¿Kate?  Veo que ha decidido no dejar a Elliot en ningún momento, me imagino lo feliz que se siente mi hermano.  Ana y yo saludamos.

— Qué gusto verte tan bien—, le digo a mi hermano que está sentado en el sofá, se ve mucho mejor.

  —Sí, aunque salir del hospital fue un caos con toda la prensa y los paparazzi acosándonos, por un momento me sentí como una estrella de cine—, me responde de muy buen humor.

  — No les hicieron nada, ¿verdad?  — Físicamente se ven bien.

  —Afortunadamente, los guardias del hospital y dos de tus hombres nos ayudaron—.  Le pedí a Ryan y Reynolds que se quedaran cuidando a mi hermano.

— Iré a hacer el desayuno, ¿alguien quiere ayudar?— Mi madre dice.

  —Te ayudaré—, se ofrece mi mujer.

  —Voy contigo—, agrega Mía.

  —Supongo que ustedes necesitan hablar, así que iré también—, dice Kate, mirándome.

  No te equivocas, debo hablar con mi padre y mi hermano.

  —Haz un desayuno delicioso, me muero de hambre, la comida del hospital es asquerosa—, bromea Elliot.

  —No seas malagradecido— le regaña mi madre, aunque de buen humor.

  —No lo soy, pero afrontemos lo horrible que es la comida del hospital—, argumenta mi hermano.

  —Lo que tú digas—, responde mi madre, fingiendo rendirse.

— Lo que pasa es que Elliot quiere que lo consientan como si fuera un niño pequeño— se burla Mía.

  —Soy el niño de mamá—, responde él.

  Ana y Kate se ríen.  Es bueno estar en este ambiente después de lo que pasamos.

  —¿Quieres tu chupete? — Mi hermana contraataca mientras aprieta la mejilla de Elliot con sus dedos.

  — No, me conformo con unas tortitas con tocino y huevo revuelto.  — Contesta Elliot.

  —Vamos a la cocina—, sugiere mi nena.

  Mi madre va a la cocina acompañada de las chicas.

— Lo digo muy enserio: la comida del hospital es horrible — insiste.

Me siento enfrente a él.

— Necesito agradecerte por todo lo que hiciste por mí... —

  — No lo hagas — me interrumpe. — No quiero que me agradezcas nada, estoy seguro que tú habrías hecho lo mismo por mí.

MI DULCE REDENCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora