63

2.5K 388 84
                                    

—🌤—





               Beth retrocedió un paso para poder observar su rostro en el largo espejo del baño; se había visto un tutorial de maquillaje tratando de que estuviese acorde al vestido que le pidió comprar a Evan una hora antes. Ese que siempre veía a través del cristal en el centro comercial pero nunca se animó a comprar. Lucía sencilla pero no como una novia regular, todas parecían sobrecargar tanto sus arreglos que en su opinión, era grotesco.





Un delineado como el de siempre que cambiaba mucho junto a los brillos plateados que sólo se veían con el reflejo de la luz mismos que hacían juego con el gloss rosado pastel en sus labios. Planchó su cabello notando lo mucho que había crecido pues llegaba un par de centímetros bajo sus hombros y lo arregló con un listón blanco a modo de diadema. No dejaba de observar su imagen, se desconocía pese a que cada peca estuviese en el mismo lugar desde hace años y el fleco cayese sobre su frente igual que cada día.





—Hay algo que no encaja—dijo al sentir la presencia de Bruce en la puerta abierta. Se dio media vuelta para verle.





Él yacía recargado bajo el marco, una sonrisa de lado apareció en su rostro. Beth usaba una de sus tantas playeras de Luke Skywalker negra en conjunto con jeans oscuros, su idea era cambiarse estando en donde sea que sería la ceremonia ¿pero Bruce? Su prometido ya estaba listo para salir con aquel conjunto negro que aunque parecía algo que usara normalmente, tenía ese algo que hizo a la joven suspirar sin darse cuenta; una camisa negra bajo una chaqueta de algún material parecido al cuero por la textura brillosa, era de cuello alto como de motociclista y su cabello castaño caía perfectamente a un lado. Era sin duda, lo que imaginaba al escuchar la canción que mencionó antes de dormir.





—Quizá es la ropa que usas ahora, pero créeme—avanzó lentamente a ella—te ves como un sueño.





—¿Uno bonito donde estás de fiesta junto a e-woks o uno donde de pronto tu ropa desaparece enfrente de todos y no puedes hacer nada al respecto?





—Definitivamente uno bonito, uno muy muy bonito.





Beth sonrió sin poder evitarlo y entonces, mirando los ojos claros de Bruce, su comentario se respondió solo: felicidad. Por primera vez en mucho tiempo se sentía plenamente feliz y a eso se debía la extrañeza de la situación.





—Iré a ver si nuestro roomie ya está listo—añadió acomodando el dije plateado que colgaba del cuello de Beth, ese pentagrama que recibió de regalo a los 12 años y no se quitaba desde entonces—te veo abajo.





Asintió y segundos después, le vio desaparecer de la habitación. Saliendo de su trance aprovechó para guardar en un pequeño bolso el maquillaje que había usado para llevárselo por si acaso, se dirigió al closet que compartía con Bruce —siendo en su mayoría ocupado por ella— y tomó los tacones bajos de color blanco que nunca había usado, esos que compró porque eran iguales a los de Lana del Rey en una sesión fotográfica, excelente para la ocasión. En menos de cinco minutos ya se encontraba bajando las escaleras.





—¿Saldrán?—escuchó a Alfred recién entrando al mismo tiempo que tocó el último escalón.





—Si, pero volveremos temprano—le restó importancia encogiéndose de hombros.





—O quizá no—interrumpió Bruce del otro lado, deteniéndose hasta estar a la derecha de Beth.




La chica le miró con los ojos entrecerrados, obviamente había más de lo que creía planeado porque bueno, era Bruce. Y Bruce siempre termina sorprendiéndola de una forma u otra. Su prometido le devolvió la mirada para guiñarle un ojo que en conjunto con la ropa hacía que Beth estuviese a nada de desmayarse.





—¡Estoy listo!





Ambos pasaron su atención al niño de cabello oscuro que se unía con un gran entusiasmo. Beth apretó los labios para no restregarle a Bruce lo mucho que se parecía a él en ese momento; jeans azules, suéter negro y hasta un par de botas parecidas a las que tenía. En vez de eso marcó el camino para poder dejar la torre no sin antes despedirse de Alfred.





Dick conocía a la perfección la ruta hacia casa de la madre de Beth por lo que no se molestó en esconder su emoción, sus piececitos se movían frenéticamente cuando Bruce detuvo el auto en la acera frente a la fachada color lila. Antes de que pudiese bajar y echarse a correr a la puerta, Evan salió de ésta con una larga bolsa de tela negra que sostenía con cuidado.





—Oye, a la otra por favor sé más específica con el modelo, fue muy raro entrar y pedir "un vestido como el de Lana del Rey", tuve que googlearlo porque la señora no sabía qué era una Lana del Rey—habló en cuanto estuvo dentro del auto—¡ah! Y dejaste mi tarjeta en ceros. No es que tuviese mucho dinero tampoco pero ahora tengo nada.





—Hola a ti también, hermano—comentó sarcásticamente Beth, viéndole acomodar el vestido cubierto por su funda entre él y Dick.





Al escucharle, Bruce sacó su cartera del bolsillo y de ella unos cuantos billetes. Los extendió para que Evan pudiera tomarlos.




—¿Eso lo cubre?




—Creo que nunca he tenido tanto dinero en mis manos que no sea del Monopoly—bromeó observándolos algo incrédulo—si quieren un vestido, así sea como el de la mismísima Katy Perry, díganmelo. Nunca cambies, Bruno.





Tanto Beth como Bruce se miraron divertidos antes de ponder en marcha de nuevo el auto.





—Oigan, ¿y a dónde vamos?—habló de nuevo luego de un buen rato.





Todo lo que podían ver por las ventanillas era cada vez menos edificios, menos casas y más zona boscosa. Su curiosidad aumentó cuando un letrero de "¡Gótica agradece su visita!" apareció a un costado de la carretera.





—A nuestra boda—respondió de lo más normal Bruce.





—Oh, cool—la voz de Evan se interpuso a la música de la radio—ESPERA ¿BODA? ¿Qué no es en un mes? Dios mío, les juro que hasta lo anoté en el calendario para no olvidarlo.





—La boda pública lo es. Esta es...privada.





—¿Y no invitaron a mis papás?





—¿Para qué?—dijo Beth—ese es el punto de que sea privada.





—Bethany Clara Walker. Me encanta el plan. Creo que me llevaría la regañiza de mi vida por venir a su boda de la alta sociedad en modo vagabundo.





Evan miró su atuendo: los primeros jeans que encontró en el piso, la playera gris con que se quedó dormido y finalmente sus tenis Nike negros con detalles dorados.





—Bueno, yo usaré el vestido que compraste. Imagínate lo que me haría a mí...





—Nada, porque estaré allí para defenderte—Bruce le miró por un momento.





—¿Estás dispuesto a tomar los regaños en spanglish de una señora cuarentona latina con claros problemas de ira?—asintió ante la pregunta de Evan—eres la persona más valiente que conozco, Bruce Wayne. Puede que después de todo sí merezcas a mi hermana.





Beth sonrió girando la cabeza en su dirección. Lo que piensen sus padres no le afectaba tanto como lo que pensase Evan. Esas palabras no hicieron nada más que comprobarle una vez más que Bruce era todo lo que necesitaba, estaba más segura que antes de querer pasar su vida con él. Suerte que estaban a cinco minutos de llegar al lugar.

afterglow     ⸺     bruce wayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora