11.

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Llegamos a media noche a la Fortaleza Roja y en cuanto entramos por la puerta desvíe la vista hacia Jace justo en el momento en el que besaba la mano de Baela.

Aparté la mirada sabiendo que los dos se habían percatado de nuestra presencia y apreté contra mi pecho el libro que me había regalado Aegon.

-Buenas noches- Aegon me dedicó una mirada y sin dignarse a hablar con Jace ni su prometida, entró dentro del castillo. 

-¿Te ha obligado a ir a…

-Buenas noches- dejé a Jace con la palabra en la boca y entré en el castillo dirigiéndome a paso acelerado a la cocina.

-¿Dónde estabas?- preguntó Melisa con los brazos en forma de jarra.

-He ido a dar una vuelta- mentí.

-¿Con Aegon Targaryen?- preguntó arqueando una ceja.

Abrí la boca sorprendida y dejé el libro sobre la encimera caminando hacia ella.

-¿Cómo lo has sabido?

-Eres la nueva-puso los ojos en blanco- él siempre prepara el terreno antes de llevarte al catre.

-Pero no estuvimos haciendo na…

-Ya lo harás- me interrumpió con un ligero brillo en la mirada- y entonces se olvidará de que existes.

Vi como se dirigía a las escaleras que conducían a nuestras habitaciones.

-Por cierto, el hijo de Rhaenyra, Jacaerys Velaryon ha venido preguntando por ti.

Cogí el libro y la seguí por las escaleras.

-Si buscas hombres con los que desposarte puedo presentarte a algunos hombres decentes- abrió la puerta de su habitación- los príncipes no son en absoluto una opción.

Antes de que pudiera hablar, cerró la puerta de su habitación en mi cara dejándome totalmente confundida.

-¡¿Se puede saber dónde has estado?!-espeto Delnay bajando las escaleras con una fusta en la mano- ¡¿Desde cuándo las muchachas de bien llegan a estas horas?!

La miré atemorizada y grité cuando me obligó a entrar a mi habitación.

-¡¿Qué has estado haciendo?! 

Sin dejarme hablar me dió con la fusta en la mano provocando que soltara el libro.

-Aquí estamos para servir- se acercó más a mi mientras yo iba retrocediendo hacia atrás- está completamente prohibido leer.

-¡Girate!- gritó enfurecida.

-No entien...

-¡Girate!

La obedecí rompiendo en llanto y grité con fuerza cuando sentí caer la fusta sobre mi espalda.

-¡Aquí somos decentes!- espetó ella volviendo darme con la fusta mientras yo sentía como se iba desgarrando mi piel.

-¡Yo no he hecho nada!-sollocé con fuerza agarrándome con fuerza a la cabecera de metal de la cama.

Cerré los ojos intentando soportar el dolor, pero entonces la puerta se abrió de golpe impidiendo que Delnay volviera a golpearme.

-¡¿Se puede saber qué está pasando aquí?!

Lloré sintiendo como unas manos me giraban y miré aturdida el rostro de Helena delante de mí.

-¡¿Qué salvajada es esta?!

Dejó de mirar a Delnay y centró su atención en mi.

-Lyanna ¿Puedes caminar o llamo a alguien de la guardia para sacarte de aquí?

Intenté respirar con normalidad y me ahogué mientras ella se levantaba apresuradamente en busca de ayuda.

Sentía la sangre resbalar por mi espalda, tan caliente que me erizó el vello.

-¡Le falta el aire!- gritó desesperada Helena volviendo junto a un guardia.

Sentí como me cogía en brazo y como me sacaban de allí, y solo entonces cerré los ojos perdiéndome en la infinidad de estrellas que había visto antes de caer en el infierno.

-Tranquila, Lyanna…

La voz de Helena fue lo último que escuché antes de perder el conocimiento.

Cuando me desperté sentí como habían cubierto mi espalda con algo realmente reconfortable y guíe la vista por la habitación sin reconocerla.

¿Dónde me encontraba?

Era de noche y no podía distinguir nada, aún así supe de inmediato que aquella inmensa cama no era en absoluto la mía.

Escuché la puerta abrirse lentamente e intenté moverme sin éxito a causa del dolor.

¿Qué había hecho tan mal como para que Delnay me golpeara de aquella manera?

Fruncí el ceño. ¿Quién había entrado?

-Heleeenaaa

-¿Aegon?

Escuché como se chocaba contra un mueble de la habitación y resoplaba furioso.

-Aegon no soy Hel…

Pero me quedé callada al escuchar como se desprendía de su ropa que caía al suelo con fuerza, como si estuviera desesperado por deshacerse de ella.

-Aegon- dije viendo al fin su silueta.

Se tambaleó de un lado hacia otro y entonces se metió bajo las sábanas.

-Aegon, soy Lyanna-dije con el corazón acelerado.

-Lyanna…-susurró llevándose las manos a la cabeza- Lyanna.

-Exacto-dije posando mi mano en su pecho- no soy Helena.

Él soltó una sonora carcajada y golpeó con fuerza el cabecero de la cama.

-Me han dado un vino malísimo, Helena-dijo girando su cuerpo hacia mí- estaba muy malo.

Me estremecí atemorizada sabiendo que estaba completamente desnudo bajo las sábanas y que me confundía claramente con su esposa.

-Soy Lyanna-repetí asustada- debes cumplir tu palabra.

-Lyanna…- se acercó ligeramente a mí y pasó su dedo por mi brazo.

-Eso es…-susurré- soy Lyanna.

No podía moverme, y solo la idea de que pudiera acercarse a mi pensando que yo era su esposa me horrorizaba. ¿Cómo iba a hacerle entrar en razón si estaba borracho?

Pero para mí sorpresa, Aegon acercó su cabeza a mi hombro y suspiró con cansancio.

-¿No te parece hermosa Lyanna?

Su pregunta me hizo esbozar una sonrisa y sin poder evitarlo pasé mi mano por su pelo.

-Tienes que dejar de beber..-susurré cerca de él.

-Ayer….-escuché cómo tragaba saliva - ayer me dijo que…

Se volvió a quedar en silencio y noté como pasaba su mano por mi cintura activando todas mis alarmas.

-Sé que como esposa nunca me has querido, pero ¿Y como hermana?

Escucharle decir aquello rompió mi corazón, y adolorida me giré aguantando el dolor que me producía aquel movimiento.

Agarré con delicadeza su cabeza y la apoyé en mi pecho sintiendo su respiración más pesada, síntoma de que se estaba quedando dormido.

Su respiración me comenzó a relajar y antes de que pudiera seguir con todos los sentidos en alerta, caí rendida.

La chica del antifaz// Jacaerys Velaryon & Aegon Targaryen Where stories live. Discover now