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-Cuando era niña siempre le preguntaba a mi mamá "¿Qué quieres que te regale por tu cumpleaños?" Me encantaba hacer manualidades y sabía que ella se pondría muy feliz si le regalaba algo hecho por mi. Pero ella siempre me respondía lo mismo "salud y felicidad, cielo" y recuerdo decirle cruzada de brazos "No, mamá, dime un regalo de verdad" ansiosa por qué ella me pidiera algún tipo de manualidad- suspiré y agarré la mano de Luke mientras desviamos la vista hacia el techo en su habitación- ahora entiendo todo, los regalos no son nada si las personas a las que amas no están a tu lado.

Luke me miró aún repleto de lágrimas y apretó mi mano con más fuerza sin ser capaz de pronunciar palabra.

-Sé que duele y que probablemente duela toda la vida…-susurré- pero te hará fuerte.

Los dos giramos la cabeza hacia la puerta cuando Jace entró.

-Ya está aquí el Septón Supremo- dijo incapaz de sostenerme la mirada- oficiará nuestra boda con dos testigos.

Mi corazón dió un vuelco al escuchar esas palabras y sentí como todo mi alrededor se tambaleaba.

No estaba preparada para casarme, no así, no con un hombre al que no amaba, no en aquellas circunstancias.

Pero muy a mi pesar, solté la mano de Luke y le hice un gesto con la cabeza para que se incorporara.

-Debemos ir..-susurré.

Y tras coger suficiente aire, caminé saliendo de los aposentos de Luke y dirigiéndome hacia la sala del trono donde nos esperaba el Septón Supremo.

Todo estaba oscuro, nadie sonreía, nadie era capaz de mirarse a los ojos, y pude sentir el temblor en la mano de Jace cuando agarró la mía con delicadeza.

-Yo soy tuyo y tú eres mía…-la voz de Jace estaba más apagada que nunca antes.

-Yo soy tuya y tú eres mío..

Agaché la cabeza recordándome sentada junto a Aegon mientras le mostraba la estrella que me recordaba a mi madre, nuestro baile cubiertos por simples sábanas y su carcajada, esa carcajada que me enloquecía por completo.

-En presencia de los dioses yo os declaro- intenté ignorar el nudo de mi garganta que me impedía respirar con normalidad- a Jacaerys de la casa Velaryon y a Lyanna de la casa Targaryen, marido y mujer, una sola carne, un solo corazón, hoy y siempre.

Jace besó mi mano bajo la atenta mirada del guardia, de Luke y del Septón que nos había casado.

Y se apartó de mí con incomodidad para dirigirse con el guardia hacia la sala de reuniones donde llevaba metido todo el día.

Tragué saliva y miré a Luke.

-Deberías estar también en esas reuniones-me dijo caminando hacia mi.

Negué con la cabeza comenzando a caminar.

-Creo que deberíamos ir a dormir, mañana será un nuevo día y podremos ver todo con más claridad-me dirigí a mis aposentos intentando aguantar el nudo de mi garganta hasta cerrar la puerta, pero Luke me hizo frenar a medio camino.

-Debes ir a los aposentos de Jace-dijo mientras yo me giraba para mirarle- ahora eres su esposa.

-Me temo que nuestra unión es pura política- tragué saliva- no creo que sea conveniente que vaya a sus aposentos.

Y sin decir nada más entré en los míos y cerré la puerta rompiendo en llanto al fin mientras caminaba hacia mi cama.

Me tumbé en ella y hundí la cabeza en la almohada sin dejar de llorar, sintiendo dentro de mí que había traicionado a Aegon, que por extraño que pareciera le estaba siendo desleal al hombre que realmente amaba.

Me había innegablemente imaginado una vida junto a él, y hora estaba aquí, llorando desconsoladamente, diciéndole adiós mientras el corazón se me dividía en cientos de cachos.

¿Cómo no iba a estar así? 

Casándome con Jace me había desprendido del amor que realmente quería en mi vida.

Golpeé la almohada con fuerza, ¿Por qué Aegon tuvo que actuar así? ¿Por qué no pensó en mí?

¿Por qué me hizo creer en algo que sabía que no iba a existir?

La chica del antifaz// Jacaerys Velaryon & Aegon Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora