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                 Beth se encontraba perdida en la escritura con su laptop sobre la mesa desordenada de Bruce, esperándole en la parte más baja de la Torre Wayne. Estaba a nada de amanecer sin saberlo, era una de las tantas cosas en común con él, ser una persona nocturna.



No obstante, aquella concentración fue rota por el sonido de un motor que poco a poco se volvía más cercano. Sonrió al ver la motocicleta aparcando a unos metros de distancia, pero esa expresión cambió a una confundida al notar que seguía usando su traje y por la manera en que se quitó la máscara ignorándole supo que algo estaba mal. El patrón de tranquilidad entre los patrullajes de Bruce se había roto. Un mes pasó desde los incidentes del Acertijo y ella rogaba que nada de ese calibre volviera a suceder.



Buscaba frenéticamente en su computadora por archivos y sus ojos se movían de un lado a otro revisando la grabación de la escena que presenció unos minutos antes. No se molestó en devolverle la mirada a Beth cuando se levantó de la silla cerrando su ordenador para posicionarse detrás suyo de brazos cruzados e incluso con cierto miedo a su manera de actuar. Parecía desesperado y exaltado por lo que sea que sucedió.



Sabía que no tendría respuesta alguna si preguntaba, lo conocía demasiado bien como para reconocer este tipo de momentos así que se limitó a mirar la pantalla desde donde estaba; había abierto los expedientes de criminales de la zona y más personas que no lograba reconocer. Todo tuvo más sentido al posar su atención en una esquina donde se reproducían las noticias matutinas, eran ya las siete de la mañana.



Anoche, durante la última función del día, lo que parecía ser el acto estelar del circo Haly se convirtió en tragedia cuando sus dos estrellas fueron víctimas de un fatal accidente. John y Mary Grayson fallecieron al caer de casi 20 metros de altura. Por fortuna, el más pequeño de los Grayson Voladores no resultó herido—imágenes de videos grabados por el público se reproducían con censura hasta terminar mostrando a un pequeño en custodia de las autoridades saliendo del lugar—la policía no descarta un intento de asesinato. Ahora, pasando a la siguiente nota...



El rostro de ese niño se quedó plasmado en la mente de Beth y ahora entendía la forma de actuar de Bruce. Pero, ¿cómo acercarse? Era un tema delicado. Le veía tan conmovido que sólo quería abrazarlo y decirle que todo estaría bien.



—Bruce—le llamó, poniendo la mano en su hombro, por encima de la armadura.



Él le miró. Sus ojos se veían más derrotados de lo normal bajo el espeso maquillaje negro corrido por la mezcla de lluvia, movimiento y sudor. Tensó la mandíbula antes de volver la atención a la máquina que imprimía lo que buscó con tanta energía en su disco duro. Acto seguido tomó las hojas metiéndolas a la mochila que siempre cargaba consigo luego volvió a cubrir su rostro con la máscara antes de subir a su motocicleta y partir con prisa y agresividad del lugar. Perdiéndose en la oscuridad.



Ella permaneció un buen rato con la mirada en el túnel, como si fuera a volver en cualquier minuto. Miró el trío de pantallas observando cada cosa abierta siendo atraída por una fotografía en específico: los Grayson Voladores con sonrisa resplandeciente y trajes coloridos listos para tomar el trapecio y darle sentido a su nombre.



No le quedaba otra cosa que hacer más que esperar a que regresara. Su pie se movía frenéticamente contra el piso del comedor mientras sostenía la taza de té caliente que Alfred le sirvió con ambas manos. Le preocupaban muchas cosas al respecto, empezando porque Bruce rara vez usaba el traje con el sol en su punto alto.



—¿Y Bruce?—le sacó del trace Alfred, quien le traía el periódico del día.



—Estuvo aquí y volvió a irse—bajó la taza para acercar hacia sí misma el papel.



—Eso es raro.



Ella no dijo nada, en vez de eso levantó el periódico para mostrarle la primera plana donde la noticia era expuesta. Rompiendo el silencio, reconoció al instante esos pasos subiendo las escaleras. Bajó y dobló los titulares del día mientras giraba la cabeza hacia su recién llegado novio.



—Hey—saludó dándole una sonrisa.



Bruce le miró deteniéndose con un pie en el primer escalón. Las vendas en sus nudillos colgaban al estar desenredándose y sus botas estaban sucias de lodo.



—Iré a cambiarme—respondió apenas audible.



Alfred y Beth se miraron extrañados por su actitud en cuanto se dio la vuelta. Por más mal que le haya ido siempre lo primero que hacía al llegar era ir hacia ella.



Decidió esperar un poco para seguirle a su habitación donde al parecer aún no salía del baño. Se sentó en la orilla de la cama con la mirada en sus botas negras, esas que tenía a juego con Bruce. Al principio tomaron como broma comprarse ropa que combinara pero con el tiempo se volvió más una costumbre. Sus gustos tampoco eran tan alejados y varias veces lo hacían sin darse cuenta.



Levantó la cabeza al escuchar la puerta abrirse; salió del baño con el cabello húmedo cayendo por su rostro de manera desordenada y únicamente una toalla blanca cubriéndole por la cintura.



—Resolví mi bloqueo al escribir—comentó en un intento de llamar su atención, uno fallido pues se dirigía a buscar ropa en los cajones—el problema era que mis protagonistas no servían como seres sobrenaturales, si no como cazadores de lo sobrenatural. Inteligente, ¿no?



Beth no era buena en eso y notaba que no había respuesta alguna. Cubrió sus ojos con la mano cuando quitó la toalla para ponerse ropa interior, siendo cuando logró sacarle una sonrisa divertida a Bruce.



—No quieres hablar. Lo entiendo...—se levantó aún cubriéndose—estaré por allí.



Con prisa salió del cuarto cerrando la puerta detrás suyo. Bruce suspiró permaneciendo de pie. Ni siquiera él mismo comprendía lo que sentía.

afterglow     ⸺     bruce wayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora