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-¿Hablas enserio, Jace?- caminé hacia él pasando mis manos por sus brazos-¿No veré a mi hija?

-Tendrás conmigo los hijos que verdaderamente contarán-contestó con frialdad.

Con fuerza le abofeteé y cuando fui a repetir el golpe me agarró de la muñeca zarandeándome con fuerza.

-Eres mi esposa, Lyanna, ¡¿En qué diablos pensabas para traer al mundo a un bastardo?!

-Estoy casada contigo pero para nada soy tuya…-le escupí provocando que él me soltara.

Eché a correr hacia la puerta, pero me agarró del pelo sacándome un grito de dolor mientras me golpeaba con fuerza haciéndome caer al suelo.

-¡¿Te gusta jugar con fuego?!- gritó- ¡He sido demasiado permisivo, te he querido perdonar cosas imperdonables, pero jamás te dejaré pasar una falta de respeto más.

Me abofeteó de nuevo en el suelo y se sentó de cuclillas encima de mí inmovilizandome con sus manos.

-Solo nos casamos para vengar a tu madre…-sollocé.

-Nos casamos para vengar a mi madre, para que yo ocupara un trono con esposa e hijos, y nunca me diste nada de eso- con una de sus manos sujetó mis dos manos mientras yo me revolvía y con la otra intentó sin éxito arrancarme la parte superior del vestido.

-¡Auxilio!- grité peleando con fuerza para liberarme de él-¡Ayuda!

Golpeé su entrepierna aprovechando el momento para levantarme, pero él tiró de mi pierna haciéndome caer bocabajo en el suelo y golpeando mi cabeza.

-¡Jace para!- sollocé con fuerza mientras él subía mi vestido volviendo a inmovilizarme.

Lloré gritando mientras me revolvía escuchando como se desabrochaba el pantalón.

-¡Ayuda!

Y entonces para mí sorpresa me penetró, con una ferocidad que por un momento me hizo perder el conocimiento, dejó caer todo su peso sobre mi y me embistió con rapidez, haciendo que me deslizara de arriba abajo en el suelo mientras jadeaba hundiendo su nariz en mi nuca.

-Eres solo mía y te doy mi palabra de que lo recordarás de por vida- gimió aumentando la velocidad y provocando que me entraran unas terribles náuseas que casi me hacían vomitar en el suelo.

Pero frenó de golpe cuando la puerta se abrió y Aemond clavó su único ojo en nosotros.

-¡Guardias!- gritó Jace saliendo de mi interior y abrochándose el pantalón mientras se ponía de pie.

Yo en cambio me quedé mirando a un punto fijo, olvidándome de que mi cuerpo aún continuaba en aquella habitación. Intentando aislarme mientras intentaba pensar en qué punto se había torcido todo en mi vida.

Les escuché discutir de fondo y solo volví a la realidad cuando los dos cayeron al suelo golpeándose.

Me incorporé sin poder articular palabra y fijé la mirada en Jace. En aquel hombre con el que había decidido casarme para intentar así restaurar lo que otros habían roto.

La daga de Aemond se deslizó por el suelo cuando Jace le golpeó y yo la miré con atención.

¿Cómo había sido capaz de abusar de mí? ¿Cómo me había podido hacer eso?

Jace se puso encima de Aemond y le propinó un fuerte puñetazo atrayendo mi mirada mientras continuaba quieta.

Me había hecho algo que jamás iba a perdonarle, sí, era mi esposo pero , ¿Desde cuándo actuaba movido por la rabia?

Me llevé las manos a la cabeza deseando que me tragara la tierra y llena de la misma rabia que segundos antes había tenido Jace,  agarré la daga de Aemond poniéndome de pie.

-¡Guardias!- gritó de nuevo Jace cuando Aemond le golpeó en el estómago.

Caminé detrás de él mientras los dos forcejeaban y desvíe la vista hacia aquel pantalón, pantalón que no había dudado en bajarse para humillarme de la forma más ruin.

-¡Te odio!- grité provocando que Jace se distrajera girándose para mirarme.

Y cuando mis ojos que hasta aquel momento habían sido incapaces de derramar ninguna lágrima coincidieron con los suyos  no me paré a pensarlo, hundí la daga en su hombro mientras Aemond se incorporaba sobresaltado.

Grité con todas mis fuerzas y sacando la daga intenté volver a clavársela mientras Aemond me agarraba de la cintura y me obligaba a soltar la daga.

-Vámonos antes de que lleguen los guardias- con rapidez tiró de mi mano y me obligó a salir de aquella habitación mientras yo me rompía sin poder contenerme más.

-Déjame aquí- lloré intentando frenar en medio del pasillo- vete y déjame aquí.

Aemond se giró frunciendo el ceño.

-No podré mirar a Aegon a la cara…-mis lágrimas ya resbalaban por todo mi rostro.

-Escúchame bien- Aemond miró a su alrededor agudizando el oído y me agarró la cabeza obligandome a centrar mi mirada en la suya- no ha sido consentido¿ Vale?, eso no es ser desleal a nadie, si Aegon no entiende eso entonces no merece la pena.

Lloré negando con la cabeza, incapaz de continuar hablando, y él me cogió echándome en su hombro al escuchar los pasos de los guardias por el pasillo.

No tardamos en salir al exterior y me bajó con rapidez haciéndome un gesto de cabeza para que subiera a lomos de Vaghar.

-Daeron se ha llevado a Aegon, así que sube antes de que…

-¿Te irás otra vez?

Desvíe la vista cuando reconocí la voz de Luke en la lejanía.

-Luke…-susurré al verle bajar las escaleras con una espada en la mano.

-Luke-repitió Aemond esbozando una sonrisa y dirigiendo su mano a la daga que aún continuaba repleta de sangre de Jace.

La chica del antifaz// Jacaerys Velaryon & Aegon Targaryen Où les histoires vivent. Découvrez maintenant