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Me había quedado dormida, ya parecía ser demasiado tarde por todo el silencio atronador que resonaba en aquella habitación.

Lentamente me puse de pie y bostecé con cansancio. Me dolía todo el cuerpo, pero la herida vendada bajo mi camisón era la que más me preocupaba.

Caminé hacia la puerta y tras abrirla observé el pasillo desierto. ¿Dónde estaba todo el mundo?

Salí y me dirigí lentamente hacia las escaleras. Iba descalza y me agradó la sensación del suelo frío bajo mis pies que aún se encontraban calientes.

¿Hacia cuanto no me fijaba en aquellos pequeños detalles?

Bajé los escalones sintiéndome bien conmigo misma y frené mis pasos al ver a Aemond apoyado en el marco de la puerta que daba al gran salón del trono, con su mirada clavada en aquel asiento que enloquecía a todos.

Cuando escuchó mis pasos se giró para mirarme detenidamente.

-¿Estás bien?- pregunté.

Él esbozó una sonrisa de medio lado y caminó hacia mí.

-Creo que esa pregunta debería hacerla yo-contestó provocando que yo retrocediera hacia atrás con nerviosismo.

Aemond aprovechó ese momento, el momento en el que mi espalda rozó la pared para impedirme el paso con sus manos, obligándome así a centrar toda mi atención en él.

-¿Ya te acuerdas de mí?- preguntó.

Asentí con nerviosismo. ¿Qué le pasaba?

Vi como esbozaba una sonrisa y desviaba la vista hacia mi pecho cubierto solo por la fina tela del camisón.

-¿Puedo saber qué estás intentando?-pregunté frunciendo el ceño y apoyando mis manos en su pecho para apartarle de mi.

Él puso su ojo en blanco y agarró mis manos provocando que me acercara más a él.

-¿Te acuerdas de Aegon y Daeron?

Asentí aún confusa con su actitud escuchando su respiración agitada y sintiendo su aliento chocar contra mi.

-Deberías alejarte de mí…-susurré- voy a casarme con tu hermano.

-Cuando abriste los ojos me dijiste que yo te parecía apuesto…-susurró.

-No me acuerdo de eso- sonreí de medio lado- de todos modos no estaba bien, porque sabes que yo jamás te diría algo así.

Aemond me devolvió la sonrisa y me soltó.

-¿De verdad piensas lo que acabas de decirme?

Volvió a sonreír, pero su sonrisa se esfumó cuando escuchamos el rugir de un dragón en el exterior.

-¡Aegon!- grité corriendo hacia la puerta de la entrada, pero frenando de golpe al sentir un inmenso dolor en mi herida aún sin cicatrizar.

-¿Podrías intentar ser menos impulsiva?- preguntó Aemond cogiéndome en brazos y mirándome de reojo mientras caminaba hacia el exterior del castillo- lo que menos necesitamos es que vuelvas a asustarnos.

Le miré con atención. ¿Se preocupaba por mi?

Cuando llegamos al exterior mis ojos se posaron de inmediato en Tessarion.

-¿Dónde está Aegon?-pregunté zafandome de las manos de Aemond que no tardó en dejarme bajar.

Le miré aterrorizada esperando su respuesta que no llegó.

Levantamos los tres la cabeza cuando Fuegosolar nos sobrevoló y mi garganta se inundó de mil emociones.

Cuando aterrizó y Aegon se deslizó por su dragón hasta acabar en el suelo, sus ojos rápidamente fueron a parar a los míos.

Pero ninguno de nosotros se atrevió a dar el primer paso, ni pronunciar palabra alguna.

Supongo que eso era lo más bonito de estar enamorados. Yo le miraba a los ojos exhaustos de palabras y ya sabía todo, como si todo estuviera dicho, como si su intención de expresarse fuera clara.  

Mis ojos en cambio solo supieron llenarse  de lágrimas provocando que al final Aegon caminará hacia mí envolviendome en sus brazos bajo la atenta mirada de los otros hermanos.

-Te quiero…-susurró.

Sonreí aferrandome a él y apartando ligeramente la cabeza extendí una mano en busca de Daeron y la otra en busca de Aemond que me miraron sin comprender nada.

-Creo que ya va siendo hora de que nos comportemos todos como una familia- sonreí viendo cómo Aemond desviaba la vista hacia Daeron que fue el primero en aceptar mi mano y abrazarnos.

Aegon desvío la vista hacia su hermano y bajo mi atenta mirada también estiró la mano esperando a su hermano.

-Creo que deberíamos hacerlo por madre-dijo Aegon- aunque solo sea una vez.

Y eso fue suficiente para convercerle. Aemond se unió a nosotros fundiendonos los cuatro en un abrazo que hubiera deseado que durara toda la noche.


La chica del antifaz// Jacaerys Velaryon & Aegon Targaryen Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon