48.

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Me cubrí con la sábana algo adolorida, y suspiré con el corazón acelerado.

¿Había tenido una pesadilla?

-Ya era hora de que despertarás.

Pero cuando la voz de Aemond llegó a mis oídos, me incorporé sobresaltada fijándome en él, que sentado en una silla de madera jugueteaba con su daga en la mano.

Después miré a mi alrededor reconociendo aquel lugar y supe que nada había sido una pesadilla, que todo había ocurrido.

-¡¿Vas a matarme?!- grité enfurecida.

Pero me quedé en silencio cuando la puerta se abrió y entró Helena posando directamente su mirada en mi.

-¡Helena!- me levanté intentando no resbalar con mi vestido y caminé hacia ella- no dejes que…

Pero ella retrocedió hacia atrás.

-Habéis matado a mi madre…-susurró con los ojos aguados.

Me quedé quieta observando su rostro y desvíe la vista hacia Aemond cuando comenzó a hablar.

-No te he traído para matarte aunque me muera de ganas de hacerlo-se puso de pie y me apuntó con la daga- en la habitación de al lado está mi hermano, el rey, tú rey.

Miré a Helena.

-Sabemos que está vivo porque he entrado a hurtadillas en la madrugada…-dijo Helena acercándose a Aemond- y le he escuchado respirar.

Tragué saliva agachando la cabeza, dolida con todo lo que estaba pasando.

-Si no hubiera usurpado el trono a…

Aemond me golpeó con fuerza y me agarró de los brazos zarandeandome mientras Helena intentaba impedírselo.

-¡Ve a salvar a mi hermano!

-¡Déjala,Aemond!

Helena logró que me soltara y él con enfado salió de aquellos aposentos mientras Helena me sujetaba las manos provocando que clavara mi mirada llena de miedo en ella.

-Es mi hermano- sollozó Helena- si él muere y vienen los negros nos mataran a todos.

-Eso no es verdad…-susurré.

-Claro que sí, madre nos lo dijo, Rhaenyra jamás nos quiso como a sus hermanos.

La miré viendo cómo las lágrimas resbalaban por sus mejillas.

-Jace no sería mal rey, si tan solo me dejarais…

Helena soltó mis manos con rabia y se fue incapaz de continuar hablando, dejándome sola en aquél lugar sin saber qué hacer.

¿Vendría Jace a sacarme?

Me humedecí los labios y desvíe la vista hacia la puerta comenzando a caminar.

Dejando que mis pies me guiarán hasta la puerta de la habitación de al lado. Cogí aire e incapaz de contenerme abrí la puerta.

-Aegon…-susurré.

Cerré la puerta a mis espaldas y me fijé en el bulto de la cama.

Sin poder evitarlo mis ojos se llenaron de lágrimas y mi corazón se conmovió ante aquella escena.

Había perdido a su madre, una pérdida así era difícil de superar.

Me sequé la lágrima que resbalaba por mi mejilla y acercándome a la cama me senté en ella.

-Aegon…-susurré.

Pero continúe sin respuesta, así que con el corazón encogido estiré la mano y busqué su pulso sintiendo sus suaves latidos.

¿Cuánto tiempo llevaba sin beber ni comer?

La habitación olía a alcohol y a cerrado, a un lugar que llevaba sin tener corriente bastante tiempo.

No había apenas luz y si no fuera por el pulso de Aegon juraría que había muerto hace días.

Tragué saliva intentando ignorar el nudo de mi garganta y me deshice de los zapatos tumbandome a su lado, sintiendo su aroma que no se había desvanecido.

-Aegon, soy Lyanna…- busqué su mano entre las sábanas y la agarré mientras que la otra acariciaba su pelo- despierta.

Le escuché murmurar y entonces bajo mi atenta mirada hundió su cabeza en mi pecho y comenzó a llorar con fuerza.

-Shhhh, calma…- me rompí intentando calmarle mientras escuchaba su llanto ahogado- todo pasará.

Él se aferró a mí aumentando su llanto y yo dejé que lo hiciera olvidándome por un momento de todo.

-Shhhh…- hundí mis dedos en su pelo masajeandole la cabeza- estoy contigo en esto, ¿Vale?

Sentí como su respiración agitada iba bajando el ritmo y como sus grandes manos se aferraban a mi cintura con fuerza.

-Lyanna…

Su voz aceleró mis latidos y cuando sentí como desataba las cuerdas de mi vestido con torpeza no se lo impedí, fui incapaz de hacerlo, incapaz de ir en contra de lo que deseaba aquel hombre en aquel momento.

-Lyanna…-susurró con la voz ronca rozando con sus labios mi cuello.

Cerré los ojos sintiendo como deslizaba su mano por mi vestido y me lo levantaba con la respiración agitada.

-Dime que….- besó mi cuello y se subió encima de mí bajándose con desespero su pantalón- dime qué ese malnacido no ha tocado lo que es mío.

Gemí sintiendo como me penetraba y me aferré a su espalda mientras me embestía deshaciéndose de su camisa.

Me dejé llevar por sus jadeos  y gemí incapaz de contenerme, dándome cuenta de que necesitaba aquello tanto como él.

Ageon agarró con una de sus manos mi rostro y pegó su frente a la mía sin dejar de embestirme, cada vez con más fuerza.

-No volverás a ir a ninguna parte…

Sus movimientos aumentaron de intensidad y los dos sin contenernos más llegamos al clímax descargando todo lo que teníamos dentro.

Nos miramos a lo ojos y él dejó caer su cuerpo sobre el mío casi dejándome sin aire.

La chica del antifaz// Jacaerys Velaryon & Aegon Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora