3.

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Esa noche, Catelyn le contó todo lo ocurrido a Lord Borros Baratheon, que tras ver a su hija con el rostro empapado en lágrimas por lo que según ella consideraba una "humillación" decidió echarme de Bastión de Tormentas, dejándome completamente desamparada en medio de la noche.

Tras divagar por las calles durante horas, un anciano y su mujer me concedieron un plato caliente de sopa en su taberna.

-Una niña como tú no debería andar a estas horas por las calles- la mujer posó su mano encima de la mía- ¿Te has perdido?

Y mi única respuesta fue romper en llanto sintiéndome completamente sola en el mundo. ¿Qué iba a hacer a partir de ahora? ¿Dónde iba a vivir?

Fue la mujer la que me dio la respuesta.

-Nosotros necesitamos camarera - me sonrió de forma reconfortable- puedes quedarte si así lo deseas.

-Tranquila- dijo el esposo de la mujer- te quedarás aquí.

-Gracias- lloré con un terrible terror que no me dejaba agarrar ni la cuchara.

Después de esa noche pasaron dos lunas, dos lunas en las que me acostumbre con rapidez a atender a los clientes sin escuchar gritos ni quejas a mi alrededor.

Esa noche, me encontraba sola en la taberna, apunto de cerrar para irme a dormir. La casa en la que me alojaba con la pareja de ancianos se encontraba solo a dos calles de esa y nunca había tenido complicaciones para llegar, hasta esa maldita noche.

Terminé de recoger los platos y algún que otro vaso y cerré la taberna dispuesta a ir a casa, cuando tres chicos que se tambaleaban incapaces de continuar andando se quedaron quietos impidiendome el paso.

-Mira lo que tenemos aquí…-dijo uno de ellos caminando hacia mí- la suerte nos sonríe chicos.

Le miré con atención posicionando la llave entre mis dedos para golpearle con ella si llegaba el caso, incapaz de comprender porque un chico de pelo plateado deambulaba a esas horas en las Tierras de la Tormenta.

Antes de que pudiera reaccionar, el chico de rostro plateado me rodeó con sus brazos dejándome sin aire y sin posibilidad de golpearle.

-¡Suelteme!-grité.

-Creo que no, hermosura- le hizo un gesto a sus amigos para que se acercaran y solo entonces sentí que comenzaba a faltarme el aire.

-Tiene cara angelical- sonrió uno agarrandome del rostro con fuerza- pero estar a estas horas sola me dice que solo aparentas ser angelical.

-¡Suelteme!- grité de nuevo retorciendome en sus brazos.

El chico que me tenía agarrada del rostro sonrió de oreja a oreja.

-¿Debería soltarla?

Todos soltaron una carcajada y el chico de pelo plateado que me agarraba me lanzó a los brazos del otro, momento que aproveché para levantar mi rodilla y golpearle con fuerza en la entrepierna.

Eché a correr escuchando como me seguían por detrás y con fuerza choqué contra alguien al querer meterme en un callejón con tanta fuerza que caí al suelo al no poder mantener el equilibrio.

-¡Sobrino!- espetó uno de ellos.

Me levanté apresuradamente y solo entonces reconocí al hombre que tenía enfrente.

-¿Lyanna?- preguntó Jace frunciendo el ceño con confusión.

Dejó de mirarme y desvió sus ojos hacia el chico de pelo plateado.

-Te agradezco que hayas agarrado a nuestra diversión- hizo el amago de agarrarme, pero con rapidez me escondí tras Jace- es muy escurridiza.

-¿Vuestra diversión, tío?

Jace dió un paso hacia adelante.

-He venido a recoger a Lady Lyanna- mintió él, y girándose agarró con fuerza mi mano- ¿Acaso te divierte asustar a mi prometida?

Tragué saliva.

¿Prometida?

-¿De qué hablas?- el chico de pelo plateado dió un tumbó posando sus manos encima de los hombros de Jace- pensé que no era más que…

Desvío la vista hacia mi, y con rapidez Jace tuvo que ayudarle cuando estuvo apunto de caer al suelo.

-Deberías ir a dormir..-susurró Jace- nos veremos en otra ocasión, tío.

Y sin soltar mi mano, Jace volvió a tirar de mí metiéndose de nuevo en el callejón del que procedía.

-¿Puedo saber qué haces a estas horas por las calles?- preguntó.

Aparté mi mano de la de él y giré mi cabeza aún atemorizada.

-Trabajo en una taberna y suelo cerrar sobre esta hora.

-Pensé que eras la sirv....

-Ya no-le interrumpí- me dejaron en la calle esa misma noche.

Jace retrocedió incapaz de creer mis palabras.

-¿Pero qué clase de gente…

Agaché la cabeza y sentí como su mano se posaba en mi mentón, provocando así que yo levantara la vista.

-¿Sigues asustada?

Su pregunta hizo que algunas lágrimas se asomaran por mis ojos.

-Tranquila…

Para mí sorpresa pasó sus manos por mis brazos y tiró de mí provocando que mi cabeza acabara apoyada en su pecho.

-Tengo algo que mostrarte…-dijo apartándose ligeramente de mí- algo que te hará olvidar el haberte cruzado con mi tío.

Levanté la cabeza para mirarle, estábamos demasiado cerca y aúnque me moría de ganas de ver lo que tenía para mostrarme, tuve que alejarme de él.

-Me están esperando-dije esquivando su mirada.

Él esbozó una sonrisa.

-No eres nada fácil, Lyanna- me hizo un gesto para que comenzara a andar a su lado- te acompañaré entonces.

Sonreí con nerviosismo.

-Le dijiste a tu tío que yo era tu prometida.

-Mañana no se acordará ni de que se cruzó conmigo- sonrió Jace- así que no te preocupes.

Le miré dejando de caminar.

-La fiesta en Rocadragón fue para que encontraras una esposa adecuada- me encogí de hombros- al menos eso fue lo que me dijo Catelyn.

Los dos nos miramos, pero él no dijo nada.

-¿La encontraste?

Por un segundo me arrepentí de haber formulado aquella pregunta. ¿Por qué me daba tanto miedo saber la respuesta?

-Es complicado-dijo al fin.

-¿Complicado?- pregunté.

Jace dió un paso hacia mí y yo retrocedí hasta sentir mi cuerpo acabar pegado a la pared.

-Pocas veces uno se casa por amor, y menos si va a ser el heredero al trono- se encogió de hombros más cerca de mí- así que dejémoslo en que sigo buscando la candidata perfecta.

Desvío su vista hacia mis labios y rápidamente apartó la mirada.

-Eso si, esa tal Catelyn está descartada.

Solté una carcajada y le seguí cuando retomó sus pasos.




La chica del antifaz// Jacaerys Velaryon & Aegon Targaryen Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt