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    Tras dormir sus horas necesarias Beth bajó las escaleras usando sus queridas pantuflas de dinosaurios en búsqueda de comida ¿y qué mejor que calentar la pizza que guardó el día anterior al fondo del refri? La calentó y junto a una lata de soda se sentó frente al televisor.



Sus padres habían salido y no volverían hasta la cena, cosa que sabía muy bien y era excelente para evitarlos. Hubiera sido más fácil que se alegraran porque finalmente tenía un amigo, uno que había hecho por cuenta propia en vez de ser introducido por su misma madre o amigas forzosamente.



Abrió la lata provocando su sonido característico para después cambiar canales en búsqueda de algo interesante pero todo lo que había hasta el momento era un programa de chismes, una película antigua, uno de entrevistas...y las noticias.



No era de las personas que tenía interés en saber lo mal que estaba la ciudad, como su padre, pero le llamó la atención ese reportaje sobre la captura de dos dealers de drop a manos de una figura extraña. Los hombres insistían en que una criatura aterradora fue quien los interceptó y esposó poco antes de que la policía los encontrara. Beth frunció el ceño ante lo curioso de la breve nota.



Tomó la lata para beber un poco cuando el encabezado cambió. Aquella imagen que proyectaban en la esquina superior le causó tal impresión que comenzó a luchar por su respiración, estaba ahogándose con el refresco y tosía escandalosamente. Debió haberse dado cuenta antes.



Bruce, su Bruce, era el hijo de las personas más influyentes de la ciudad. Claro que sabía quién era Bruce Wayne pero era tan distraída que nunca ponía suficiente atención en su rostro que de por sí las cámaras sólo captaban una vez cada cierto tiempo. Ahora entendía el porqué salir de noche, el porqué de tanto misterio y timidez. No es que eso cambiara algo en la manera en que se llevaban pero le respondió muchas dudas. También le hizo entender otras más.



El que saliera por la noche vestido así —incluyendo su curioso maquillaje— era un intento de huir de quien era, de dejar atrás tanta atención. Debía ser difícil superar su dolor cuando todos los demás se lo recordaban todo el tiempo.



Y es que otra cosa que Bruce compartía con Beth sin saberlo aún, era el sentimiento constante de no pertenecer y sobretodo, de soledad. Una soledad a la que ya se había acostumbrado y ni siquiera recordaba que estaba consumiéndolo más y más.



O así era hasta que regresó a la torre y su silencio que tras haber pasado un buen rato con Beth parecía abrumador. Había olvidado cómo se sentía tener verdadera compañía fuera de Alfred y Doris.


Más o menos al mismo tiempo en que Beth veía la televisión, él bajó las cortas escaleras hacia el comedor donde Alfred revisaba documentos de la empresa. Levantó la mirada para llevarse una grata sorpresa pues Bruce usaba jeans, playera negra y sudadera.



—¿Saldrá a algún lado?—le preguntó con cierta esperanza en su voz.



—Si—tomó el celular y cartera de la mesita cerca de la chimenea—iré a comprar algo al centro.



—Oh...¿de casualidad tiene que ver con la joven mesera de la otra vez?



Bruce le miró sin inmutarse. Luego se dirigió al pasillo bajo las escaleras que le llevaba a la puerta principal.



—Vuelvo más tarde—se despidió antes de perderse a la vista de Alfred.



Para las seis de la tarde, el turno de Beth en la cafetería iba empezando. Su cabello había sido arreglado en una coleta alta junto a su uniforme amarillo recién lavado. Agatha estaba junto a ella criticando un concurso de música que daban a esa hora por el canal local, ningún cliente más que el viejo Earl, ese hombre que diario acudía por las tardes a ordenar su café de siempre en la mesa de siempre.



—Ni siquiera estaba afinada en el coro y ni me hagas hablar del horroroso vestido que usaba—comentó Ágatha haciendo gestos de asco haciendo a Beth reír.



—¿Crees que tú harías mejor trabajo?—le miró curiosa.



—Cariño, por supuesto que si. Mil veces mejor—su tono de voz cambió a uno ligeramente arrogante—¿te he contado de mi tiempo en la carretera como cantante de una banda?



—Oh Dios. ¡No!—sonrió lista para escuchar su anécdota.



De no ser por la campana de la puerta interrumpiendo.



—Te cuento luego de que atiendas a tu novio—murmuró viendo sobre su hombro.



La sonrisa de Beth se ensanchó por un momento al saber de quién hablaba. Tomó aire controlándose antes de darse media vuelta y caminar hacia el lado de la barra donde él estaba.



—¡Hola! No creí verte tan pronto. Ni tan temprano. Pensé que sólo salías cuando el sol no estaba—recargó una de sus manos sobre la barra.



—Yo...quería traerte esto antes de que me ocupara más tarde—un CD en un delgado estuche negro apareció en la mesa—recordé que te gustaba escuchar nueva música y que Nirvana era casi desconocida para ti.



Beth le miró a los ojos sin maquillar aún, sin creerlo del todo. Ese gris verdoso tan único que le transmitía tanto y tan poco al mismo tiempo. Si entendió bien, le había hecho una mezcla de música que le gustaba porque recordó algo que le dijo. Algo sólo para ella.



—Lo escucharé en cuanto llegue a mi casa hoy—respondió tomándolo entre sus manos—muchas gracias.



Él asintió y tras mirar por un segundo a Ágatha que los miraba de lejos con una gran sonrisa regresó por donde vino.



—¿Si quiera es lindo bajo ese trapo que usa en la cara?—Beth levantó una ceja—¿qué? Sólo me aseguro de recordarte que mereces algo bueno.



—No te preocupes por eso—miró la caja en sus manos con una sonrisa—lo es.



Ese día en específico le pareció eterno cómo transcurrió el tiempo, sólo quería volver a casa para escuchar lo que Bruce le había preparado. Así qué tal como le dijo, corrió a su habitación para sacar del closet su pequeña grabadora que no usaba desde el último álbum de los Jonas Brothers.



Luego de conectarla en el enchufe junto a su cama, se sentó en la orilla de esta y abrió el estuche. Una nota escrita con la letra de Bruce en tinta negra fue lo primero que vio, parecía ser la lista de canciones en orden. Detrás una pequeña dedicatoria que le hizo aguantarse un grito por la hora.



"Para que tengas algo que escuchar mientras escribes tu próximo proyecto.
—Bruce"



Sin soltar el papel, introdujo el CD en su debido lugar y dio play. El sonido comenzó a salir de las bocinas cuando Beth se recostó en la cama leyendo una y otra vez esa simple oración con una sonrisa tonta en el rostro.

afterglow     ⸺     bruce wayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora