Capítulo 70

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Le pedí a mi hermana que le dijera a papá que Elliot y yo estamos en el hospital.

  —¡Hijo!—  Mi madre se levanta como un resorte de la silla donde estaba sentada.  —Oh, hijo mío—, exclama con voz ahogada y abre los brazos y, por primera vez en toda mi vida, entro en ellos con gran placer y me abraza.  Me trago mi emoción y me aferro al refugio de ella, sintiéndome más que agradecido y aliviado después de ese horrible despertar.

— Mamá —susurro con voz trémula.

  — Gracias a Dios estás bien, recé mucho para que volvieras a mí, ¿dónde está tu hermano?  ¿Estás bien?  ¿No les pasó nada?—  Dice y se aleja un poco de mí, mirándome de pies a cabeza, examinándome con los ojos.

  Sus ojos están llenos de lágrimas, su rostro brilla con emoción y alivio.

  — Elliot está en una de las habitaciones, no se encuentra muy bien — le respondo en un susurro.

— ¿Que le pasó a tú hermano? El está bien ¿Verdad?—

  —¿Que le sucedió?—  Pregunto haciendo caso omiso a su pregunta mientras mi mirada se dirige a mi esposa —¿Está inconsciente?—  pregunto preocupado.

  Mi Ana está pálida.  Tiene los ojos cerrados como si estuviera durmiendo.

— Está sedada, se puso histérica... — Me responde mi madre — Dime, ¿qué le pasó a tu hermano?  ¿A qué habitación lo han llevado?— Añade preocupada.

  — Y el bebé, ¿está bien?  —murmuro, mi madre no se sorprende, por lo que deduzco ya sabe que Ana está embarazada.

  —El bebé está bien.  —

  —Oh, gracias a Dios.—   Una ola de alivio me recorre como un ciclón.

  Me acerco a mi esposa, tomo su mano y le beso los nudillos.  Perdóname.  Perdoname por todo.

  —Hijo, por favor dime dónde está tu hermano—, insiste mi madre con un tono preocupado.

  — Me imagino que lo llevaron al quirófano para sacarle la bala.—

  —¡¿Bala?!— Ella grita asustada: —¿Le dispararon a tu hermano? ¿Dónde?— agrega, aterrorizada.

— En el muslo.  No puedo decirte mucho, necesito estar con Ana, ¿cuándo despertará?—

  — Cuando pase el efecto del sedante, iré a ver si mi hijo está bien — me aprieta el hombro — no te imaginas la felicidad que siento al tenerte aquí, aunque por otro lado me preocupa  tu hermano.

  — Estará bien, Elliot es fuerte — respondo — también me hace feliz estar aquí después de lo que pasamos, pero ya habrá tiempo para que se enteren del horrible despertar que tuvimos Elliot y yo.—

  Pongo mi mano sobre la de ella y la aprieto.

  — Te quiero mucho mamá — me sonríe, sé que casi nunca le digo que la quiero, pero después de lo que pasé, creo que debería ser más demostrativo y cariñoso con mi familia.

  — Yo también, y no te preocupes por Ana, se despertará pronto y estará feliz de verte— mmm, eso espero. — Felicidades por el bebé, vamos a celebrarlo ¿Verdad?— Asiento no muy seguro, tal vez debamos esperar los primeros meses antes de dar la noticia, — ahora tengo que saber cómo está mi hijo mayor, nos vemos luego— se da la vuelta y camina hacia la puerta.

  Pongo toda mi atención en mi esposa.

Muevo la silla donde estaba sentada mi madre y me siento al lado de Ana.  Tomo su mano con ternura, feliz de ver que está cálida. Le apreto suavemente, con la esperanza de despertarla.

MI DULCE REDENCIÓNWhere stories live. Discover now