Capitulo 48

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   ANASTASIA

Es domingo, Christian está levantado porque tiene que ir a probarse su traje para nuestra boda, pero irá después del mediodía.

  Después de bañarme, me visto con una falda verde militar corta, anudada en la cintura, con un volante cruzado en la parte inferior, una blusa sin mangas con encaje color champán y unas Adidas.

— Dime que no saldrás vestida así, — me dice Christian, deteniéndose en mis piernas.

  Me pregunto si no se aburre mirarme las piernas todo el tiempo.  Me acerco y lo tomo por la barbilla y lo obligo a mirarme a los ojos.

  — Mis ojos están aquí, señor Grey,—  le digo, — y no voy a salir a ningún lado hoy.

  Envuelve sus brazos alrededor de mi cintura y me acerca a su cuerpo.

— Me alegro, no me gusta que salgas así a la calle— me da un beso en el cuello.

Siento un cosquilleo y suelto un gemido.

  — Mira lo que has hecho,—  agrega y frota su erección en mi vientre.

  Trago saliva y mi vientre se contrae deliciosamente, mientras siento que mi entrepierna reacciona.

— Vamos a desayunar, luego podemos hacer lo que queramos en nuestra habitación, — le digo, — tengo hambre y esta vez es de comida.—

  —Está bien, señorita Steele, — dice, soltándome.

  Está vestido con jeans negros y una camisa azul real.

    * * *

Abro mis ojos.  Maldita sea, me quedé dormida, me incorporo y giro la cabeza hacia radio reloj, y me doy cuenta de que hay una nota.

  He ido por mi traje, volveré pronto.
  Te amo.
  Tu futuro esposo.

Posdata: No quería despertarte, te veías tan hermosa y tranquila que no quise molestarte.

  Te amo.

Me levanto y me pongo la camisa de Christian y salgo a la cocina, porque tengo sed.

  — ¡Anastasia!—   Me gritan cuando voy camino a la cocina.

  Me doy la vuelta. Leila tiene las manos alrededor de la cintura, se ve furiosa.

  — Leila, ¿cuándo llegaste aquí?—  Mierda, olvidé que vendría hoy.  —Buenos días— añado

  — Hace un buen rato,— responde, mirándome con desprecio.

  —¿Qué ocurre?—  Le pregunto porque no me gusta la forma en que me mira.

  —¿Puedo saber qué haces vestida así?,— dice enojada,— ¡Mi hijo podría verte!—

  — Lo siento... Olvidé que estabas aquí,—  le digo disculpándome, — iré a vestirme.— Sería vergonzoso y horrible que un niño me vea prácticamente sin ropa.

  Ella se acerca a mí.

  — ¿Tú piensas que soy estúpida?,  sé perfectamente que odia que mi hijo y yo estemos aquí, pero te advierto que por más disgustada que te sientas, Paul y yo no nos vamos de aquí —

  — ¿Que estás diciendo? —  Digo perpleja e indignada.

Ni siquiera saluda, viene dispuesta a pelear.

  — Mi hijo tiene todo el derecho de estar aquí, es el heredero de Christian...—

¿Qué? ¿Cómo se atreve a reclamar? Se perfectamente que su hijo tiene sus derechos, pero es el niño, no ella.

MI DULCE REDENCIÓNWhere stories live. Discover now