45.

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Me caí sobre la arena cuando Aemond sacó su espada y cerré los ojos sabiendo que aquel sería mi final.

Pero cuando escuché un rugido en el cielo los volví a abrir viendo cómo un dragón dorado que brillaba hasta en aquella oscura noche aterrizaba junto a Vaghar.

-¡Te mandé a Harrenhal!- gritó Aegon bajando de su dragón dirigiéndose a Aemond mientras sacaba su espada de forma amenazante.

Le vi, y por muy extraño que pareciese, mi corazón aumentó sus latidos considerablemente, incapaz de sentir frío ante su presencia.

Llevaba una corona oscura con rubíes y me miró con la misma mirada que siempre me había dedicado. 

Una mezcla entre calidez y miedo.

Cuando se dirigió a mí, todas mis alertas se encendieron e intenté rápidamente ponerme de pie.

-No, no…-Aegon frenó sus pasos y soltó la espada dejándola caer al suelo- no voy a hacerte nada,Lyanna.

Se giró furioso para mirar a Aemond.

-¡Vete de aquí!

-¿Y dejarte con esta loca?- preguntó Aemond caminando hacia nosotros-me clavó la daga  en el brazo.

-Vete de aquí ya.

Los ojos de Aegon parecían inyectados en sangre y Aemond con enfado se giró caminando hacia Vaghar sin decir nada más.

-Lyanna..-susurró Aegon volviendo a centrarse en mí.

-Dejaste que mataran a Rhaenyra….-mis ojos se llenaron de lágrimas- la dejaste morir y no hiciste nada.

-Era ella o yo- se explicó.

Negué con la cabeza y di un paso hacia atrás.

-Te advertí de esto,Lyanna- me señaló con el dedo quedándose quieto en su lugar- te dije que lo nuestro iba a ser muy complicado.

-¡Y aún así me enamoré de ti!- lloré con fuerza-¡Y me lanzaste en brazos de otro hombre cuando decidiste solucionar tus problemas con violencia!

Aegon elevó las cejas y fue él el que retrocedió con confusión.

-¡Te casaste con Jace porque tú quisiste!- gritó esta vez caminando hacia mí con enfado.

Con fuerza me agarró de los brazos y apretó sus manos contra mi.

-Me casé con Jace porque no me dejaste otra opción…-lloré.

-¿Habéis consumado el…

-¡¿Eso es lo único que te importa?!- me intenté zafar de sus manos que me tenían bien agarrada-¿No te importa saber que mataste a lo más parecido a una madre que he tenido?

-¡Madura!- gritó asustandome-¡ Rhaenyra debía morir si quiero seguir ocupado el trono!

-Eso es lo más triste- con fuerza logré separarme de él- que en el fondo jamás has querido ese asiento, ese trono lo han querido otros por ti, ¿Acaso no lo ves?

Él me miró con el rostro desencajado y levantó la vista al cielo cuando comenzó a llover.

-Dime Aegon, ¿Me has querido alguna vez o simplemente he sido una más de tus aventuras?

Me miró de nuevo y caminó enfurecido hacia mí cogiéndome con fuerza mientras se dirigía hacia su dragón.

-¡Aegon no!- grité revolviendome con rabia.

-¡¿Piensas que para mí no has significado nada?!- me dejó en el suelo mientras yo agarraba la espada que él había tirado minutos antes.

-Si vuelves a ponerme una mano encima te mataré,Aegon…

-¡Pues mátame Lyanna!- espetó lanzando su corona al suelo y arrodillándose-¡Mátame porque si me dejas vivo solo traeré más desgracias!

Le miré con la mano temblorosa y tragué saliva intentando contener mi llanto.

Tenía ante mí al usurpador, al hombre que había ordenado la muerte de Rhaenyra y que casi mata a mi padre en el intento. Tenía delante de mí al hombre al que todos deseaban matar implorandome que lo hiciera. Y en cambio, yo solo pude caer de rodillas soltando la espada mientras dejaba que la lluvia cubriera mis lágrimas.

-¿A qué has venido?- lloré.

Aegon me miró con los ojos repletos de lágrimas.

-Una luna, eso te di…-susurró casi en un hilo de voz- debía buscarte una vez más, aún sabiendo que te habías casado, tenía que intentarlo, no podía quedarme lamentandolo, odiandome por haberte dejado ir ese maldito día.

Se arrastró por la arena y cuando llegó a mi, mi corazón no pudo evitar dejar que me rodeara con sus brazos.

-Eres la luz de mi vida ,Lyanna, desde el maldito día que te conocí lo fuiste, por eso volví a la taberna, por eso te llevé conmigo a Desembarco del Rey- tragó saliva apretándome contra él mientras yo me perdía en su aroma- eres mi ángel.

-Para ser tu ángel primero debes construir un cielo para mi- le aparté con fuerza recordando mi matrimonio con Jace- los ángeles no vivimos en el infierno.

Cogí de nuevo la espada y le apunté con ella.

-Coge tu corona y vete de aquí antes de que vuelva Jace y acabe contigo.

Aegon se puso de pie y limpiándose las lágrimas caminó hacia su dragón.

-Si Aemond vuelve a aparecer por aquí- suspiró agarrando las cuerdas que le subían a su asiento- recuérdale que yo tengo a Helena y que puedo matarla antes de que él llegue a parpadear.

Me miró por última vez y subió a su dragón alzando el vuelo.

La chica del antifaz// Jacaerys Velaryon & Aegon Targaryen Where stories live. Discover now