59.

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-¿Por qué lloras?- preguntó Daeron antes de posar sus ojos en las marcas que había dejado Otto en mi cuello tras intentar estrangularme.

Aemond me miró de reojo, y la cara de Daeron se fue endureciendo mientras dejaba la puerta atrás y caminaba hacia mi.

-¿Esto lo has hecho tú?- preguntó él dirigiéndose a su hermano mientras con sus dedos rozaba mi cuello adolorido.

Escuché la respiración agitada de Daeron y sabía que eso no acabaría bien. Sabía que tenía un temperamento demasiado fuerte como para pararse a pensar en frío lo que podía haberme pasado.

Así que levantó la mirada y unos ojos fríos como el hielo se encontraron con los míos.

-Te dije que no salieras de la habitación sin mi consentimiento- se pasó una mano por el pelo intentando calmarse-creo que fui bastante claro con lo que deseaba.

Dejó de mirarme a mí y desvío su vista hacia su hermano.

-Solo os pedí una cosa, a Lyanna sé la iba a tratar como un miembro más de la familia ¿Acaso es tan difícil de entender?

-Le has contado lo de Aegon- Aemond sin miedo alguno se encaró con su hermano- si no querías que se moviera debiste haberle atado la pierna al cabecero de la cama.

-¿Por qué está llorando?, es una pregunta simple- Daeron se humedeció los labios intentando contener sus impulsos.

Pero duró bastante poco, no esperó a que Aemond contestara, se lanzó encima de su hermano y los dos cayeron al suelo golpeándose.

-¡Daeron!- grité-¡Detente!

Me limpié las lágrimas con las manos e intenté acercarme a ellos sin éxito alguno.

Aemond se sentó encima de Daeron y le golpeó con fuerza.

-¡Fue Otto!- confesé- ¡Aemond no ha tenido nada que ver!

Aemond dejó de golpear a su hermano y los dos se giraron para mirarme.

-¡Otto iba a violarme si no hubiera sido por qué Aemond entró en la habitación!

Daeron se quitó de encima a Aemond y se llevó una mano a la ceja partida.

-¿Qué hacías en los aposentos de mi abuelo?

Desvió su mirada hacia mi vientre y caminó hacia mí para dejar su mano sobre la fina tela que separaba mi vientre de su mano.

-No debiste ir a ningún lado sin decírmelo antes…-susurró poniéndose de rodillas ante mí- ¿Te duele?

Aemond nos miró durante un instante y tras soltar un gruñido se alejó de nosotros dejándonos solos en aquel pasillo.

-No.

Él se humedeció los labios y se puso de pie haciéndome un gesto para que entrara en la habitación, a la que no tardé en entrar por miedo a que volviera a enfadarse.

-Fui sincero contigo, te conté todo lo que me habían dicho, y me prometiste no ir a ningún lado sin mi aprobación- Daeron cerró la puerta- todo esto para ver a mi hermano, un hermano que seguramente esté borracho y hundido en la miseria.

-Es el padre de mi hijo.

-El padre de tu hijo soy yo- se llevó una mano al pecho caminando hacia mí- ¿O ya se te han olvidado todos nuestros planes?

-En ninguno de mis planes Aegon continuaba con vida..-lloré de nuevo sin poder contenerme provocando que él terminara de caminar hacia mi.

-Me he pesado todo este tiempo intentando curar las heridas que causó mi hermano en tu corazón- con su dedo apuntó mi pecho- y ahora, después de todos mis esfuerzos..

-Las heridas se hicieron con su muerte..-le corregí.

Daeron apoyó su frente en la mía y me secó las lágrimas con sus dedos.

-Yo hubiera rechazado la corona por ti, Lyanna…-susurró- y sabes de sobra que él no la rechazó por ti.

Se apartó de mí y se giró golpeando con su puño cerrado una de las paredes.

-Daeron…-caminé hacia él y le abracé por la espalda sintiendo como su cuerpo se relajaba al instante.

-Te dejaré verlo cuando yo vea conveniente- se giró y pasó sus manos por mis hombros- luego será decisión tuya que hacer con tu vida.

Besó mi frente con delicadeza y soltó un suspiro.

-Yo seguiré aquí elijas lo que elijas.

-Nada cambiará entre nosotros…-susurré entre lágrimas- no dudes de eso..

Nos quedamos un instante en silencio, escuchando nuestras respiraciones agitadas mientras nuestros ojos se perdían en los del otro. 

-Eres complicada…-dijo Daeron rompiendo el silencio.

-¿Por qué lo dices?- pregunté.

Él agarró con sus manos mi cabeza y me acercó aún más a él.

-Eres inteligente, bonita, culta, ingenua, nada fácil de impresionar y mucho menos resulta sencillo ganarse tu confianza…-sé quedó en silencio esbozando una sonrisa- tienes todo lo que desearía cualquier hombre.

-¿Y dónde está el problema?- sonreí.

-Que creo que elegiste mal…

Mi sonrisa se borró al mismo tiempo que él se apartaba de mí para dirigirse hacia la cama.

-Por cierto- se giró para mirarme- mañana me encargaré de mi abuelo, así que te recomiendo no salir de aquí.

-Daeron, no hagas nada de lo que luego te arrepientas.

-Nadie toca lo mío, Lyanna- puso los ojos en blanco sonriendo de medio lado- ya deberías de saberlo.

La chica del antifaz// Jacaerys Velaryon & Aegon Targaryen Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum