Capítulo 48: La vidente

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—¿Hoy sí? —pregunté en tono burlón, aunque sonó bastante descafeinado por el buen humor que corría por mis venas en forma de subidón hormonal.

—Hoy la necesitarás —contestó como única explicación con una sonrisa que no supe si catalogar como cómplice o misteriosa. Puede que ambas—. A esta invita la casa.

Alcé una ceja y le di un trago a aquel delicioso brandy de buena calidad que guardaban para los paladares más selectos. Si se refería al disgusto de hacía un rato, ya era agua pasada. Pero no sería yo quien corrigiera a un mentalista si quería darme una copa extra.

Mientras paseaba la lengua por mis labios, recogiendo las gotas de licor, una mano me dio un ligero toque en la espalda.

—Disculpa, necesito hablar un momento contigo.

Me giré hacia la voz femenina con el ceño fruncido, esperando que se tratara de un error porque no me apetecía aguantar más tonterías por una noche. La copa casi se resbaló de mi mano al ver quién me interpelaba; pero ella, sabiendo lo que pasaría, ya había adelantado su propia mano para afianzar la parte baja de mi bebida hasta que recuperara la fuerza en los dedos.

—Priya Edevane —murmuré asombrada.

Aquel era el último sitio donde esperaría ver a una de las Herederas.

—Llámame Priya.

Aquello me sorprendió todavía más. Creo que era literalmente la primera vez que hablábamos.

—Para ti es la primera. Para mí hemos tenido esta conversión muchas veces. Demasiadas —murmuró frotándose el puente de la nariz con expresión cansada. Reparé entonces en que bajo sus ojos había unas profundas ojeras.

—No he dicho...

—¿No? A veces lo dices, otras no. No importa —me interrumpió adelantándose a mis frases.

—¿Has forzado visiones sobre mí? —pregunté atónita.

Asintió pasando a una expresión de fastidio. Aunque no una auténtica. Todas sus emociones parecían anestesiadas, como si estuviera extremadamente cansada o aburrida.

—Eres muy complicada. Eres terca pero a la vez impulsiva, y eso crea demasiadas variantes y, al mismo tiempo, pocas favorables. Tenía que ser hoy, aquí, ahora. De una forma muy concreta.

—¿A qué te refieres?

Me hizo un gesto hacia una de las mesas vacías y la seguí movida por la curiosidad. Puede que los aquelarres no tuvieran mi favor, pero tenía que admitir que los Edevane me intrigaban. Y si uno admite, no solo tener una visión sobre ti, sino haber forzado varias buscando algo en tu futuro, no es algo que puedas simplemente desoír. No si uno tiene una cantidad sana de curiosidad en el cuerpo, y me atrevería a decir que mis niveles superaban con creces los saludables.

La vidente se sentó y guardó silencio durante al menos un minuto, pero sus pupilas se movían de un lado a otro mientras parecía reordenar ideas en su mente.

Yo aproveché esos segundos para observarla con curiosidad. Pese a estar en un local de claro ambiente obsceno, ella vestía como si viniera a una reunión de negocios y parecía totalmente ajena a lo que la rodeaba. Su vestido lavanda sin escote no parecía tener más pretensión que la de dar una impresión respetable y casual dentro de lo elegante. Algo que cabía de esperar de una Heredera, pero ¿acaso no era consciente de que eso la hacía destacar aún más entre aquella gente vestida en lencería, cuero y fantasía?

Las perlas de su collar, pendientes y pulsera eran un juego completo que gritaban a cualquiera que echara un vistazo que era una joven de clase alta sin tener que recurrir a gemas más ostentosas y aquello, en realidad, parecía definirla muy bien: su espalda erguida, sus gestos elegantes, su expresión calculada, todo en ella hablaba de que era consciente de su rango y vivía acorde a él sin necesidad de regodearse en ello a costa de pisar el cuello de nadie. Había nacido para ser la heredera de su aquelarre y para ella era una verdad absoluta de la que ni dudaba ni se jactaba. Simplemente era así.

Palabra de Bruja IndomableWhere stories live. Discover now