📜 Capítulo 25. Encontrando la Varita Correcta

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Un golpe de cambio repentino surgió y pronto la niebla a su alrededor empezaba a moverse, Ariana había recibido una disculpas, era la primera vez que oía a alguien disculparse con ella, estaba impresionada cuando esa palabra tocó en su corazón com...

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Un golpe de cambio repentino surgió y pronto la niebla a su alrededor empezaba a moverse, Ariana había recibido una disculpas, era la primera vez que oía a alguien disculparse con ella, estaba impresionada cuando esa palabra tocó en su corazón como si finalmente fuera un cálido abrazo de misericordia.

— Albus y yo fuimos muy tontos al hablar de eso forma tan despectiva de ti —admitio Scorpius intrigado en sus ojos, casi era lo más interesante y llamativo en Ariana— lo cierto es que nadie debería hablar así de ti, sé cómo se siente eso —

Ariana tomó su pecho cuando sintió como se ultrajada en su interior, pero una sonrisa quebrada al instante se mostró en sus labios para Scorpius y admitió — nunca nadie me había dicho algo así —su voz apenas se escuchaba y aunque Scorpius pensará que Ariana lo había tomado a mal, en realidad estaba encantada de escuchar a Scorpius hablar con ella.

— sí, Scorpius tiren razón —Albus sintió pena en el momento y seguramente si padre estaría muy crítico con él por ser tan despectivo con Ariana, así que se disculpó con vergüenza— no pensé en realidad que fueras tan… bueno, normal —dijo nervioso Albus— de hecho eres más que normal, eres muy… —

— aquí está —el señor Ollivander regreso, Scorpius y Albus se separaron de Ariana— una varita de Acebo, veamos que tal la manejas, por favor sacudela —advirtió Ollivander— no seas como el señor Potter cuando recibió la suya, la tomó y la pegó contra el mostrador para revisar que fuera fuerte —Albus rió nervioso atrás de Scorpius.

Pero la varita sacada de la caja fue puesta en sus manos y pronto Ariana sintió la textura de la misma con tanta admiración para sacudirla delicadamente y que de ella saliera una bola en potencia contra el estante de al frente y terminarán cayendo varitas de ahí— creo que no —mascullo Ollivander— veamos otra —entonces tomó la varita de Ariana y la guardo— parece que es demasiado para la pobre —admitió el señor Ollivander buscando una varita en el estante tras el mostrador en la parte inferior— bien, está es una varita de Acacia —explicó— la madera de acacia es muy inusual, y según he descubierto crea varitas complicadas y que a menudo se niegan a producir magia para alguien que no sea su dueño —sacó la varita de la caja y se la entregó a Ariana, se hizo entonces a un lado.

Ariana esta vez pretendía encajar con la varita y pronunció un encantamiento por lo bajo— Lumos —y de la punta de la varita salió una pequeña y tintineante luz y aunque se veía prometedor, la varita desistió de la luz y se apagó después de dos segundos.

— tal vez no —admitió Ollivander quitando la varita de su mano— aunque parecía que sí… —tomó la varita y frunció su ceño examinando— de Acacia… —los recuerdos y la memoria llevaron a Ollivander en un viaje en el tiempo hacía unos meses atrás, cuando en su choza de creación especial en medio del bosque y la tranquilidad, Ollivander presenció lo que hacía mucho no veía.

Un ave Fénix que sobrevolaba en el cielo, se detuvo de hacer la varita que en el momento estaba creando y aprecio el deceso del fénix que caía con sutileza, Ollivander reconoció el ave de inmediato, pues aunque hacía mucho que no lo veía, sí lo conocía, un ave tan complicada como ella era difícil de ver más de dos veces, el ave se incrustaba en la barra de madera frente a su taller y ladeó su cabeza hacia Ollivander, Ollivander lo reconoció como un viejo amigo, pues era él quién había ofrecido sus dos últimas plumas para dos varitas importantes, también reconoció que como la primera y segunda vez, está ave tenía un tercer asunto con él, así que el fénix sacudió su cola y de ella se soltó una pluma que cayó sobre la mesa de Ollivander y sobre un frasco cercano también, el fénix derramó tres gotas de lágrimas para Ollivander, hecho esto el ave ascendió al cielo y desapareció en él, para volver a su hogar, en la mansión entre los árboles y directo al cuarto de una niña de catorce años.

— hace más de unos meses que venía pensando cómo utilizar dos elementos privilegiados en distintas varitas —Ollivander la había guardado con tanto cariño— pero al final, algo me decía que sería mejor utilizarla en una sola varita —Ollivander entonces mostró la varita de Acacia que había estado guardando en una caja rojo vino oscura— pensé encomendar está varita a una persona de más edad, pero creo que no será necesario —la había estado guardando en su mostrador— hacía mucho que me estaba esperando a alguien que la tomara —era una varita de estructura recta, con una decoración sutilmente de plumas de fénix marcadas en la madera y brillantes, era de un rojo vino, pero las plumas de fénix talladas salían eran doradas en sus bordes, era muy elegante y para nada vieja en cuanto a su edad.

Ariana entonces quiso tomarla y con la esperanza de que realmente la aceptará, pero poco a poco iba sintiendo la firmeza y los bordes de la varita y de tenerla en su mano, la admiro con devoción en sus detalles. Ollivander estaba fascinado con lo que estaba a punto de acontecer, cuando las plumas de fénix brillaron aún más y un sentimiento de calor y seguridad invadió a Ariana, casi como si la misma varita brillará por su propia presencia y la abrigará, entonces Ariana pronunció— Lumos —y el lugar entero se iluminó con destellos de chispas permanentes en la habitación.

Ariana Grindelwald Y El Legado MalditoWhere stories live. Discover now