04

8.1K 1K 479
                                    

—🌥—



             El ensordecedor sonido del motor se detuvo segundos después de las llantas; Bruce esperó a que ella bajara primero para hacer lo mismo. Lucía nerviosa y podía ver cómo seguía temblando, sin estar muy seguro de si era por frío u otra cosa.


—¿Estás bien?—preguntó viéndole quitarse el casco y liberar su cabello suelto.


—Desde pequeña no subía a una moto, fue una experiencia...—miró al piso y luego a Bruce—nueva.


Le entregó el casco con una pequeña sonrisa agradecida, mismo que colgó en el manubrio de la motocicleta. La luz dorada del sol aparecía lentamente sobre el agua dándole un brillo especial; el lugar era un punto alto del cementerio con paredes de piedra, una especie de balcón fuera de las catacumbas que tenía una de las mejores vistas de la ciudad.


Beth miró atónita lo que tenía enfrente suyo. Los puentes, el agua, los edificios altos. El cielo azulado bajando cada vez de intensidad para tornarse un amarillo claro detrás de las tenues nubes grises. Puso las manos sobre la fría barda de piedra perdiéndose en los detalles.


Al contrario de Bruce quien se detuvo a su izquierda y se concentró en su perfil atento, aquellos ojos que reflejaba el paisaje. Ella, al sentir su atención, le devolvió la mirada haciéndole girarse al instante.


—¿Cómo encontraste este lugar?


—Me gusta recorrer la ciudad. Conozco cada calle y edificio de Gótica.


—Nunca había estado aquí y menos a esta hora—miró de nuevo al cielo que ahora estaba más naranja que antes—creo que el viaje en moto valió la pena.


—¿No te gusta mi motocicleta?—no pudo mantener su mirada en el horizonte, Beth era mejor vista.


—Claro que me gusta, lo que no me gusta es usarla—dijo riendo—aunque creo que es porque me tomaste desprevenida con tu invitación. Digo, sólo nos hemos visto dos veces y no sé nada de ti.


El agua en constante movimiento reflejaba pequeños destellos de vez en cuando. Desde allí arriba Gótica lucía tan pacífica, tan buena para ser verdad. Él permaneció en silencio.


—¿Porqué actúas tan misterioso?—le miró atenta. Era la primera vez que lo veía bajo la luz natural y no la azulada que usaban en su local de trabajo.


—¿Porqué aceptaste venir conmigo?


—Oh, veo lo que haces—entrecerró los ojos y con una pequeña sonrisa continuó—y es trampa.



—¿Qué cosa?—la suavidad y confianza en su voz le hizo entender a Beth que jugaba con ella.



—Responder una pregunta con otra pregunta. ¿Qué tal si por cada pregunta que te responda...—giró un poco para poder verlo mejor—...tú me respondes una?



Tras imitar su gesto, dejando de lado el paisaje tan atractivo, asintió.


—¡Cool! Yo empiezo. Uh...¿cuál es tu banda favorita?



—Nirvana.



—Entonces debo confesarte que he escuchado una sola canción de ellos...



—No entiendo cómo es eso posible pero lo respeto.



—Menos mal—dijo entre risas ante la reacción de Bruce—tu turno.



—¿Qué es lo que escribías la otra vez? ¿Era algo de la universidad o...?



—Uy, para nada. Es un pasatiempo personal que me gustaría llevar más lejos pero lamentablemente no tengo cómo. No hay suficiente dinero ni apoyo así que...—se encogió de hombros apretando los labios—espera un momento, ¡esas fueron dos preguntas!



—Pero la segunda complementaba a la primera—entrecerró los ojos mirándole fijamente.



—Supongamos que te creo. La dejaré pasar.



Sin darse cuenta y entre tanta divagación pasaron más de una hora preguntándose cosas simples pero también personales. Bruce había aprendido que su color favorito era el verde y que de pequeña ganó varios premios a mejor poema en su primaria además de que amaba las películas de terror y su escritor favorito era Edgar Allan Poe. Mientras que Beth supo que a los 17 construyó con diferentes partes su propio auto, tenía conocimiento de todo un poco (como forense, derecho, psicología) y amaba el helado de chocolate.


Pero el cansancio comenzaba a notarse en los ojos castaños de Beth lo que él tomó como señal de que debía volver a casa aunque insistiera en que todo estaba bien. El lado positivo de la situación fue que disfrutó más el recorrido en moto a su vecindario, descubrió que no era tan peligroso después de todo.


—Espera, una última pregunta—habló en cuanto pisó tierra y retiró el casco de su cabeza, Bruce le miró atento sin bajarse de la moto—¿porqué sólo te veo por las noches?


—Es complicado—ella enarcó una ceja—no te respondí con una pregunta, así que no es trampa.



—¡Ugh! Eso no es justo—se quejó.



—Tus reglas, no las mías—sonrió, dejando mostrar uno de sus hoyuelos, mismo que no pasó desapercibido para ella.


Negó con la misma expresión cálida. De todas maneras la duda permaneció en su cabeza, era como si entre más hablaba Bruce, menos sabía de él.

—Muchas gracias por traerme—dijo entregándole el casco con una sonrisa sincera—y uh...¿Bruce?


—¿Si?


—A la próxima que desaparezcas no lo hagas por tantos días ¿okay?—asintió sin saber cómo reaccionar exactamente a eso, le estaba pidiendo volverse a ver y aunque le agradaba la idea había una parte suya que quería evitar tener más contacto con ella por el bien de ambos—hasta luego, Cenicienta.


Se despidió agitando la mano caminando hacia atrás. No quería dejar de admirar su presencia, su cómoda y agradable presencia. Él esperó allí con una pequeña sonrisa hasta que entró a la casa y cerró la puerta tras ella.


Ahora sabiendo que Bruce no le veía, suspiró con la expresión más tonta que jamás había hecho...pero también la más rápida en cambiar al ver a sus padres junto a las escaleras viéndole fijamente. Su atención se dirigió al reloj más allá de ellos en la pared: 7 de la mañana. No tenía idea de lo rápido que pasó el tiempo.


—¿En dónde estabas?—habló su padre.


No había recordado que llegaba esa noche de Metrópolis pero esa no era su sorpresa, si no el hecho de que si quiera recordara que existía. Cuando estaba en casa ella era más invisible que un fantasma.


—Con un amigo—avanzó hasta las escaleras, subió un escalón antes de que su madre tomara las riendas ahora.


—¿Con ese vago de la motocicleta?


—Bruce no es un vago...—respondió a la defensiva—creo. Además, es decente y me ha puesto más atención en la última hora que ustedes desde que mi hermano empezara con sus grandiosas calificaciones en matemáticas.


—Debes entender que el mundo no gira alrededor de ti—el tono duro de la mujer, la facilidad y frialdad con la que dijo aquello fue lo que dio directo en el pecho de Beth.



—Lo hago, de verdad que sí—sentía su voz entrecortarse y ojos cristalizarse—pero sería lindo que por un momento, sólo un mísero momento lo fuera.



Bajó la mirada evitando sus rostros antes de continuar su camino escaleras arriba. Una vez encerrada en su habitación se tiró a la cama con eso en mente: ¿alguna vez podría llegar a ser el mundo de alguien?

afterglow     ⸺     bruce wayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora