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—☁️—





Estar en la parte subterránea de la Torre sola y de madrugada no le agradaba mucho, sin embargo, estaba decidida a esperarle y para matar el tiempo leía una de sus tantas revistas. Bajó el papel por un momento y revisó el celular que yacía a su lado en el sofá; sonrió al ver su fondo de pantalla, una foto de Bruce mirando directo a la cámara con una expresión no muy grata mientras sostenía un peluche de murciélago que encontraron en una tienda departamental mientras paseaban.



En su momento le parecía de lo más gracioso y tierno pues vestía totalmente de negro, mismo tono que el pequeño animal. Suspiró enfocándose en la hora, eran casi las cinco de la mañana por lo que no tardaba en llegar a casa. y como si lo hubiese predecidlo, el sonido de un motor acercándose poco a poco por el túnel interrumpió su agradable silencio.



Él ya no usaba el traje de murciélago si no que tuvo la oportunidad de cambiarse antes de llegar a casa. Se puso de pie cruzada de brazos avanzando lentamente a donde siempre se detenía.



—Hola—dijo en cuanto se quitó el casco—¿pasó algo? Es demasiado tarde.



—O muy temprano. Depende de cómo lo veas—se detuvo a su lado viéndole dejar la mochila en una de las mesas junto al casco, el maquillaje negro manchaba parte de sus mejillas y su cabello castaño estaba por ningún lado—¿qué tal fue todo?



—Pude haberlo evitado desde un principio si yo...



En una especie de impulso, Beth se puso de puntillas para atraerlo hacia ella en un abrazo, uno al que respondió rodeándole por la cintura con fuerza, escondiendo su rostro entre su cuello y hombro. No importaba que tan bien iban las cosas, Bruce siempre quería hacer más. Era un defecto y una virtud al mismo tiempo. Se culpaba de la muerte de John y Mary por el simple hecho de estar siguiendo a Tony desde hace un tiempo, quizá si hubiera encontrado suficiente para detenerlo en su momento nada de esto habría pasado.



—Zucco es un criminal, Bruce—dijo en voz baja—estoy segura de que hiciste lo mejor.



Se separó un poco para verle a los ojos asegurándose de que lo decía en serio, una costumbre de la que no era tan fácil deshacerse. Beth aún le sostenía por los hombros.



—Vamos arriba ¿si?—él asintió siguiéndole.



No mucho después el par ya se encontraba en el amplio penthouse de la Torre; "Fue asesinato; cae Tony Zucco por el asesinato de trapecistas" leyó por quinta vez Beth en el periódico mientras esperaba a que Bruce bajara para desayunar. Alfred le dejaba una taza de té enfrente suyo, uniéndose a ellos a eso de las nueve de la mañana.



—¿Planea aprendérselo de memoria?—bromeó con su suave acento inglés.



—Algo así—respondió divertida dejándolo de lado por fin.



Tomó asiento enfrente suyo con la intención de seguir con el tema pero decidió guardárselo al escuchar sus pasos tranquilos bajando por las escaleras. Vestía ya su traje negro y gabardina encima por el clima del exterior, de cierta manera a juego con su novia quien usaba un vestido negro hasta las rodillas de manga larga con detalles de encaje y su cabello en una coleta alta.



—¿Ya se van?



—Si—se detuvo detrás de su silla—me gustaría hacer algo antes del funeral.



—¿No vas a comer algo?—preguntó mirándole.



—No tengo hambre.



—Está bien—se puso de pie tomando el abrigo que colgaba en el respaldo de su silla—nos vemos más tarde, Alf.



El mencionado sonrió viéndoles desaparecer escaleras abajo, sin olvidar que tenía una plática pendiente con ella.



La lluvia amenazaba con caer en cualquier momento provocando ese olor a tierra mojada que se intensificaba conforme llegaban a la orilla este de Gótica, al cementerio más antiguo de la ciudad. Era una costumbre que Bruce acudiera a ese lugar para visitar las lápidas de sus padres un par de veces al año en fechas específicas: sus cumpleaños y aniversario luctuoso. De lo contrario, trataba de evadirla a toda costa por lo que le pareció a Beth algo curioso que se detuviera cerca de allí.



—Ya vuelvo—dijo bajando del auto y cerrando la puerta detrás suyo.



Unos segundos más tarde decidió hacer lo mismo y con brazos cruzados, esperarle recargada en el auto para cuando regresara caminar juntos al otro lado de la calle, a la ceremonia de los Grayson. Si Bruce había pagado por los servicios, tuvo que haber elegido el lugar. Tenía sentido.



Se dio media vuelta, ganándole la curiosidad, para observar al pequeño grupo de personas a unos metros de distancia; no pasaban de ser diez incluyendo a un par de agentes del GCPD, pasó su mirada al único niño presente y no pudo evitar sentir una punzada en el pecho.



—¡Beth!—salió de su trance al reconocer a Jim Gordon acercándose en su dirección—qué sorpresa.



—Hola Jim—saludó de vuelta, encontrándose en un corto abrazo—estoy aquí acompañando a mi novio.



—A Bruce Wayne—asintió con una pequeña sonrisa—parece ser un buen hombre.



—Lo es.



—Hablando de eso, ¿qué hay de Marcos? Hace tiempo que no hablo con él.



—Le va muy bien en Metrópolis. Aunque está algo aburrido, dice que extraña la acción.



Gordon soltó una risita negando.



—Típico de Reyes.



—Ni que lo digas...—suspiró sin quitarle la vista de encima a Dick, quien escuchaba atento a otro miembro del circo—¿y qué pasará con él?



—El gobierno lo ha registrado en el sistema y lo enviarán al orfanato de Gótica mañana.



—Ósea que estará solo.



Asintió suspirando. Jim había hecho todo lo que tenía en sus manos para que el niño permaneciera en el circo pues sabía que llevaba toda su vida allí, pero lamentablemente las leyes no funcionaban como quería. Beth giró la cabeza al escuchar a Bruce acercarse a ellos, dándole una sonrisa cuando se posicionó a su derecha.



—Señor Wayne—saludó el detective con un movimiento de cabeza, acto seguido se despidió de la joven antes de alejarse.



Beth logró sentir el nerviosismo en Bruce, mismo que se fue junto a Jim.



—Es sorprendente como es que no te reconocen—rodeó su brazo con ambas manos—yo lo supe en cuanto te vi.



—Bueno, eso es diferente.



—¿Porqué?—preguntó arrugando la nariz viéndole—es muy fácil identificar tus bonitos ojos grises, esa mandíbula perfecta y...—se detuvo—creo que ya entiendo.



—Si—comenzaron a caminar a paso lento—no todo el GCPD escribe corazones junto a mi nombre con plumas de colores.



—¿Y tú como sabes eso?—sintió sus mejillas arder y no tuvo la valentía para mirarle de vuelta.




—Sólo lo sé—respondió encogiéndose de hombros.

afterglow     ⸺     bruce wayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora