38.

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Se escuchaban perfectamente los gritos y reproches de Aegon y Aemond mientras yo me vestía dentro de la cabaña.

Aún llovía fuera y muy a mi pesar sabía que dentro de mí también acabaría lloviendo.

Había estado sumergida en un profundo sueño en el que todo a mi alrededor parecía sacado de un cuento, en el que Aegon me había hecho ascender al cielo y tocar las nubes con las llemas de mis dedos para ahora caer de golpe a una horrible realidad.

¿Qué debía hacer? ¿Quedarme junto a Aegon o volver a Rocadragón e intentar arreglar lo que indudablemente había destruido?

La puerta se abrió y Aegon entró completamente empapado, llevándose una mano al golpe de su cabeza.

-¿Qué vamos a hacer?- pregunté con nerviosismo.

Él me miró aún cerca de la puerta y se encogió de hombros.

La habitación se sumió en un pesado silencio, en el que los dos nos mirábamos sin encontrar las palabras adecuadas para comenzar a hablar.

¿Aquello estaba siendo una despedida o el comienzo de algo?

-No puedo tomarte como esposa-comentó rompiendo aquél silencio.

-Lo sé…

-Eso no significa en absoluto que quiera renunciar a ti- dió un paso hacia mí con nerviosismo- lo de anoche no fue algo que….

Se quedó en silencio terminando de acercarse a mí y pasando sus manos por mi cintura.

-Lo sé..-repetí.

Nuestros ojos se miraban casi suplicandose con la mirada y suspiré intentando aguantar el nudo de mi garganta.

¿Era una despedida?

-Lo más sensato es que vuelva con los míos…-susurré incapaz de mirarle- e intentar solucionar todo esto.

-Te obligarán a casarte…-agarró mi rostro con sus dos manos.

-No lo permitiré- besé sus labios viendo cómo Aemond abría la puerta mirándonos con atención y provocando que nos separaramos de mala gana.

-Me iré con Aemond- me aclaré la garganta y caminé hacia él- lo último que necesito es que mi padre decida enfrentarse a ti.

Aegon asintió y caminó detrás de mí agarrando mi mano.

-¿Entiendes la gravedad de lo que hemos hecho?-preguntó con el miedo reflejado en su mirada- no volveremos a vernos.

-Él es mi padre-dije con lágrimas en los ojos- mi única familia, creo que merece una explicación.

-Lyanna…-dejó atrás mi mano, acarició mi pelo y agachó la cabeza pegando su frente a la mía, olvidándose de que su hermano se encontraba a pocos metros de nosotros.

-Iré a buscarte…-susurró al fin- esperaré un cuervo durante una luna, si no llega iré a buscarte con Aemond.

Asentí.

-Tendrás el cuervo muy pronto- besé su mejilla y me separé de él intentando ignorar el nudo que se había formado en mi alma.

-Me sorprendes…-dijo Aemond abriendo la puerta para dejarme salir sin apartar la vista de nosotros- pensé que eras más…

Le miré saliendo de la cabaña y caminé decidida hacia Vaghar.

-Me sorprendes-repetí arqueando una ceja- hoy he visto que bajo esa apariencia de chico duro se esconde un corazón.

Ayudada por él subí encima de Vaghar y desvíe la vista por última vez hacia Aegon.

-Una luna, Lyanna- dijo- si en una luna no recibo noticias tuyas iré y mataré a todo el que me impida llegar a ti.

Aemond sentado a mi lado me miró desde el rabillo del ojo y alzó el vuelo mientras yo me aferraba con fuerza a él.

-¿Le cuidarás?- pregunté.

-No prometo nada-contestó con sequedad.

Suspiré y miré las vistas que me ofrecía Desembarco del Rey desde aquellas alturas.

De golpe Fuegosolar alzó el vuelo y solté sin evitarlo una carcajada al ver a Aegon seguirnos mientras nos rodeaba casi impidiendonos avanzar. Todo el llanto que tenía acumulado se transformó en risa mientras veía como él me dedicaba una sonrisa casi rozando a Vaghar.

-¿Te causa gracia esto?- preguntó Aemond.

-Creo que es lo más bonito que ha hecho nadie en la vida por mí-contesté sonriendo.

La chica del antifaz// Jacaerys Velaryon & Aegon Targaryen Where stories live. Discover now